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La violencia como ensayo para el fraude electoral
por Manuel Malaver  
miércoles, 21 enero 2009


No se resiste Chávez a aceptar que su propuesta de enmienda constitucional tiene un rechazo que traspasa con creces los 15 puntos, y por eso, a medida que se acerca al 15 de febrero, promueve la violencia a lo largo y ancho del territorio nacional.

Temeridad con la cual, de una parte, intenta intimidar a los votantes de la oposición para que no se activen contra su presidencia vitalicia, pero de la otra, trata de sembrar entre su seguidores la idea de que, suceda lo que suceda, seguirá siendo presidente de Venezuela y cuantas veces le de la gana.

O sea, que pueden delinquir a sus anchas, asaltar y saquear alcaldías y gobernaciones de la oposición sin temor a que puedan ser llamados algún día por los órganos del Poder Público a dar cuenta de sus actos, y entrarle a saco a sus bienes, estropear, herir y hasta matar, porque para eso tienen al capo mayor alzándose con el botín supremo, la presidencia de la República, sin que nadie pueda impedirlo.

Un estado de impunidad generalizado, total e incontrolable que tiene por fuerza que situarnos ante la perspectiva de que, un jefe de estado que ha llegado a tal grado de demencia e ilegalidad, no está dispuesto a aceptar de “puro democrático” los resultados del 15-F.

Ya lo vimos en las transgresiones monstruosas que ha perpetrado y obligado a perpetrar para que se convoque y efectúe un referendo que no está permisado por la Ley, y que es un anticipo de lo que puede seguir, ya que si es capaz de convertir la Carta Magna en letra muerta, también lo es el de atreverse a gobernar con su prescindencia absoluta.

En otras palabras: que Venezuela debe prepararse para ver a un Chávez que se niegue a aceptar el resultado de la consulta, o, lo que es peor, que lo acepte de palabra mientras lo rechaza en los hechos y proceda con sus hordas a asolar al país, tal estamos viendo hacen algunos de sus seguidores con las alcaldías y gobernaciones de la oposición.

De modo que, sea que acepte un resultado adverso, o que lo acepte a su manera, o que cometa un gigantesco fraude, no habrá paz ni normalización de la política nacional después del referendo, pues de lo que se trata es de obligar a los venezolanos a presenciar los cohechos de un psicópata que utiliza la presidencia de la República para dejar testimonio de sus peores aberraciones.

Un espectáculo que solo se atrevieron a escenificar en el siglo XX dictadores del tipo Idi Amín Dadá, Mobuto y el “emperador” Bokassa, y el en el XXI, los dictadores sin rostro de Miammar, o las bandas de fascinerosos que arrasan al Congo y Somalía.

Y tolerado por presidentes y jefes de Estado de América latina por el poder que significó para Chávez estar al frente de una economía petrolera que hasta hace muy poco contó con precios de hasta 128 dólares el barril, y los cuales, por interés, complicidad o pura y simple malandrería aplaudieron a Chávez a cambio de participar en el festín.

Hoy el petróleo está a 30 dólares el barril con tendencia a la baja, el tesoro venezolano exhausto, y la capacidad de pago interna y externa del país en alarmante colapso, pero nada que restri
nja a a Chávez en sus afanes totalitarios, quien promete rematar lo que queda en las reservas internacionales en clientes como Lula, los esposos Kirchner, los hermanos Castro, y gente del tipo Ortega, Correa y Morales que ya hacen cola para ver lo que les toca en los despojos.

De modo que con toda una escenografía, guión, actores y extras para continuar la tragedia, Chávez se prepara a representarla, y es mi impresión que no lo detendrá siquiera la catastrófica derrota que le reservan los venezolanos para que el 15 de febrero.

¿Hasta cuándo, hasta el 2012 que es la fecha que prescribe la constitución para el fin de su segundo y último mandato?

Difícil predecirlo, si tomamos en un cuenta que es un caudillo que ya no imita siquiera a los tiranos sin rostro de Miammar, sino a los piratas terrestres y marítimos del Congo y Somalía.
 

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo.

 
 

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