Dicen
algunos políticos que esta misma semana acudirán a la
Fiscalía a “denunciar al presidente Chávez y a los
ministros de la Defensa, Raúl Baduel y de Comunicación e
Información, William Lara, por considerar que en la
celebración del 4 de febrero realizaron apología del
delito e instigación de delinquir al exaltar un golpe de
estado”.
Iniciativa que considero oportuna y ajustada a derecho,
aunque dudo que pueda ser acogida por el Fiscal, pues sí
bien es cierto que la Constitución Bolivariana y el Código
Penal vigente no dejan dudas en cuanto a la calificación
del 4 de febrero como un golpe de estado, no lo es menos
que se trata de un delito político y que, como tal, no es
fácil denunciar, juzgar, ni condenar en los tribunales de
este o cualquier país.
De ahí que al seguir paso a paso los actos de
conmemoración de los 15 años del golpe de estado del 4 de
febrero del 92, me fijara en otro ilícito más flagrante,
explícito y confeso que la apología del delito y la
instigación a delinquir, pero éste sí tipificado en la
Constitución Bolivariana y condenado por el Código Penal y
el ordenamiento jurídico castrense.
Me refiero a la utilización de la FAN, sus símbolos, sus
efectivos e instalaciones en la celebración de un acto de
naturaleza eminentemente política y partidista, siendo que
la Carta Magna en el Tit: VII (De la Seguridad de la
Nación). Cap: III (De la Fuerza Armada Nacional). Art:
328, establece:
“La Fuerza Armada Nacional constituye una institución
esencialmente profesional, sin militancia política,
organizada por el Estado para garantizar la independencia
y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del
espacio geográfico mediante la defensa militar, la
cooperación en el mantenimiento del orden interno y la
participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo
con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de
sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y
en ningún caso al de persona o parcialidad política
alguna…”.
Ahora bien, los actos celebrados el domingo en Los
Próceres para exaltar el golpe de estado del 92, es
evidente que contravienen tan capital disposición, ya que,
de una parte, involucran a la FAN en una actividad
política y partidista, y de la otra, la convierten en
instrumento de las propuestas políticas de una persona
que, además, no representa a todos, sino a una parcialidad
de los venezolanos.
De modo que en este caso, no estamos solo ante el ilícito
de la apología del delito y la instigación a delinquir,
sino ante la comisión del delito mismo, pues no respetar
la Constitución en tema tan fundamental, es claro que lo
menos que debería generar es una inhabilitación para el
ejercicio de la función pública.
Chávez cree, por el contrario, que son estas ilegalidades
las que lo cualifican para aspirar a convertirse en el
primer jefe de estado vitalicio de los 500 años de la
historia nacional, y ahora sabemos por qué quiere también
reformar la Constitución, hacer las leyes que corresponden
a tal reforma, e iniciar un proceso mediante el cual a
través del control de todos los poderes, Venezuela pase a
ser una monarquía con sucesión dinástica y todo.
Y es en la perspectiva de este país cuyo presidente y
ministros violan la Constitución sin consecuencias, en el
cual un hombre de uniforme asume la facultad de legislar y
anuncia que hará reformas y leyes para hacerse reelegir
indefinidamente; donde, además, la institución que debe
velar por la integridad territorial y la seguridad de
todos los venezolanos, es presentada como un partido
político, como deben verse los actos que el domingo pasado
en Los Próceres hicieron retroceder las agujas del reloj a
los tiempos de las peores dictaduras de los siglos XX y
XIX.
Y muy en especial de la más fresca, la del general Marcos
Pérez Jiménez, que también hacía sus desfiles en Los
Próceres, tenía su Socialismo del Siglo XXI en el Nuevo
Ideal Nacional, reunía en un haz soldados con empleados
públicos y contaba con un ingreso petrolero que, como
consecuencia de la guerra del canal de Suez, convirtió al
estado venezolano en el más rico de América latina.
Tiempos también de Laureano Vallenilla Lanz, Pedro
Estrada, Fortunato Herrera, Rafael Pinzón, y de otros que
no se veían en aquellos ni en este desfile y son, los que
sin dar la cara, disfrutan verdaderamente del aspaviento
militar.
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Artículo
publicado en el vespertino
El Mundo. |