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Chávez ordena pulverizar la disidencia
por Manuel Malaver  
jueves, 11 septiembre 2008


Hay una diferencia entre el Chávez que en la campaña presidencial del 98 amenazó con freírle las cabezas a los adecos, y éste, el presidente del 2008, que ordena pulverizar a los candidatos a alcaldes y gobernadores disidentes que decidieron postularse al margen del úkase presidencial, y es que, hace 10 años, Chávez era un candidato más, con una derrota estrepitosa acuesta en su estreno como militar facistoide y golpista y escasas probabilidades de salir electo; y el de ahora, el de septiembre, es el presidente que ha acumulado más poder en la historia de Venezuela después de Juan Vicente Gómez, y puede hacer realidad, lo que antes, más que amenaza, pareció una broma.

Para confirmarlo, la horda que encabezada por el presidente del Consejo Legislativo del Estado Barinas, Miguel Ángel León, atacó el sábado en la noche la sede de la alcaldía de la ciudad capital, pintando consignas contra el alcalde y candidato a la gobernación, Julio César Reyes, quien había decidido renunciar al chavismo en protesta por la conversión de la entidad en un feudo y propiedad tribal de la familia Chávez que lleva un decenio, expoliándola.

En otras palabras, que antes de tomar la drástica decisión de separarse del “socialismo del siglo XXI”, Reyes, y el también disidente y candidato a alcalde de Barinas, Wilmer Azuaje, se cansaron de denunciar los abusos y tropelías de la llamada “familia imperial”, que, lejos de ser investigada por el Chávez presidente y controlada y limitada en su insaciable acumulación de tierras y capital, recibió todo el apoyo para que siguiera creciendo como una hidra letal que engulle cuanto objeto de valor se le cruza en su camino.

Así, por ejemplo, cuando comenzó el año electoral en curso, había un Argenis Chávez que aspiraba suceder en la gobernación al fundador de la dinastía, Hugo de los Reyes Chávez; otro, Narciso Chávez, que pretendía ser alcalde de Barinas; y un último, Aníbal Chávez, que era candidato a reelegirse como alcalde de Barinitas.

Aberración nepótica y escándalo de corrupción sin precedentes en la historia pasada y reciente del país, que generó una protesta nacional y obligó a Chávez a moverse para disolver y dejar sin red ni avío a la que ya era una pura y simple “Cosa Nostra”.

No se crea que lo hizo, sin embargo, para promover a algunos de los muchos chavistas barineses que se habían unido a la protesta y era quienes más abogaban por el adecentamiento del estado, sino para ungir al mayor de los hermanos Chávez, Adán, para cedérselo y continuara la tradición que con tanto esmero había instaurado el padre.

Y esta fue la gota que rebasó el vaso, el motivo para que Julio César Reyes, y Wilmer Azuaje, se lanzaran como candidatos a gobernador y alcalde y se pusieran al frente de los cientos de miles de ciudadanos que claman por el fin de la dinastía Chávez y se limpien y exorcicen las tierras por las que alguna vez cabalgó, Ezequiel Zamora.

Por ahora, Chávez, comenzó rebautizando a Julio César Reyes, como Judas César, no se sabe si en alusión a aquel Judas que traicionó a Cristo por 30 monedas y después terminó colgándose de un árbol; o de Julio César, el fundador del imperio romano que traicionó a la república y concluyó siendo asesinado en el senado de más de 40 puñaladas.

En todo caso, una clara alusión a la sangre, a la condena, al castigo, al suicidio, al asesinato, a la suerte que espera a quienes, atreviéndose a traicionar al dios, al caudillo, al jefe, al comandante, al omnipotente, no los puede esperar sino la pena máxima.

Claro, sin olvidar que estamos en Venezuela y en el siglo XXI, en tiempos en que el padrecito Stalin, el presidente Mao y el comandante en jefe Fidel, no pueden ser evocados sino como alegorías, si bien no está demás advertirles a los disidentes que llegado el caso, cambiando las condiciones, provocando los instintos feroces, también pueden terminar como muchos rebeldes que en el pasado se alzaron contra la autocracia y la tiranía: en el paredón y gritando…¡Viva Stalin!...perdón, Chávez.

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo.

 
 

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