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El carmonazo de Chávez
por Manuel Malaver  
miércoles, 16 mayo 2007



No es fácil explicarlo, pero mientras más reflexiono sobre la reforma constitucional que implementa el presidente Chávez desde que la Asamblea Nacional le aprobó la mega Ley Habilitante, más me convenzo que estamos frente a un replay de aquel superdecreto con el que Pedro Carmona borró de un plumazo, en pocas horas y sin que le quedará nada por adentro, los 350 artículos de la constitución vigente.

Y miren cómo han criticado Chávez y sus adláteres aquel “crimen” del más efímero de los presidentes venezolanos de todos los tiempos, cómo han fatigado calificativos, insultos, y decisiones judiciales para condenar al que juzgan un reo de lesa patria porque se atrevió tocar el texto sagrado que había sido aprobado dos años antes para refundar la república y crear las bases que conducirían a su liberación definitiva.

Pero solo para imitarlo y superarlo de la manera más audaz y conspicua, pues si la “derogatoria” de Carmona se hizo para convocar una constituyente que redactara una constitución más democrática, libertaria y que respetara la independencia de los poderes, y los derechos y garantías ciudadanas, Chávez se dejó de remilgos y pasó a redactar el mismo un nuevo texto, en el mayor secreto y sin consultar nadie, pues ya había decidido que la jugada era para convertirlo en el primer monarca nacional de origen vernáculo, totalitario y revolucionario.

Fíjense si no, en la disposición que establece la reelección indefinida en un país donde los miembros del CNE y del TSJ proclaman que son gobierneros y militantes del partido oficial, así como los artículos que barren o mediatizan la descentralización, la elección de gobernadores y alcaldes y la independencia del movimiento sindical.

Y sin contar, que en estos mismos días Chávez está creando un partido único, el PSUV, que seguramente será consagrado en la Carta Magna como el único partido oficial, socialista, honesto y revolucionario, dando inicio al proceso que partirá la sociedad civil venezolana entre quienes se someten al caudillo y pasan por tanto a disfrutar las migajas del estado, y los rebeldes que serán marginados, controlados, perseguidos y forzados al exilio.

Cierto es que se podría alegar que la “derogatoria” de Carmona se resolvió en un conciliábulo carente de legalidad y legitimidad, pero, de igual manera ¿una Asamblea Nacional monocolor que se limitó a “carmonizar” a Chávez dándole facultades para tachar 110 artículos de la bolivariana y sustituirlos por otros tantos de su inspiración, es legal, es legítima?

Porque okey, Pedro Carmona estaba urgido por darle una salida constitucional a una situación de facto y realmente no podía, ni confiar en una asamblea con mayoría chavista, ni convocar otra en un fin de semana ¿pero Chávez no podía llamar a “sus” asambleístas a legislar y darles el consuelo de que al menos simularan que eran ellos y no organismos ni individualidades infacultas las que asumían tamaña responsabilidad?

Y aquí es donde concluimos que la aspiración autocrática de Chávez no tolera siquiera un poder legislativo de papel, y que, así como la nueva constitución podría perfectamente intercambiar con la vieja los calificativos de “bolivariana” por “chavista o chaviana”, también habría que prepararse para que las próximas leyes y constituciones a aprobarse (las revoluciones son fecundas en el ramo) sean producto de la genialidad de tan calificado legislador.

Tal cual hacían conquistadores como Napoleón, y libertadores como Bolívar, que no era solo que dirigían grandes ejércitos y derrotaban países e imperios, sino que fundaban repúblicas y las normaban de acuerdo a constituciones de su propia inspiración.

¿Será el próximo paso en la carrera meteórica del Centauro de Sabaneta? …Quién sabe…Pero que se preparen Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.      
 

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo.

 
 

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