Una medida de la extrema
adicción de Chávez por los petrodólares que fluyen de los
bolsillos de los consumidores norteamericanos de gasolina
y de otros derivados de los hidrocarburos, la vimos el
viernes en la noche, cuando, pasadas 24 horas de su
escatológica expulsión del embajador norteamericano del
territorio nacional, llamó a un programa de televisión del
canal oficial, hablando pasito, casi que pidiendo perdón,
dando explicaciones, diciendo que la medida no tenía
porque afectar las relaciones comerciales ni de otro tipo
entre los dos países, y, como es su costumbre, dejando la
puerta abierta para que en cuestión de días, o semanas,
los embajadores de Venezuela y Estados Unidos regresen a
sus puestos de trabajos y todo concluya en el ya conocido
y aburrido: “Aquí no ha pasado nada”.
Remake de lo que sucedió a comienzos de marzo, cuando,
después de pasar semanas despotricando del presidente
colombiano, Álvaro Uribe, y su gobierno, de amenazar con
la movilización de 10 batallones que nunca llegaron a la
frontera y proclamar que Venezuela no limitaba al
occidente de su territorio con Colombia sino con la FARC,
corrió, cual damisela arrepentida, a abrazarse con el
objeto de sus odios del día anterior, a pedirle perdón y
prometerle una etapa de paz y amor donde no volvería a
decirle al antioqueño ni “esta boca es mía”.
Pero antes, pasó del odio al amor más extremo, con el
candidato a la presidencia del Perú, Alán García, del cual
dijo que era un “corrupto, ladrón, estafador y marrullero”
y no tendría jamás relaciones diplomáticas con su gobierno
si resultaba electo, pero solo para abrazarlo y declararle
“amistad eterna”, meses después que el aprista asumiera la
presidencia del país de los Incas.
Los líderes mexicanos del PAN tienen también una historia
que contar en lo que se refiere a este venezolano
revolucionario, socialista y heredero del legado de Fidel
Castro, el cual pasó semanas insultando al entonces
presidente, Vicente Fox, se negó a reconocer el triunfo de
Felipe Calderón a la presidencia de México, pero para
después convertirse en un aliado sumiso que no ha vuelto a
asomar las narices en los asuntos internos del país de los
corridos.
Cuentos que igualmente podría tocarle relatar dentro de
poco al expresidente del gobierno español, José María
Aznar, como ya le tocó al rey, Juan Carlos de Borbón, si
es que en las próximas elecciones, el candidato del PP a
la presidencia del gobierno, Mariano Rajoy, termina con el
apoyo de la mayoría de los electores.
Pienso, sin embargo, que la expulsión de Patrick Duddy,
por lo desproporcionada, gratuita, injusta, irracional,
escatológica y disparada contra un funcionario que se
mantuvo siempre distante de los asuntos internos del país
y solo se dedicó a distribuir entre los niños y jóvenes de
los barrios de Venezuela la ayuda usual para un país que
comparte con Estados Unidos la pasión por el béisbol, no
va a suceder sin consecuencias, ni será objeto de un
borrón y cuenta nueva, por más que Chávez ya se bajó los
pantalones y corrió a declarar en el canal 8 que aspiraba
a seguir disfrutando de la factura que le garantiza las
exportaciones de millón y medio de barriles diarios de
crudo al mayor consumidor del mundo.
Y ello por algunos detalles sencillos y de fácil
compresión para un jefe de Estado medianamente informado y
que digiriera de manera objetiva la situación real de las
relaciones comerciales entre los dos países, y que se
grafican con una sola palabra: petróleo, petróleo y más
petróleo
Y el dato más importante al llegar aquí, es que los
precios del principal y casi único producto de exportación
venezolano, desde hace aproximadamente mes y medio, vienen
desplomándose de manera creciente y sostenida en los
mercados, al extremo de cotizarse el 20 de julio a 147
dólares el barril, para caer a menos de 99 dólares el
viernes, al cierre de la Bolsa de Nueva York.
O sea, una caída del 31, 9 por ciento en menos de dos
meses, que es el desplome más depresivo experimentado por
el mercado en los 100 años de historia de los
hidrocarburos, y es consecuencia, tanto de la recesión que
azota en este momento a las economías más industrializadas
de América, Europa y Asia, como de la incorporación de 3
millones y medio de barriles diarios, provenientes del
Irak que cada día escapa más y más al flagelo de la guerra
y el terrorismo.
