Viendo
el entusiasmo, alegría y exultación con que Chávez recibió
la invitación de Manuel Marulanda para que lo visite al
santuario guerrillero donde presuntamente van negociar la
liberación de 700 rehenes en poder de las FARC, me ha
entrado la sospecha si no era ésta la finalidad única y
última en el intento de dos de los hombres más violentos
del subcontinente por convertirse en los artífices de la
paz colombiana.
Estratagema que se desarrolló según el esquema de proponer
pasos que se aceptaron en un primer momento, pero para ser
descartados inmediatamente y reemplazados por otros que se
desecharon de nuevo, para al final enfrentar al gobierno
colombiano con el hecho cumplido de que Chávez y Marulanda
se habían salido con la suya.
El curso que siguió una programada reunión de Chávez con
líderes guerrilleros en una reciente visita a Bogotá,
ilustra la secuencia a cabalidad, pues se planificó con el
beneplácito de Uribe, Chávez y Marulanda, pero para irse
esfumando, disolviendo y configurando en algo totalmente
distinto a lo pautado.
Nos referimos a que de Bogotá la reunión se transfirió a
Caracas y al propio Palacio de Miraflores, y no ya con
jefes guerrilleros innominados y de segunda, sino con el
mismísimo, Manuel Marulanda Vélez.
Ahora resulta que la invitación es de Marulanda para
Chávez y a lo más profundo de la selva donde el Zipá tiene
su estado mayor y espera a Chávez para iniciar su supuesta
gestión humanitaria.
Y si los dejan, seguramente que este encuentro si tendrá
lugar, pues lo que buscan los dos caudillos no es otra
cosa que darle tiempo a la guerrilla ante una de las
ofensivas más devastadoras del Ejército colombiano, a la
par que legitimar y procurarle status de beligerancia a
una organización terrorista acusada de crímenes contra la
humanidad que, no obstante, tiene el poder de fuego
suficiente para que el jefe de estado del país donde opera
autorice al presidente de un país vecino para que la
visite y proclame como el otro gobierno, el otro factor al
que es mejor rendírsele porque si no, no hay paz y los
rehenes no vuelven a casa.
A este respecto no habría sino que imaginar la tremenda
cobertura de medios que tal acontecimiento generaría con
los miles de reporteros, camarógrafos y fotógrafos, las
cientos de cadena de radio y televisión que se
trasladarían a la selva a trasmitir el acontecimiento
insólito de que las FARC aceptan liberar todos o algunos
de los rehenes, pero a cambio de que se olviden por meses,
o quizá años, el asesinato reciente de los 10 diputados
que aun no encuentran cristiana sepultura.
Que a la vez sería un golpe maestro de propaganda a favor
del comandante Chávez, con su imagen maltrecha en los
países democráticos del mundo por el cierre de RCTV, la
corrupción que campea en Venezuela y es exportada a todos
los países donde la revolución traslada equipos, asesores
y ayudas y el intento del caudillo de reformar la
constitución para convertirse en el primer monarca de
Venezuela y América latina.
Y todo sin contar, que de afincar planta en tierra de
guerrilleros, irregulares, y territorios liberados Chávez
tendría la oportunidad de hacer volar sus fantasías de que
es el heredero de Fidel Castro y Marulanda, que ahí están
los combatientes que crearán los 2, 3, 4, 5 Vietnam y
convertirán la cordillera de los Andes en la Sierra
Maestra del siglo XXI.
Pero tanto como eso, de realizar el sueño de sentirse por
fin comandante guerrillero, de igualarse al Che, Fidel,
Camilo, Gabino, El Mono Jojoy, Grannobles, el presidente
Gonzalo, y tantos revolucionarios de a pie en América
latina que sin tomar el poder, ni dar golpes de estado, ni
participar en insurrecciones tienen en su hoja de
servicios el detalle de haber sido guerrilleros de verdad
verdad.
Pero ahora desmejorados y deslucidos por la irrupción de
este guerrillero del siglo XXI que sin combates, marchas,
asaltos, emboscadas, escaramuzas, retiradas, toma del
poder por las armas, pero con muchos petrodólares y desde
aviones privados y hoteles cinco estrellas concluyó siendo
el comandante en jefe del movimiento revolucionario
continental y mundial.
Lo veremos y oiremos desde el “Alo presidente” que Chávez
y Marulanda con toda seguridad trasmitirán desde la selva.
Y en el cual se oirán saludos para Fidel Castro, Daniel
Ortega, Correa, Evo Morales, y quien sabe si hasta para
George Bush y Álvaro Uribe Vélez.
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Artículo
publicado en el vespertino
El Mundo. |