Sea
por la oposición del gobierno venezolano a que Brasil se
convierta en el líder mundial de la producción etanol, o
por las críticas del presidente Chávez al nuevo aire que
viven las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y
el país líder del Mercosur, o porque después de 8 años al
frente de una revolución tumultuosa y tumultuaria, Chávez,
no deja de comportarse como un adolescente tardío y
pendenciero, lo cierto es que la opinión pública brasileña
experimentó en el último mes un cambio rotundo en la
percepción que tuvo hasta poco del líder populista,
bolivariano, tropical y caribeño.
Lo revela de manera dramática una encuesta publicada a
comienzos de semana por la firma Datafolha, y en la cual,
el número de brasileños que cree que es más rentable tener
buenas relaciones con Bush que con Chávez, apareció en un
cómodo primer lugar.
En la misma onda, el 55 por ciento de los consultados no
encontró contradicción alguna en tener buenas relaciones
con el tejano y el llanero, y solo el 45 por ciento se
dividió, casi de a mitad, en preferencias exclusivas o por
Bush o por Chávez.
Un dato adicional de la muestra, pero de extrema
significación dado el empeño de Chávez en convertir a
Brasil en una cabeza de puente para la expansión de la
revolución, es el de la medición de los porcentajes sobre
cuál de los de los dos presidentes es el más recordado,
pues se encontró que mientras el 66 por ciento supo decir
correctamente el nombre de Bush, solo el 31 por ciento
recordó a Chávez.
Y tal olvido, pienso yo, a pesar de que Chávez dice
gobernar con el corazón “partío” entre Brasil y Venezuela
y que, de la misma manera que podría decirse que es el
presidente del país de Bolívar, también podría afirmarse
que es copresidente, o corregente, del país de Abreu de
Lima.
Fíjense que hasta 10 viajes ha emprendido el caudillo
revolucionario a la tierra de la samba, y que en sus
largos periplos ha mitineado sin límites de tiempo,
espacio, ni temas, que ha proyectado desde gasoductos que
alumbrarían selvas, llanuras, campos, montañas, pueblos y
ciudades, hasta flotas petroleras que surcarán los mares,
pasando por complejos habitacionales, siembra de millones
de hectáreas, conquista de desiertos y la reforestación de
la cuenca del río Amazonas.
De modo que omnipresencia personal, centimetraje abusivo
en los medios impresos y exposición machacona en
noticieros de radio y televisión han sido las armas con
que el populista ha bombardeado de manera inmisericorde a
una lectoría y a una teleaudiencia que, quién sabe si no
llegó preguntarse si Chávez era presidente de Venezuela o
de Brasil.
Y sin embargo, semejante estado de sitio mediático
pareciera que de repente se rompió, y no solo en la
opinión de simples ciudadanos que están diciendo a través
de las encuestas que la buena estrella de Chávez se apagó
en el Sur, sino que connotadas figuras del establecimiento
político están hablando fuerte y expresando su rechazado
al experimento que horada la democracia y el estado de
derecho en América latina.
Un ejemplo es la declaración que acaba de formular el
ministro de Comunicaciones de Brasil, Helio Costa, quien
preguntado sobre si el proyecto de televisión de servicio
público que en este momento planifica su despacho tenía
algo que ver con la televisión que promueve la revolución
bolivariana, afirmó:
“El presidente de Venezuela” dijo “puede ser muy
carismático, pero hace una pésima televisión. Como
ministro de Comunicaciones tengo derecho a hacer las
críticas a cualquier programa de televisión que se muestre
en Brasil, y esa televisora venezolana que llega a Brasil
es hilarante. Para reírse tiene una gran utilidad. Es
mejor que el Chavo mexicano”.
Pero el expresidente, Fernando Henrique Cardozo, también
se creyó obligado a terciar en el deslinde que al parecer
crece como espuma con relación al tema de Chávez en Brasil
y soltó una declaración que es casi un epitafio para los
días en que los brasileños se movían con cuidado a la hora
de evaluar al bolivariano y su revolución:
“Castro hizo una revolución. Chávez no hace ninguna
revolución, solo juega a nivel simbólico. Fidel también
participa porque le está pasando su liderazgo a Chávez…en
el nivel ideológico…pero Chávez no propone una revolución
auténtica en Venezuela”.
De modo que, no uno, sino tres pronunciamiento del más
amplio espectro de la opinión pública de Brasil y para
decir que Bush antes que Chávez, que la televisión de la
revolución es un bodrio indigerible y que Chávez, más que
revolucionario, es un copión de Castro… pero en el aspecto
simbólico.
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Artículo
publicado en el vespertino
El Mundo. |