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UNASUR: o la crónica de otra muerte anunciada
por Manuel Malaver  
domingo, 25 mayo 2008


No puede nacer bajo peores auspicios la Unión Suramericana de Naciones, UNASUR, pues, aparte de que sus países miembros lucen divididos casi por mitad, se pretende asignarle las tareas de unidad política y social que solo se cumplen después que un proceso de integración económica y comercial ha cumplido las suyas.

Esa es, sin duda, la experiencia del proceso de unión de naciones más exitoso de todos los tiempos, el de la Unión Europea, que ha marchado superando pruebas que por momentos pareció hundirlo, pero para reflotar y salir triunfante, porque la arcilla económica y comercial había creado el muro que permitía superar cualesquiera otras dificultades.

Papel que las comunidades de los bloques de países del norte y el sur de Sudamérica, asignaron a la Comunidad Andina de Naciones, CAN, y al MERCOSUR, y que en el caso de la primera avanzó exitosamente durante dos décadas con resultados que inducían a pensar que, económica y comercialmente, los países del área andina llegarían al siglo XXI siendo uno.

En cuanto al MERCOSUR, puede decirse que en 10 años, a pesar de las dificultades, no tenía porque esperarse que fuera diferente a la CAN, hasta que en a finales de la década de los 90 advino el suceso que culminaría en UNASUR, pero no sin antes destruir a la CAN y dejar al MERCOSUR en el peor momento de su historia.

Nos referimos al triunfo en las elecciones presidenciales venezolanas de diciembre de 1998, del caudillo neopopulista, neosocialista y neomarxista, teniente coronel, Hugo Chávez Frías, quien desde que asumió la presidencia en febrero de 1999, inició un proceso de destrucción sistemática de la CAN, dizque porque olvidaba los objetivos de unión y liberación política de los países del área andina del subcontinente, mientras se dedicaba a promover exclusivamente una integración económica y comercial que solo favorecía a las oligarquías, a las burguesías y los centros de poder mundiales, encabezados por los Estados Unidos.

Pienso que están demasiados frescos y fueron lo suficientemente dramáticos, los episodios en los que Chávez se dedicó a vapulear, insultar, despotricar, denigrar y amenazar a los presidentes del área andina que insistían en que los objetivos políticos de la CAN eran indesligables de sus objetivos económicos, como para que vuelva a recordarlos, aún cuando no estará demás señalar que, si bien ni uno solo de los presidentes adversarios del caudillo neopopulista se sintió amedrentado y en peligro de derrumbarse, la Comunidad Andina de Naciones, si lo hizo.

Anotemos únicamente que llegó a ser tanta la saña de Chávez contra la integración regional, que en mayo del 2006 renunció a ser miembro de la CAN y desde entonces ha instrumentado una suerte de peregrinaje para que el MERCOSUR lo acepte entre su membresía, aunque sea como miembro asociado, pero sin resultados.

Y ello en circunstancias de que otros dos presidentes de países miembros de la CAN, populistas de la variante Chávez, y que les siguen instrucciones, como Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador, le han pedido por todos los medios y formas que se reincorpore, pero sin que el caudillo bolivariano atienda sus clamores.

Y menos mal que es así, ya que de estar Chávez haciendo mayoría en la CAN con Morales y Correa, contra Álvaro Uribe y Alan García, es seguro que de la unión que costó 20 años crear, y sirvió de modelo a otras uniones de este y otros continentes, no quedaría ni el polvo.

Y es que, para Morales y Correa, al igual que para su mentor Chávez, la unión regional no debe ser para ayudar a los más débiles a salir del infierno de la pobreza, las injusticias sociales y la desigualdad y situar a América del Sur en el mapa de la revolución tecnológica del siglo XXI, sino para promover la revolución, el socialismo, la salvación de la humanidad, y derrotar al archienemigo de los pueblos y la revolución: los Estados Unidos de Norteamérica.

O sea, que los 3 caudillos delirantes, altisonantes, alocados, intragables e ineligibles terminaron asignándole a la CAN el papel que jugó la extinta Unión Soviética durante la Guerra Fría, pero en circunstancias de que el país de Lenin y Stalin sí tenía una misión histórica y política que cumplir y se dotó de los ejércitos y arsenales nucleares necesarios para lograrla.

Situación que no es la de los países de América del Sur, que ya saben lo que es el socialismo, la liberación de los pueblos y la dictadura de clases marxista: el camino más expedito para agudizar la pobreza, la desigualdad y las injusticias, mientras los caudillos acumulan un poder personal sin parangón en la historia.

