No
puede nacer bajo peores auspicios la Unión Suramericana de
Naciones, UNASUR, pues, aparte de que sus países miembros
lucen divididos casi por mitad, se pretende asignarle las
tareas de unidad política y social que solo se cumplen
después que un proceso de integración económica y
comercial ha cumplido las suyas.
Esa es, sin duda, la experiencia del proceso de unión de
naciones más exitoso de todos los tiempos, el de la Unión
Europea, que ha marchado superando pruebas que por
momentos pareció hundirlo, pero para reflotar y salir
triunfante, porque la arcilla económica y comercial había
creado el muro que permitía superar cualesquiera otras
dificultades.
Papel que las comunidades de los bloques de países del
norte y el sur de Sudamérica, asignaron a la Comunidad
Andina de Naciones, CAN, y al MERCOSUR, y que en el caso
de la primera avanzó exitosamente durante dos décadas con
resultados que inducían a pensar que, económica y
comercialmente, los países del área andina llegarían al
siglo XXI siendo uno.
En cuanto al MERCOSUR, puede decirse que en 10 años, a
pesar de las dificultades, no tenía porque esperarse que
fuera diferente a la CAN, hasta que en a finales de la
década de los 90 advino el suceso que culminaría en UNASUR,
pero no sin antes destruir a la CAN y dejar al MERCOSUR en
el peor momento de su historia.
Nos referimos al triunfo en las elecciones presidenciales
venezolanas de diciembre de 1998, del caudillo
neopopulista, neosocialista y neomarxista, teniente
coronel, Hugo Chávez Frías, quien desde que asumió la
presidencia en febrero de 1999, inició un proceso de
destrucción sistemática de la CAN, dizque porque olvidaba
los objetivos de unión y liberación política de los países
del área andina del subcontinente, mientras se dedicaba a
promover exclusivamente una integración económica y
comercial que solo favorecía a las oligarquías, a las
burguesías y los centros de poder mundiales, encabezados
por los Estados Unidos.
Pienso que están demasiados frescos y fueron lo
suficientemente dramáticos, los episodios en los que
Chávez se dedicó a vapulear, insultar, despotricar,
denigrar y amenazar a los presidentes del área andina que
insistían en que los objetivos políticos de la CAN eran
indesligables de sus objetivos económicos, como para que
vuelva a recordarlos, aún cuando no estará demás señalar
que, si bien ni uno solo de los presidentes adversarios
del caudillo neopopulista se sintió amedrentado y en
peligro de derrumbarse, la Comunidad Andina de Naciones,
si lo hizo.
Anotemos únicamente que llegó a ser tanta la saña de
Chávez contra la integración regional, que en mayo del
2006 renunció a ser miembro de la CAN y desde entonces ha
instrumentado una suerte de peregrinaje para que el
MERCOSUR lo acepte entre su membresía, aunque sea como
miembro asociado, pero sin resultados.
Y ello en circunstancias de que otros dos presidentes de
países miembros de la CAN, populistas de la variante
Chávez, y que les siguen instrucciones, como Evo Morales
de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador, le han pedido por
todos los medios y formas que se reincorpore, pero sin que
el caudillo bolivariano atienda sus clamores.
Y menos mal que es así, ya que de estar Chávez haciendo
mayoría en la CAN con Morales y Correa, contra Álvaro
Uribe y Alan García, es seguro que de la unión que costó
20 años crear, y sirvió de modelo a otras uniones de este
y otros continentes, no quedaría ni el polvo.
Y es que, para Morales y Correa, al igual que para su
mentor Chávez, la unión regional no debe ser para ayudar a
los más débiles a salir del infierno de la pobreza, las
injusticias sociales y la desigualdad y situar a América
del Sur en el mapa de la revolución tecnológica del siglo
XXI, sino para promover la revolución, el socialismo, la
salvación de la humanidad, y derrotar al archienemigo de
los pueblos y la revolución: los Estados Unidos de
Norteamérica.
O sea, que los 3 caudillos delirantes, altisonantes,
alocados, intragables e ineligibles terminaron asignándole
a la CAN el papel que jugó la extinta Unión Soviética
durante la Guerra Fría, pero en circunstancias de que el
país de Lenin y Stalin sí tenía una misión histórica y
política que cumplir y se dotó de los ejércitos y
arsenales nucleares necesarios para lograrla.
Situación que no es la de los países de América del Sur,
que ya saben lo que es el socialismo, la liberación de los
pueblos y la dictadura de clases marxista: el camino más
expedito para agudizar la pobreza, la desigualdad y las
injusticias, mientras los caudillos acumulan un poder
personal sin parangón en la historia.
En cuanto al MERCOSUR, sería injusto decir que siguió la
misma trayectoria de la CAN, o sea, una espiral de
progreso cortada en dos a raíz de la fiebre neopopulista
que invadió la parte norte del subcontinente a partir de
1999, aunque sí debemos subrayar que se desaceleró después
que dos países del llamado Cono Sur, Brasil y Argentina,
resultaron infectados por una versión benigna del virus
neopopulista, y cuyos presidentes, Luíz Inacio Lula Da
Silva y Néstor Kirchner, si bien no han liquidado la unión
del sur, como hizo Chávez con la CAN, si han actuado para
que no expanda y profundice su desarrollo.
