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El reality show de la UNASUR en Bariloche
por Manuel Malaver  
domingo, 30 agosto 2009


Fue un reality show del peor género ( o de todos los géneros); una cumbre de presidentes donde los psicoincidentes fueron, desde el regaño del presidente de Brasil al de Ecuador y UNASUR por haber promovido dos cumbres, una para él, Correa, y otra para los demás; hasta la velada acusación de Alan García no entendí si a Chávez o al cura Lugo por “bucear” a la presidenta anfitriona, la de Argentina; pasando por la confesión de Evo Morales de que ardía de impaciencia por escapar del “Llao Llao” e irse a dar una “vueltita” a Bariloche.

Pero también hubo 3 presidentes, Tabaré Vásquez, Alan García y Álvaro Uribe que desaparecieron al momento de la “foto final”, quizá en protesta frente aquel despelote o para no aparecer al lado de sus “enemigos” ( a Uribe tuvo Cristina Kirchner que ir a buscarlo a la fuerza); Chávez se estrenó como fotógrafo de cumbres; y los miembros del ALBA presentaron como “descubrimiento” un documento que desde hacía un mes estaba en Internet.

Quedaron algunas frases para la historia del sainete: “Cristina ¿crees que quede tiempo para la fotita?” (Correa); “América no es para los americanos sino para los latinoamericanos” (Morales); y “A mi no me preocupa lo que digamos y hagamos aquí, sino lo que dirán mañana los medios de nosotros” (Lula).

Y otra para la historia de la hipocresía política: “Chávez se la pasa diciendo que los gringos vienen a robarnos nuestro petróleo, y la verdad es que Chávez les vende a los gringos todo el petróleo que necesitan” (García)

También fue la primera cumbre que se realiza en medio de un convite, con mesoneros de guantes blancos que se paseaban con bandejas plateadas para servir exquisiteces de La Patagonia (el cordero es inolvidable y los quesos madurados, los dulces de aires centroeuropeos, y el chocolate con almendra de Chuao también), rociadas con las mejores marcas de Torrontés, Malbec y Shirak del Cafayate, Mendoza y Neuquén, y en la cual los participantes hacían con frecuencia unas desapariciones misteriosas, no se sabe si para ir al baño, o hacer llamadas a sus Salas Situacionales.

Pero lo más sorprendente y perturbador y que sin duda reveló que la comedia también lucía dijes de tragedia, fue la reaparición a escala regional de un nuevo “Gran Garrote”, de una nueva voz y recién repujado bastón de mando, malhumorado e intranquilo, impaciente y repelente y decidido a poner orden en aquel kinder de adolescentes tardíos, díscolos, indolentes y malcriados.

El de Luiz Inacio Lula da Silva, el ex obrero metalúrgico y presidente de “O país mais grande do Mundo”, quien, al igual que sus predecesores gringos, ni siquiera se ha tomado el cuidado de aprender la lengua nativa de sus súbditos, pero que también infunde respeto, se le habla bajito y con las consideraciones a que aspira el que inspira miedo.

Se le dice a veces “el compañero Lula”, o “el hermano Lula”, mientras, siempre desconfiado, pareciera preguntarse qué querrán decir tales términos en la jerga de aquellos especímenes de los lejanos Andes y del más lejano Caribe aun.

Pero que también, por instinto selvático o amazónico, como el zorrillo universal ( o el mapurite de por aquí), sabe a quien peé, pues en tanto barrió el suelo del “Llao Llao” con Correa ( un despistado economista de la Illinois University que hace un año amenazó con expulsar a PETROBRÀS de Ecuador “por corrupta e imperialista”) y no cuenta con ingresos en dólares suficientes para ser un cliente codiciado, a Chávez, que estaba tras el discurso de Correa, y es quien le dicta hasta sus impulsos más leves, pues “ni con el pétalo de una rosa”, como que es el segundo cliente del miniimperio en la región, su mejor promotor mundial y un socio que se desvive por gastar y gastar hasta en las chatarras que salen de las fábricas de Sao Paulo o Belo Horizonte.

