Si
el presidente Chávez logra disolver la FAN copándola y
haciéndola un apéndice de la milicia o la reserva
nacional, entonces no hay duda que merece figurar por
derecho propio en los futuros tratados de la guerra
asimétrica y de la teoría política revolucionaria como el
primer caudillo civil en destruir una fuerza armada por el
solo influjo de su carisma, en paz y sin disparar un tiro.
Hazaña que, no solo no emprendieron, jamás se plantearon
legendas como Lenin, Trostky y Stalin, quienes, tan
temprano como los años 20 promovieron y ganaron una guerra
civil contra los remanentes del ejército de zar ya
escaldado durante la Primera Guerra Mundial; el Mao que
pasa de expulsar a los japoneses de China a derrotar a
Chiang Kai-Schek en una guerra relámpago; o el Fidel
Castro que decide después del Moncada que solo una
guerrilla de naturaleza campesina podía dar al traste con
la dictadura de Batista.
Fueron gestas que resultaron decisivas, tanto para la
conquista del poder, como para construir ejércitos propios
que lo sostuvieran y consolidarán, logrando, de paso,
exportar la revolución y disuadir y mantener a raya a los
enemigos externos.
Pero tanto como eso, para cimentar una mitografía por la
que los jefes revolucionarios en armas se hacían pares de
Aníbal, Washington, Napoleón y Bolívar, y hazañas como el
Paso de los Alpes, Saratoga, Austerlitz y Carabobo
encontraban en el siglo XX sus réplicas en la campaña
contra los cosacos del Don, la Gran Marcha y la toma de
Santa Clara.
Digamos que la revolución chavista ha resultado
escandalosamente aplazada en todas estas asignaturas,
pues, primero, su acta fundacional viene de un golpe de
cuartel que en Venezuela y Latinoamérica se asocia a la
rutina más conservadora y contrarrevolucionaria, llega al
poder a través de un proceso electoral cuyos resultados
favorables “los enemigos de clase” corren a reconocerle,
y, sobre todo, su permanencia en Miraflores es producto de
instituciones heredadas de la democracia como la FAN que,
en cuanto es profesional, apolítica y apartidista, dejó en
manos de la oposición civil la responsabilidad de la
sobrevivencia o el colapso del chavismo.
De ahí que la incomodidad con la FAN del líder albacea de
la herencia castrista y guevarista no pueda ser más
manifiesta, desenvolviéndose en una relación de amor-odio
por la que, “tácticamente”, le suministra equipos y
ventajas para que se sientan confiadas, mientras
“estratégicamente” crea los mecanismos y estructuras que
en un futuro cercano la cercarán, ahogarán y hundirán.
La última crisis en esa relación aparentemente
contradictoria es la medida por la que Chávez reactiva a
un general retirado para que se incorpore a la FAN, lo
nombra públicamente dirigente de un partido político, el
generalato de la FAN protesta y Chávez es obligado a
retirar de nuevo al incorporado, extrañándolo de la FAN,
el partido de gobierno y la revolución.
Pero sin que ello signifique que Chávez se de por vencido,
pues aprovecha el choque entre el general político y
revolucionario, Alberto Müller Rojas, y el general
profesional e institucionalista, Raúl Baduel, para salir
de uno y otro y nombra ministro de la Defensa, al general
jefe de la reserva, Gustavo Rangel Briceño.
Todo lo cual no parece resolver el conflicto, pues habría
que preguntarse si como en los casos del almirante del 3
soles Orlando Maniglia y del general de 3 soles, Raúl
Baduel, el nuevo general de 3 soles, Gustavo Rangel
Briceño, se presta a la destrucción de la FAN por el solo
interés de un poder civil subversivo y enemigo de la
integridad de la FAN y de Venezuela
Porque es que la experiencia está demostrando que antes
que chavistas y revolucionarios, los oficiales decidieron
ser militares de carrera y venezolanos, conscientes que la
desaparición de la FAN es también la desaparición de la
democracia, la libertad y la Venezuela que fundó Bolívar.
Es la última guerra que se libra en el país entre el poder
civil y el poder militar, solo que ahora los civiles están
de lado de la dictadura y la opresión y los militares
institucionalistas del lado de la democracia y la
libertad.
* |
Artículo
publicado en el vespertino
El Mundo. |