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Domingo rojo en Los Próceres
por Manuel Malaver  
miércoles, 7 febreroo 2007



Dicen algunos políticos que esta misma semana acudirán a la Fiscalía a “denunciar al presidente Chávez y a los ministros de la Defensa, Raúl Baduel y de Comunicación e Información, William Lara, por considerar que en la celebración del 4 de febrero realizaron apología del delito e instigación de delinquir al exaltar un golpe de estado”.

Iniciativa que considero oportuna y ajustada a derecho, aunque dudo que pueda ser acogida por el Fiscal, pues sí bien es cierto que la Constitución Bolivariana y el Código Penal vigente no dejan dudas en cuanto a la calificación del 4 de febrero como un golpe de estado, no lo es menos que se trata de un delito político y que, como tal, no es fácil denunciar, juzgar, ni condenar en los tribunales de este o cualquier país.

De ahí que al seguir paso a paso los actos de conmemoración de los 15 años del golpe de estado del 4 de febrero del 92, me fijara en otro ilícito más flagrante, explícito y confeso que la apología del delito y la instigación a delinquir, pero éste sí tipificado en la Constitución Bolivariana y condenado por el Código Penal y el ordenamiento jurídico castrense.

Me refiero a la utilización de la FAN, sus símbolos, sus efectivos e instalaciones en la celebración de un acto de naturaleza eminentemente política y partidista, siendo que la Carta Magna en el Tit: VII (De la Seguridad de la Nación). Cap: III (De la Fuerza Armada Nacional). Art: 328, establece:

“La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna…”.

Ahora bien, los actos celebrados el domingo en Los Próceres para exaltar el golpe de estado del 92, es evidente que contravienen tan capital disposición, ya que, de una parte, involucran a la FAN en una actividad política y partidista, y de la otra, la convierten en instrumento de las propuestas políticas de una persona que, además, no representa a todos, sino a una parcialidad de los venezolanos.

De modo que en este caso, no estamos solo ante el ilícito de la apología del delito y la instigación a delinquir, sino ante la comisión del delito mismo, pues no respetar la Constitución en tema tan fundamental, es claro que lo menos que debería generar es una inhabilitación para el ejercicio de la función pública.

Chávez cree, por el contrario, que son estas ilegalidades las que lo cualifican para aspirar a convertirse en el primer jefe de estado vitalicio de los 500 años de la historia nacional, y ahora sabemos por qué quiere también reformar la Constitución, hacer las leyes que corresponden a tal reforma, e iniciar un proceso mediante el cual a través del control de todos los poderes, Venezuela pase a ser una monarquía con sucesión dinástica y todo.

Y es en la perspectiva de este país cuyo presidente y ministros violan la Constitución sin consecuencias, en el cual un hombre de uniforme asume la facultad de legislar y anuncia que hará reformas y leyes para hacerse reelegir indefinidamente; donde, además, la institución que debe velar por la integridad territorial y la seguridad de todos los venezolanos, es presentada como un partido político, como deben verse los actos que el domingo pasado en Los Próceres hicieron retroceder las agujas del reloj a los tiempos de las peores dictaduras de los siglos XX y XIX.

Y muy en especial de la más fresca, la del general Marcos Pérez Jiménez, que también hacía sus desfiles en Los Próceres, tenía su Socialismo del Siglo XXI en el Nuevo Ideal Nacional, reunía en un haz soldados con empleados públicos y contaba con un ingreso petrolero que, como consecuencia de la guerra del canal de Suez, convirtió al estado venezolano en el más rico de América latina.

Tiempos también de Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Estrada, Fortunato Herrera, Rafael Pinzón, y de otros que no se veían en aquellos ni en este desfile y son, los que sin dar la cara, disfrutan verdaderamente del aspaviento militar.

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo.

 
 

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