Costará
mucho precisar en un futuro próximo si fue la terquedad,
la ingenuidad o la irresponsabilidad, la causa eficiente
del fracaso del experimento político que Hugo Chávez llamó
“socialismo del siglo XXI”, y algunos de sus críticos
“capitalismo de estado” puro y simple.
Etiquetas que de todas maneras no expresan la enormidad
del absurdo de un esfuerzo, que no tenía un átomo de
probabilidad de salir exitoso, que se demostró inviable
desde el primer día, y sin embargo, fue sostenido porque,
Chávez, pensaba que triunfaría donde fracasaron Lenin,
Stalin, Mao, Kim Il Sung y Castro.
O sea, que frente a Chávez espantaban las ruinas aun
humeantes de la URSS, China, Cuba, Corea del Norte y del
resto de los países comunistas, y a pesar de, insistió en
imponerles a los venezolanos un viaje hacia el mismo
paisaje árido, pútrido, retorcido, e infestado de basura
mohosa y repelente.
El colmo de colmos, sin embargo, es que enfrentado al
desastre del socialismo del siglo XXI, a la catástrofe de
su propio socialismo, al colapso de la nueva utopía con la
cual pretendió corregir la vieja y lo que hizo fue
replicarla y aumentarla, Chávez se niega otra vez a
aterrizar en la realidad, a escuchar la voz de los hombres
y mujeres que le hablan en venezolano e insiste en
reinstrumentar una mentira que de, tan conocida y sufrida,
no cursa sino entre muecas, picadas de ojo y mal disimulas
burlas.
Buena prueba de ello es el incidente ocurrido el viernes
de la semana pasada en Santa Bárbara de Barinas, cuando en
una reunión con miembros de una cooperativa, hubo de
escuchar a un grupo de campesinos que lo interrumpieron
para decirle que lo planes emprendidos para crear un
pequeño fundo productor de leche “no estaban operativos,
ni tenían rendimiento productivo alguno”.
En cristiano, que se había perdido un año, una cantidad
que pasaba de los 500 millones de bolívares, tierras
laborables, alguna maquinaria y cuando Chávez presentaba
el fundo como ejemplo de empresa socialista, viene un
campesino de nombre, José Maldonado, y le dice:
-Presidente, yo no se de que cooperativa, de que fundo, ni
de que leche habla, porque aquí llevamos un año y lo que
se ordeña es medio litro de leche por vaca.
-Yo creía que teníamos un tremendo centro de producción
aquí-responde atónito-y resulta que cada vaca da una gota
de leche.
Sí, presidente, “una gota de leche”, que es la frase que
se le puede aplicar al conjunto de la producción de las
cooperativas, de las empresas de producción social y de
las ahora llamadas empresas socialistas, y no es por
incompetencia del ministro Jaua, ni de los medianos y
pequeños productores, ni de los obreros, ni de los
campesinos, sino de la inviabilidad del modelo socialista,
sea el viejo o el nuevo, el del siglo XX y el del siglo
XXI, pues su única eficacia es la de promover la ruina, la
miseria y la desigualdad entre los pueblos y países que
cometen el error de creer en las buenas intenciones de
irremediables como usted.
De modo que lo que tiene que hacer presidente es desmontar
tamañas antiguallas, deshacerse de tan aborrecibles
anacrónicas, renunciar a un sistema chatarra que conducirá
a los venezolanos a hambrunas crecientes y recurrentes,
como las que en su tiempo vivieron la URSS, China, los
países del Este y aún viven Cuba cada vez que se derrumba
un país socialista amigo o Corea del Norte cada vez que se
retrasa la ayuda humanitaria internacional.
Desandar lo andado y llamar de nuevo al sector privado de
la economía, darle las garantías jurídicas para producir,
respetar la propiedad privada, estimular el crédito y el
financiamiento, y entender que sin producción capitalista,
no hay distribución, ni justicia social posible-
Creo que la España de Felipe González y sus sucesores, el
Chile post Pinochet, y las Rusia, China, países del Este,
y el Vietnam postcomunistas, tienen algunas ideas que
compartir sobre el tema.
* |
Artículo
publicado en el vespertino
El Mundo. |