Inicio | Editor | Contáctenos 
 

La cosa no termina aquí
por Norman Pino De Lión
viernes, 13 febrero 2009


La suerte está echada; pero no hay que equivocarse, la cosa no termina aquí. Aunque la atención y los esfuerzos de la nación parecieran estar dedicados en su totalidad al referéndum del domingo, como si se tratase de un único frente de batalla, el examen final de curso o la última oportunidad de la democracia, el mundo no se acaba el 15 de febrero; hay mucho por hacer todavía y la lucha debe continuar. Independientemente del resultado del referéndum, quedan aún por delante cuatro largos años, antes de llegar a la campaña y subsiguiente elección para decidir quien deberá regir los destinos del país a partir del año 2012. Dependiendo del resultado del referéndum, el próximo domingo sabremos quien será el candidato oficialista o si tendremos que volverle a hacer frente a alguna nueva triquiñuela gubernamental para tratar de aprobar lo que el pueblo ya habría negado por segunda vez.

De salir airoso el régimen en la consulta del domingo para aprobar el cheque en blanco de la “enmienda” constitucional, lo cual no parece muy probable en vista del creciente descontento con los resultados de esta década, sólo se habrá impuesto la tenaz arbitrariedad gubernamental de violar el orden constitucional, con la complicidad y genuflexión de los demás poderes, para lograr sus objetivos. En todo caso, para que una eventual “victoria” del gobierno pueda ser considerada como tal, tendría que ser contundente, de otra forma sería, ahora sí, una victoria pírrica, puesto que la misma habría sido lograda en medio del más descarado ventajismo y abuso gubernamental, mediante el uso indiscriminado de todos los recursos a disposición del Estado, incluyendo su inmenso poder económico y represivo, para imponer su voluntad sobre la razón y la ley. Una victoria de esa naturaleza, contra la voluntad de una parte considerable del pueblo, sólo ahondaría innecesariamente la polarización política y social del país y nos encaminaría hacia la posibilidad cada vez más cierta de un gobierno totalmente autocrático.

Sin embargo, todo parece indicar que más de la mitad del país se rebelará contra su sostenida exclusión por parte de un régimen que dice gobernar para el pueblo y se impondrá una vez más para hacer valer y respetar su voluntad, en la búsqueda de un camino de paz, entendimiento y progreso real y sostenido. La manipulación gubernamental de la otra mitad del país, valiéndose de sus carencias de todo orden -económico, social, educacional e incluso afectivo- para tratar de establecer un régimen económico y social asistencialista inviable y destinado de antemano al fracaso, parece estar haciendo aguas también, en medio de una inminente crisis económica y fiscal derivada de factores tanto externos como internos.

En cualquier caso, el país no aguanta más el seguir viviendo en medio del actual clima de zozobra permanente, sin un rumbo fijo hacia donde dirigirse, en medio de la exclusión y negación sistemática de un sector importante del pueblo, maltratado e irrespetado por el régimen por el simple hecho de defender sus derechos y no estar dispuesto a acompañarle en sus desafueros. Por fortuna, pareciera que la dura y simple realidad acerca cada vez más a nuestros gobernantes a la hora de acabar con la venta de ilusiones a la otra parte que aún se las compra y comenzar a mostrar algunos resultados tangibles, si es que quedara aún tiempo para ello.

Pase lo que pase, es necesario profundizar desde ahora en los esfuerzos para la recuperación de los espacios perdidos en el poder legislativo. Si bien resultan totalmente comprensibles las razones que motivaron la no concurrencia a las últimas elecciones legislativas, es necesario enmendar ahora el error cometido. En consecuencia, las próximas elecciones para renovar los miembros de la Asamblea Nacional tienen que ocupar desde ahora un espacio prioritario en el quehacer de la oposición. La Asamblea Nacional debe ser imagen de la conciencia democrática del país y por lo tanto tiene que reflejar la existencia de una diversidad de opiniones y no de una sola corriente política. De lo contrario, no sólo no representaría al pueblo en su totalidad, sino que tampoco sería democrática. Recuperar los espacios abandonados de la Asamblea Nacional significa comenzar a rescatar la independencia de al menos uno de los más importantes poderes secuestrados durante la última década.

De igual forma, no se debe descartar anticipadamente, aunque se aduzca el cansancio y el desgaste de haber concurrido a más de una docena de encuentros electorales a lo largo de los últimos diez años, la eventual y necesaria convocatoria a un nuevo referéndum revocatorio de la presidencia de la república. Resultaría innecesario volver sobre las numerosas y obligantes razones para ello, sobre todo en vista del mandato popular que habría dado el pueblo de obtenerse una victoria contundente por parte de la oposición en esta votación, la cual ha sido convertida una vez más en una especie de plebiscito sobre la gestión presidencial de la última década. Huelga decir que el balance del desempeño gubernamental no es positivo, aunque insistan en maquillarlo de mil formas, y en consecuencia se hace perentorio buscar salidas al despeñadero hacia el cual nos encaminamos.

No está permitido desmayar. Si diez años de protesta callejera, de humillaciones, de exclusión, de represión, de arbitrariedades sin fin y de disparates en la conducción del país nos parecen demasiado, pensemos en los años que vienen, en el futuro del país y de nuestros hijos. Es necesario que reflexionemos si realmente tiene algún sentido quedarse en casa sin utilizar la única arma democrática que aún queda a nuestra disposición, el voto popular.


© Copyright 2009 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.