Para Pompeyo Márquez, por tantos motivos.
En
nuestro idioma hay palabras que, sin ser intrínsecamente peyorativas, en el uso
adquieren un matiz de esa naturaleza. Una de ellas es el verbo negociar.
La gente tiende a considerar que las palabras negocio y negociar
encierran de por sí una actividad moralmente negativa. El hecho mismo de
negociar algo resulta sospechoso, y a menudo se emplea el sustantivo
negocio con una implícita connotación adjetiva, para referirse a algo que se
juzga inmoral e inescrupuloso. Esto quizás se deba a que las palabras
negociar y negocio frecuentemente se refieren a actividades
comerciales, o mejor, mercantiles, y estas suelen asociarse indiscriminadamente
con conductas inmorales, como la especulación y el enriquecimiento ilícito, para
peor, a costillas de los demás. De ahí surge la expresión mercantilista
para referirse despectivamente a personas o actividades que ilustran esa
conducta inmoral.
Pero no siempre es así. Aunque es muy común que los comerciantes ejerzan su
oficio de una manera vil y despreciable, a veces descaradamente, de hecho el
comercio es una actividad que, además de ser necesaria y muy importante en
cualquier sociedad, puede realizarse de manera honesta.
En cuanto al verbo negociar, su uso no siempre se refiere a actividades
mercantiles. El DRAE registra cinco acepciones de dicho verbo, extraídas de su
uso: ³Ajustar el traspaso, cesión o endoso de un vale, de un efecto o de una
letra. || 2. Descontar valores. || 3. Tratar y comerciar, comprando y vendiendo
géneros, mercancías o valores para aumentar el caudal. || 4. Tratar asuntos
públicos o privados procurando su mejor logro. || 5. Tratar por la vía
diplomática, de potencia a potencia, un asunto, como un tratado de alianza, de
comercio, etc. (Š)². Como puede verse, al menos las acepciones 4ª y 5ª no se
refieren a cuestiones de comercio. Y un diccionario muy moderno, como es el
Diccionario de uso del español de América y España VOX, registra en primer
lugar la siguiente acepción: ³Tratar un asunto para llegar a un acuerdo o
solución (Š)², y sólo en segundo término la de ³Realizar operaciones comerciales
con la intención de obtener un beneficio (Š)².
No se crea, sin embargo, que esa acepción del verbo negociar ajena a la
actividad comercial es nueva. Todo lo contrario, ella corresponde al origen de
la palabra, que al principio no tenía nada que ver con dicha actividad, de modo
que ese significado específico se agregó luego por el uso.
El Tesoro de Cobarruvias (1611) no registra el verbo negociar,
pero sí el sustantivo negocio, con una definición que en nada se refiere
al comercio de manera explícita: ³La ocupación de cosa particular, que obliga al
hombre a poner en ella alguna solicitud, latine negotium (Š)². Definición
que está muy en concordancia con el de la raíz latina del vocablo, pues
negotium, en lengua de los romanos, de donde deriva, significa ³Ocupación,
trabajo, quehacer, asunto, negocio² (Diccionario Latín-Español Sopena;
1985), y es palabra compuesta, formada por el adverbio de negación nec
(no) y el sustantivo otium (ocio, reposo, descanso). Es decir, que
negocio, según su raíz latina, significa literalmente no ocio, es
decir, la negación o lo contrario del ocio, del
no hacer nada.
Según Corominas la palabra negocio aparece ya en Gonzalo de Berceo (Obras:
1220-1250), mientras que negociar figura en el Vocabulario de
Alonso Fernández de Palencia, que es de 1490. El Diccionario de Autoridades
(1732), a su vez, también registra el vocablo negocio en ese mismo
sentido: ³Término genérico que se significa cualquiera ocupación, empleo o
trabajo². Y en artículo aparte incluye la acepción relativa al comercio: ³Vale
también utilidad o interés, que se logra en lo que se trata, comercia o pretende
(Š)². Sin embargo, este mismo diccionario, al definir el verbo negociar,
privilegia la acepción mercantil, pues la coloca en primer lugar: ³Tratar y
comerciar, comprando y vendiendo, o cambiando géneros, mercadería u dinero (sic)
para aumentar el caudal², y en artículo aparte se refiere a la otra acepción: ³Vale
también manejar políticamente las dependencias o pretensiones disponiéndolas de
modo que se logren². Y como hecho curioso incluye igualmente una acepción que
hoy no figura en el DRAE: ³Vale también corromper con el soborno la integridad
con que se debe proceder².
Como puede verse, pues, el verbo negociar no tiene intrínsecamente
ninguna connotación peyorativa, especialmente en campos extraños a la actividad
mercantil, como la política o las relaciones internacionales. En todas ellas
puede haber negociaciones honestas, sanas, de signo positivo. Lo cual no
quiere decir que no pueda haber también negociaciones en que se incurra
en vicios, ilegalidades e inmoralidades, o que impliquen una claudicación, ante
ciertos intereses o conveniencias, de principios e intereses nobles. Pero ello
será responsabilidad específica y casuística de los negociadores, y de
ninguna manera puede imputarse a la palabra o al hecho de negociar.
|