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La INTERPOL y el computador de Raúl Reyes.
por Manuel Malaver  
miércoles, 14 mayo 2008


Debe haber mucho nerviosismo en Miraflores con relación a los resultados de la experticia que presentará mañana la INTERPOL sobre los documentos encontrados en el computador de Raúl Reyes, porque si no el presidente Chávez-presintiendo lo peor- no se hubiera lanzado a descalificar en el “Aló Presidente” del domingo al cuerpo policial y a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, en los mismos términos que hizo célebres antes del abrazo de los dos jefes de Estado en la reunión del Grupo de Río en Santo Domingo.

Ruptura abrupta de una suerte de armisticio no negociado ni firmado, pero posible y esperado y que se pensó sería la plataforma para que las relaciones colombo-venezolanas volvieran al nivel que por 8 años hizo de los dos países los mejores socios comerciales de América del Sur.

Por lo menos, así lo pensó Chávez, quien después de amenazar con cruzar la frontera para darle una elección al antioqueño y a su Ejército, dio tal frenazo que dejó en la estacada a los presidentes de Ecuador, Rafael Correa y de Nicaragua, Daniel Ortega, para ofrecerse acto seguido a ponerle fin a los estropicios que el mismo había propiciado.

Uribe, de su lado, se mantuvo más escéptico, más distante, y sin negarse a avalar los acuerdos que habían surgido de la alocada cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo, se dirigió más bien a comprobar cuán seria era la promesa de los 3 socialistas que de repente cambiaron de opinión y se convirtieron en campeones de la paz.

No se equivocó, por cuanto Correa, que ya había hecho una primera vez de títere de Chávez, no quiso hacerlo una segunda, y persistió en criticar y enfrentar a Uribe en la idea de presentarlo como agresor y culpable de que las FARC tuvieran un campamento en territorio ecuatoriano.

Lo que siguió después es que, tanto el gobierno colombiano, como sus aliados internacionales, presionaron a Chávez para que por lo menos hiciera callar a su pupilo, pero al no lograrlo, el presionado terminó siendo él.

Pero lo peor es que, de la impotencia del líder máximo de la revolución continental y mundial, surgió la sospecha de que pudiera estar de acuerdo con Correa para mantener una suerte de pistola apuntando a la cabeza del antioqueño, siendo que, de lo que realmente se trata es que el desprestigio de Chávez por bravucón se ha elevado a tales niveles que ya ni un jefe de estado insuficiente mental como Correa le para.

Y es aquí donde el comandante-presidente empezó a recibir la presión del computador de Reyes, pues se piensa que siendo el único socialista y revolucionario que tiene que dar cuenta por los documentos que de manera tan explícita lo involucran en las actividades terroristas de las FARC, haría un esfuerzo extra para que tanto Correa, como Ortega, honren los acuerdos que firmaron, primero en Santo Domingo y después en la reunión de cancilleres de la OEA en Washington.

Y si no, Chávez se verá transitando a partir de mañana por el calvario de que ya no son solo investigaciones periodísticas, ni informes de inteligencia, los que hablan de su cercanía y colaboración con un grupo terrorista como las FARC, sino también una autoridad internacional dependiente de la ONU, con los recursos, experiencias y mecanismos necesarios para pronunciarse, más allá de toda duda razonable, sobre la autenticidad de los documentos encontrados en el computador de Reyes.

Y después del pronunciamiento de mañana, no quedaría sino esperar que los organismos multilaterales en las instancias que tienen que ver con la defensa de los derechos humanos, actúen y actuar en este caso es, primer lugar, pedirle cuentas a Chávez de por qué llegó tan lejos en sus relaciones con una organización acusada de la comisión de crímenes contra la humanidad.

De modo que tuvo razón Chávez en su pataletera del domingo contra la INTERPOL y Uribe, pues del resultado de las experticias que el cuerpo policial presentará mañana, va a depender que empiece a tratárselo o no como el jefe de un estado forajido.      
 

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo.

 
 

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