En cuanto al MERCOSUR, sería injusto decir que siguió la misma trayectoria de la CAN, o sea, una espiral de progreso cortada en dos a raíz de la fiebre neopopulista que invadió la parte norte del subcontinente a partir de 1999, aunque sí debemos subrayar que se desaceleró después que dos países del llamado Cono Sur, Brasil y Argentina, resultaron infectados por una versión benigna del virus neopopulista, y cuyos presidentes, Luíz Inacio Lula Da Silva y Néstor Kirchner, si bien no han liquidado la unión del sur, como hizo Chávez con la CAN, si han actuado para que no expanda y profundice su desarrollo.

Lo peor que se puede decir de ellos, sin embargo, es que retrocedieron las agujas del MERCOSUR más acá del punto en que se creó, que por razones de intereses nacionales no han resuelto el tema de las asimetrías, y que ello ha dado origen a que dos socios menores, Uruguay y Paraguay, se sientan víctimas de dos gigantes que, aparte de expoliarle sus mercados, no les permiten desarrollarse y ampliar sus economías hacia otras regiones, como se ha demostrado en la guerra que ha sufrido Uruguay de los socios mayores por buscar un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, así como con el tema de las papeleras; y Paraguay por la imposición de tarifas que prácticamente representan un saqueo para sus reservas de energía hidroeléctrica.

“Chávez pretende convencernos” decía recientemente el recién electo presidente de Paraguay, Fernando Lugo “que hay que luchar contra el imperialismo de los Estados Unidos, pero para nosotros, los paraguayos, el imperialismo tiene otro nombre: Brasil y Argentina”.

Tabaré Vásquez, el presidente de Uruguay, se ha expresado en diversas ocasiones en un lenguaje similar, como que la insania con que se le ha acusado en tribunales internacionales por el gobierno argentino, no tiene precedentes en la historia de las uniones regionales.

Y de igual manera lo ha hecho el presidente de Bolivia y socio de Chávez, Evo Morales, pero sin que esto le diga nada al caudillo venezolano.

De todas maneras, no puede dejar de subrayarse el daño inmensurable que la versión benigna del virus neopopulista que padecen Lula y los esposos Kirchner, le infiere a las propias economías de Brasil y Argentina, manteniéndolas aisladas, sin su expansión natural al mercado del mundo y asfixiadas en prejuicios y parroquialismos que como lo han demostrado los casos de China e India, es el camino más seguro hacia la ruina, la pobreza, las injusticias y la desigualdad.

En otras palabras, que para llegar a UNASUR hubiera sido necesario que la CAN y el MERCOSUR cumplieran cabalmente con sus objetivos económicos y comerciales, de modo que una unión más política y social contara con el activo en riqueza líquida e ilíquida que permitiera acometer las tareas por la igualdad, la justicia y el progreso, pero sin las frustraciones y odios que siempre dejan la pobreza y la escasez de recursos.

De modo que no hay otra forma de interpretar UNASUR, sino como un intento de bypasear los fracasos de la CAN y el MERCOSUR, pero sin atacar la verdadera causa que ha determinado su colapso en los últimos 10 años y que no es otra que la ola de neopopulismo agudo y benigno que ha desvirtuado los objetivos de las dos uniones, las ha convertido en pasto de utopías tan inviables como inútiles, y han determinado su resquebrajamiento y virtual desaparición.

Y que no va a dejar de incidir porque ahora estén en UNASUR y no en la CAN y el MERCOSUR, sino que es previsible que en cuanto cese el bajón que sufre el neopopulismo agudo como consecuencia de su hórrida intromisión en el conflicto interno colombiano, vuelvan a cebarse en la nueva unión regional tan pronto perciban que la mayoría de los países no entiende la integración como una vía para aislarse, sino para hacer parte de la economía global y mundial.

Una muestra del futuro de UNASUR de persistir en el subcontinente la ola de neopopulismo agudo, podría encontrarse en la forma como Rafael Correa y Evo Morales, se negaron en la reciente cumbre UE-ALC de Lima, a firmar el acuerdo para integración de la UE-CAN alegando que se trataba de una réplica de los tratados de libre comercio con los Estados Unidos.

Y así como ese, otros casos, en los que ya veremos a Lula, y a los esposos Kirchner, actuando como niñeras de los adolescentes tardíos y malcriados, Chávez, Correa y Morales, para quienes la política, como la revolución y la unión regional, no son otra cosa que un gran guiñol donde juegan a la guerra, a la liberación de los pueblos y hacer la revolución.

Porque la presidente de Chile, Michel Bachelet y el presidente de Perú, Alan García, ni pendientes…ya ellos tienen sus tratados de libre comercio con los Estados Unidos.

Y en cuanto al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, tendrá el suyo a más tardar el próximo año, según una entrevista que dio el viernes a la agencia EFE el precandidato del partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama.

O sea, que si no lo hace Mac Cain o Hilary Clinton por que no resulten electos, el primero a la presidencia y la segunda a la nominación, lo hará Obama.

De modo que…tranquilo Uribe.

 
 

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