Debe andar muy mal Chávez en
las encuestas para que de buenas a primeras saliera a
extender la propuesta de reelección indefinida a todos los
funcionarios electos, y así, comprarle apoyos a la única
reelección indefinida que realmente le interesa: la del
mismo.
Auténtica trampa cazabobos que olvidó un detalle: el
rechazo a la reelección indefinida entraña problemas de
principios republicanos y democráticos con nada que ver
con la perpetuidad en el poder, por lo cual, no hay dudas
que encuentra rechazos, no solo entre los funcionarios que
aspiran a ser elegidos, sino entre los que ya lo fueron.
De modo que, pensar que la mentalidad totalitaria se
transfiere por una simple orden, o como producto de la
contaminación que segrega todo caudillo autócrata y con
tendencias monárquicas, es un error que explica porqué los
gobiernos dictatoriales, aún los más poderosos, terminan
cayéndose como castillos de naipes.
De todas maneras, vamos a suponer que la jugarreta de
Chávez da resultados, y que en efecto, una cantidad
significativa de los alcaldes y gobernadores electos el 23
de noviembre pasado sí acepta el intercambio y pasa a
apoyar las aspiraciones de comandante-presidente y líder
máximo de la revolución continental y mundial ¿pero no es
cierto que siempre serán inmensamente menos frente a los
líderes locales y regionales que se preparan para competir
dentro de 4 años para esas posiciones, para ser ellos los
sucesores de los funcionarios que se comporten por debajo
de las expectativas de los votantes y la comunidad?
En otras palabras: que Chávez está perdiendo mucho y
ganando poco, en cuanto que, si bien le ha tirado un
anzuelo al “poder constituido”, se acaba de enfrentar al
“poder constituyente” que existe siempre porque en una
democracia todos los ciudadanos pueden proponerse para
ocupar los cargos del gobierno, y lograrlo, si los
electores los eligen.
Derecho cuyo ejercicio puede verse definitivamente
obstaculizado si el contendiente es un alcalde o
gobernador que echará mano “indefinidamente” a las
ventajas del poder para imponerse a sus adversarios.
Pero eso en cuanto a las razones instrumentales que nos
permiten decir que la extensión de la reelección
indefinida es un nuevo error en la ambición de un caudillo
que no encuentra vías ni pretextos para hacerse elegir
presidente vitalicio, porque en cuanto a las
procedimentales, a la legales, no cabe decir sino que se
trata de otra violación flagrante de la constitución.
Porque es que al extender la reelección indefinida,
Chávez, no puede seguir disfrazando una evidente “reforma”
constitucional de “enmienda”, pues se trataría, como
declaró ayer a “El Nacional” el constitucionalista, Jorge
Pavón, “de ir más allá en la violación del principio del
gobierno alternativo que está estipulado en el artículo 6
de la Carta Magna…
Ahora, Chávez, pretende ir más allá y elimina también el
gobierno alternativo para las entidades políticas que
componen la República”.
O sea, que lo se presentó como “Enmienda” pasa ahora a ser
“Reforma” que implica el cambio de por lo menos 6
artículos de la constitución vigente y ello, por supuesto,
significa que es necesario el cumplimiento de otras
disposiciones y otros plazos para hacerla efectiva.
Y ¿habrá tiempo para hacerla efectiva? ¿No es cierto que
30 días apenas no son suficiente para proponer, debatir y
votar un cambio tan raigal en la constitución? ¿No son
necesarios varios meses, y hasta un año, para que los
venezolanos puedan ser convencidos o no de tales cambios?
Desde luego que no, pero no son detalles que puedan
alterar las ambiciones desmesuradas de un caudillo militar
y decimonónico para quien el ejercicio del poder se
asimila al comando de un cuartel, donde el jefe máximo
manda sobre soldados que deben aceptar órdenes sin
discutir y comportarse como piezas que contribuyan a la
perpetuidad del mando, de la jerarquía.
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Artículo
publicado en el vespertino
El Mundo. |