A
estas alturas hay mucho que hacer y prácticamente nada que
seguir discutiendo. El proyecto constitucional del régimen
es moralmente inaceptable desde una perspectiva ética.
Presentado por el Presidente y agravado calculadamente en la
Asamblea Nacional, es un típico ejemplo de la tendencia al
disimulo y a la mentira, a la trampa y al fraude
característicos del actual régimen. Debe ser rechazado con
todas las fuerzas de la nación. Hablo de rechazar, de
impedir que se imponga, de oponernos a un referéndum
inconstitucional que se pretende utilizar como instrumento
para el asesinato de la democracia. No se trata de “pedir”
más tiempo para debatir sobre el proyecto y las arteras
modificaciones que le han hecho, ni de exigir que se difiera
la consulta anunciada para los primeros días de diciembre.
Ambas cosas le hacen el juego a las pretensiones
oficialistas, aunque no dudo de la buena fe e ingenuidad de
algunos, no de todos, de quienes han sugerido tal cosa. Si
el proyecto es inaceptable jurídica, ética y moralmente en
diciembre, también lo será en febrero o cuando quieran hacer
la consulta. Lo demás es engañar y engañarnos. Correr la
arruga solo podría generar desmovilización y desaliento ante
un enemigo sin capacidad de rectificación que jamás
abandonará la obsesión socialista que pretende imponer.
Necesitamos hablar con claridad
y actuar con firmeza. Venezuela no es ni será nunca
comunista. Rechaza la posibilidad de que se le imponga esa
condición por la vía refrendaria. Sabe de la perversión
absoluta de la estructura electoral del país, tanto en lo
humano como en lo material y sus principios y valores no son
negociables. En consecuencia, seguir promoviendo la vía
electoral, el juego del SI y del NO, revela intenciones y
provoca consecuencias distintas a impedir la realización del
referéndum y la aprobación de la mal llamada reforma
constitucional. Sentimos la obligación de plantearlo a poco
más de un mes del día definitivo.
Si los razonamientos para
rechazar la propuesta oficialista son válidos, si hay en
todo esto un problema de principios y una valoración ética
para nuestro rechazo, se impone tomar el camino del vacío
electoral planteado por el Frente Patriótico y otras
organizaciones y personalidades. Inobjetable desde cualquier
punto de vista. No se trata de cruzarnos de brazos, de
encerrarnos en nuestras casas esperando a ver que pasa. Todo
lo contrario. Llega finalmente la hora de perfeccionar la
organización de nuestros cuadros y actuar decididamente para
denunciar ante el mundo las razones que justifican el
desconocimiento a un régimen, legislación y autoridad
incompatibles con la democracia y los derechos humanos. Con
el objetivo claro, la victoria llegará mucho más temprano
que tarde. No hay otra salida. Ya habrá tiempo para que los
partidos cultiven su clientela y los prevalidos del gobierno
hagan la digestión de cuanto reciben. El problema de hoy es
otro.
oalvarez@telcel.net.ve