En otras palabras: que la obra maestra de Celso Amorín, Marco Aurelio García, Terso Genro, y José Dirceu, quienes, incapaces de superar su izquierdismo sesentoso y plagado de nostalgias lusoimperiales, se han lanzado a reponer el expansionismo del Barón de Río Branco, pero ahora con aderezos estatólatras, marxistoides y socialistas para el “proletariado exterior” que también llaman “periferia” y se desviven por crear un patio trasero propio donde Brasilia funja de Moscú y Lula de Jruschov, Kossygin o Leonid Breznev.

Para ello, nada más indicado que disfrazarse de antiimperialista y antigringo, pero mientras se promueve furiosamente el comercio bilateral USA-Brasil, las transacciones financieras de todo vuelo y las transferencias tecnológicas para todo clase de industrias, se llama casi a diario al presidente Obama y a la Secretaria Clinton para informarles lo que pasa en el patio, para decirles que hay que tener paciencia con tales guys y se les pide comprensión para que acepten la coexistencia con el novo imperio, o imperio do Sur.

Pero, igualmente, se va anualmente al Foro de Davos a buscar inversiones, a las reuniones del G-8 como invitado de especial trato, se celebra la membresía en el BRIC, y se usan las políticas económicas neoliberales, responsables de la estabilidad y recuperación económica del “gigante”, para atacar el capitalismo y defender el socialismo.

Un Brasil “comprensivo” de la Ronda de Doha ya, definitivamente, adscrito a la economía global más complaciente y absorbente.

O sea, que el antiimperialismo, el anticapitalismo, el antinorteamericanismo de verdad, el real, el práctico, se les deja a los bobos y alocados del patio trasero, a gente como Chávez, Morales, Correa y la señora Kirchner que se usan para lanzar insultos contra el norte y amenazarlo con que Brasil también tiene su Centro América, China e India.

Los socios brasileños de la región que, desgraciadamente, compiten con Brasil en la producción y exportación de materias primas, porque se trata de un imperio primario, o, a lo sumo, mercantilista o conuquero, sin siquiera una economía industrial amplia y diversificada que pueda reconocerse como tal, y cuya producción queda reducida a los mercados del patio que son poco exigentes a la hora de imponer criterios de calidad y códigos de barra para sus importaciones.

Ejemplo, los Tucano, cuya adquisición casi se impone a los socios como condición al iniciar relaciones comerciales con el miniimperio.

En Bariloche, Correa anunciaba que compraría nuevos Tucano y Chávez le gritaba en forma de sorna: “Si, pero asegúrate que te los venderán con repuestos”.

En todo caso, una estrategia equivocada y de enormes perjuicios para la sociedad y el pueblo brasileños que piden a gritos una urgente modernización de la economía, vía la aprobación de nuevas leyes laborales, de seguridad social e impositivas, que catapulten el crecimiento, no al modesto 4 0 5 por ciento actual, sino a tasas del 8,9 o 10 p0r ciento que son las que necesita Brasil para reducir la pobreza y salir de subdesarrollo crónico, inercial y enervante.

Y lo cual podría convertirlo en un gran aliado para la región en la aspiración a una modernización de conjunto, para el progreso hacia una sociedad en vuelo hacia los mejores estándares en la calidad de vida y Brasil sea uno más entre tantos que necesitan avanzar y no un hegemón que alimenta los peores virus del subcontinente para pavonearse de que tiene un miniimperio o subimperio, un patio trasero o una UE de bolsillo.

Fantasía que a lo sumo lo convierte en parte del manicomio, porque hay que ver lo que significa haber sido durante el viernes pasado ancla del reality show que buscó condenar a Colombia por ser amigo de Estados Unidos, y lo que reveló fue que en la región nadie es amigo de nadie, a menos que se compartan los mismos negocios y la misma ideología.

Ejemplos la relación Da Silva-Kirchner, y Chávez-Morales-Correa.

Y la reacción de los terceristas de ley, los que no hacen parte de los grupos o mafias, y pasarán a la historia como los presidentes que se resistieron a posar para la foto final de una farsa: Uribe, García y Tabaré Vásquez.

 
 

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