Lo peor que se puede decir de ellos, sin embargo, es que
retrocedieron las agujas del MERCOSUR más acá del punto en
que se creó, que por razones de intereses nacionales no
han resuelto el tema de las asimetrías, y que ello ha dado
origen a que dos socios menores, Uruguay y Paraguay, se
sientan víctimas de dos gigantes que, aparte de expoliarle
sus mercados, no les permiten desarrollarse y ampliar sus
economías hacia otras regiones, como se ha demostrado en
la guerra que ha sufrido Uruguay de los socios mayores por
buscar un tratado de libre comercio con los Estados
Unidos, así como con el tema de las papeleras; y Paraguay
por la imposición de tarifas que prácticamente representan
un saqueo para sus reservas de energía hidroeléctrica.
“Chávez pretende convencernos” decía recientemente el
recién electo presidente de Paraguay, Fernando Lugo “que
hay que luchar contra el imperialismo de los Estados
Unidos, pero para nosotros, los paraguayos, el
imperialismo tiene otro nombre: Brasil y Argentina”.
Tabaré Vásquez, el presidente de Uruguay, se ha expresado
en diversas ocasiones en un lenguaje similar, como que la
insania con que se le ha acusado en tribunales
internacionales por el gobierno argentino, no tiene
precedentes en la historia de las uniones regionales.
Y de igual manera lo ha hecho el presidente de Bolivia y
socio de Chávez, Evo Morales, pero sin que esto le diga
nada al caudillo venezolano.
De todas maneras, no puede dejar de subrayarse el daño
inmensurable que la versión benigna del virus neopopulista
que padecen Lula y los esposos Kirchner, le infiere a las
propias economías de Brasil y Argentina, manteniéndolas
aisladas, sin su expansión natural al mercado del mundo y
asfixiadas en prejuicios y parroquialismos que como lo han
demostrado los casos de China e India, es el camino más
seguro hacia la ruina, la pobreza, las injusticias y la
desigualdad.
En otras palabras, que para llegar a UNASUR hubiera sido
necesario que la CAN y el MERCOSUR cumplieran cabalmente
con sus objetivos económicos y comerciales, de modo que
una unión más política y social contara con el activo en
riqueza líquida e ilíquida que permitiera acometer las
tareas por la igualdad, la justicia y el progreso, pero
sin las frustraciones y odios que siempre dejan la pobreza
y la escasez de recursos.
De modo que no hay otra forma de interpretar UNASUR, sino
como un intento de bypasear los fracasos de la CAN y el
MERCOSUR, pero sin atacar la verdadera causa que ha
determinado su colapso en los últimos 10 años y que no es
otra que la ola de neopopulismo agudo y benigno que ha
desvirtuado los objetivos de las dos uniones, las ha
convertido en pasto de utopías tan inviables como
inútiles, y han determinado su resquebrajamiento y virtual
desaparición.
Y que no va a dejar de incidir porque ahora estén en
UNASUR y no en la CAN y el MERCOSUR, sino que es
previsible que en cuanto cese el bajón que sufre el
neopopulismo agudo como consecuencia de su hórrida
intromisión en el conflicto interno colombiano, vuelvan a
cebarse en la nueva unión regional tan pronto perciban que
la mayoría de los países no entiende la integración como
una vía para aislarse, sino para hacer parte de la
economía global y mundial.
Una muestra del futuro de UNASUR de persistir en el
subcontinente la ola de neopopulismo agudo, podría
encontrarse en la forma como Rafael Correa y Evo Morales,
se negaron en la reciente cumbre UE-ALC de Lima, a firmar
el acuerdo para integración de la UE-CAN alegando que se
trataba de una réplica de los tratados de libre comercio
con los Estados Unidos.
Y así como ese, otros casos, en los que ya veremos a Lula,
y a los esposos Kirchner, actuando como niñeras de los
adolescentes tardíos y malcriados, Chávez, Correa y
Morales, para quienes la política, como la revolución y la
unión regional, no son otra cosa que un gran guiñol donde
juegan a la guerra, a la liberación de los pueblos y hacer
la revolución.
Porque la presidente de Chile, Michel Bachelet y el
presidente de Perú, Alan García, ni pendientes…ya ellos
tienen sus tratados de libre comercio con los Estados
Unidos.
Y en cuanto al presidente de Colombia, Álvaro Uribe,
tendrá el suyo a más tardar el próximo año, según una
entrevista que dio el viernes a la agencia EFE el
precandidato del partido Demócrata a la presidencia de
Estados Unidos, Barack Obama.
O sea, que si no lo hace Mac Cain o Hilary Clinton por que
no resulten electos, el primero a la presidencia y la
segunda a la nominación, lo hará Obama.
De modo que…tranquilo Uribe.