Hace 3 días leíamos en un medio austriaco que citaba
fuentes de la OPEP: “Las cifras de producción de la OPEP,
indican que a partir del segundo trimestre del 2008, la
producción de crudos de Irak supera a la de Venezuela. Y
para julio de este año, superó en promedio a la venezolana
en 192 mil barriles diarios. El hecho es que un país con
un notorio conflicto interno ha podido llevar adelante un
plan de recuperación de su producción, mientras que
Venezuela anuncia, una producción de 3 millones de
barriles diarios que nadie certifica”.
De modo que, a olvidarse de estar prendiendo velas a los
dioses de la etnicidad para que se repitan los desastres
del huracán Katrina, para que un conflicto bélico derivado
de una invasión a un país del Medio Oriente, o de amenazas
de poner fin al suministro de crudos, como la lanzada por
Chávez la noche que anunció la expulsión de Patrick Duddy
con segundas intenciones, vayan a subir los precios, pues
ni el recorte de la producción por 500 mil barriles
diarios anunciado por la OPEP en la reunión de comienzos
de semana en Viena, ni el ingreso del huracán Ike al Golfo
de México, operaron el milagro de anular la ley de oferta
y demanda, que determina que, a menos demanda, más oferta,
y consecuentemente, más precios a la baja.
Pero por si todo esto no fuera suficiente para abatir a
los petrodictadores, a gente como Chávez, Ahmadinejad,
Putin, Correa y Morales que contaban con un flujo
creciente de petrodólares para seguir financiando sus
delirios expansionistas, colonialistas y neoimperialistas,
en lo que toca al primero, al petrodictador venezolano, a
Chávez, día a día llegan noticias de una Corte de Miami,
donde un grupo de seudoempresarios socios de la corrupción
populista, de las ilegalidades y de la injerencia del
teniente coronel en los asuntos internos de otros países,
están contando cómo la revolución militarista opera con
una plataforma sustentada por el dinero negro del
petróleo, las drogas y la ilicitud, para que Chávez se
pavoneé como una figura fundamental en el continente y en
el mundo y el cual, quita y pone presidentes según
amanezca de mal o buen humor.
Una estación de escándalos de donde salen las acusaciones
y los expedientes con los cuales el gobierno de Washington
está enfrentando a la retórica seudorrevolucionaria y
conminándola a que se defienda en los tribunales penales
globales e internacionales.
Ya a pocas de anunciada la expulsión del embajador Duddy,
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, anunciaba
que acusaba formalmente a 3 altos funcionarios de la
administración chavista, al exministro del Interior y
Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, al director de la DISIP,
Henry Rangel Silva, y al Director de la DIM, Hugo Armando
Carvajal Barrios, de “prestar ayuda material a
narcotraficantes colombianos, y a miembros de la
organización narcoterrorista, Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, FARC”.
O sea, que pasan a ser reos de la justicia norteamericana,
a congelársele sus bienes en territorio norteamericano y a
ser blanco de acusaciones en los organismos multilaterales
responsables de combatir el crimen organizado, léase, el
narcotráfico y el terrorismo.
Y cómo se trata de una acusación extensible a la mayoría
de los altos funcionarios y socios capitalistas de la
revolución chavista, entonces nos encontramos conque la
revelación de los delitos de Chacín, Carvajal y Rangel,
podría ser el primer folio de una requisitoria contra
Chávez y su gobierno por “Estado al margen de la ley y
forajido”.
De modo, que no cuesta visualizar el futuro de Chávez y su
gobierno en lo que le resta de permanencia en el poder: un
estado petroadicto pobre y cada vez más urgido de dosis de
petrodólares que no llegan ni con la afluencia, ni la
cantidad de hace unos meses; al par que acosado en
instancias jurídicas internacionales por haber constituido
su gestión en una actividad mafiosa y gangsteril que, no
por azar, lo convirtió en el socio preferido de Marulanda,
Antonini, Putin, los esposos Kirchner, Mugabe, Kauffman,
Lukashenko, Durán, King Jong-Il, Maiónica, Fidel Castro y
Ahmadinejad.
Claro, eso si evita con un autogolpe o un fraude que el
pueblo de Venezuela le reduzca su poder casi a cero en las
elecciones para alcaldes y gobernadores del 23 de
noviembre próximo.