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Chávez como negociador de la paz colombiana
por Manuel Malaver  
miércoles, 5 septiembre 2007


No deja de ser una hábil jugada política que el presidente Chávez participe en un rol casi estelar en la negociación que busca un acuerdo entre las FARC y el gobierno de Álvaro Uribe Vélez para el canje de 700 secuestrados en poder de las guerrillas y 400 insurgentes presos en cárceles colombianas.

Nudo que ya le procuró al expresidente, Andrés Pastrana, más de la mitad del descrédito que lo presenta como uno de los peores jefes de Estado colombianos de todos los tiempos, y para el presidente Uribe Vélez ha resultado un calvario tan difícil de sobrellevar y superar que prácticamente lo ha convertido en otro rehén de la guerrilla.

Pero tampoco las FARC escaparon al costo de la poca voluntad demostrada para desenredar la compleja trama de los rehenes, pues si bien durante los últimos años han sido la única garantía que evitó que el reforzadísimo Ejército neogranadino fuera a una confrontación final, también le ha desvelado un lado oscuro de crueldad, vesania y absoluto irrespeto por los derechos humanos que contribuye de manera eficiente a que ya sean pocos los que dudan que se trata de una “organización terrorista”.

En cuanto al presidente, Chávez, es evidente que, antes de que Álvaro Uribe y Manuel Marulanda lo aceptaran en su rol de mediador, era un maltrecho líder subcontinental aun acosado por las iras del cierre de RCTV, y la tartamudez de no ofrecer una explicación plausible en el caso en qué un grupo de funcionarios de la estatal petrolera PDVSA viajaban en el mismo avión donde un empresario venezolano quiso introducir 800 mil dólares de contrabando en Argentina, y por tanto, ansioso de que otra oportunidad, de que otro turno al bate, le permitiera relanzarse para aparecer no, como jefe autoritario sino pacifista, no como promotor de la guerra, sino de la paz.

Y es incuestionable a 5 días de iniciado el proceso que lo logró, pues sobre la imagen del líder militar y militarista, del revolucionario violento y colectivista, priva ahora la sombra, el espejismo del buen hermano grancolombiano que es capaz de liberar a 44 paramilitares que cruzaron la frontera para matarlo, para que allá, en el Palacio de Nariño y en el Putumayo aprendan la lección y se sienten a negociar los hombres de los cuales depende la recuperación de la paz colombiana.

Pero igualmente Chávez ha fortalecido a las fuerzas políticas del país vecino que lo apoyan, a gente como Gustavo Petro y Piedad Córdoba que abogan por una salida electoral para la toma del poder, a la par que reuniéndose con una delegación de las FARC en Bogotá e invitando a Manuel Marulanda en Miraflores está contribuyendo como nadie al status de fuerza beligerante del grupo guerrillero para que, tanto en lo interno, como lo externo, se la empiece a ver como el otro gobierno, el otro poder colombiano.

La gran pregunta es: ¿Pero pasará Chávez de ahí, logrará que Marulanda acepte canjear los 700 rehenes por los 400 guerrilleros como un primer paso para un acuerdo macro que conduzca a que gobierno y guerrilla se reconcilien y agencien algún programa de convivencia y reinserción de los insurgentes en la vida civil y democrática?

Y ahí es donde pienso que tanto Chávez, como Uribe, pueden estar siendo víctimas de un espejismo de una fantasía, pues para las FARC y Marulanda los rehenes, no solo son instrumentos de presión política, sino de protección y defensa militar, ya que hasta ahora han resultado unos escudos ideales para evitar una confrontación con el Ejército que tendrían todas las probabilidades de perder.

De modo que para entregarlos, Marulanda exigiría garantías extremas como serían el reconocimiento del estado de beligerancia, el despeje de dos municipios para negociar el acuerdo y un compromiso del gobierno colombiano de aceptarlos y respetarlos como fuerza política legítima, sea en el campo o la ciudad, armada o desarmada, nacional o internacionalmente.

¿Y está Álvaro Uribe en capacidad de dar tales garantías, de llegar a un acuerdo donde más allá de los rehenes y los presos no le quedaría dentro de 4 años sino retirarse a su hacienda de Antioquia como se retiro Pastrana un día a un cargo diplomático en el exterior?

No lo creo y ello me lleva a pronosticar que seguramente vamos a ver una negociación que se va a prolongar en el tiempo más allá de la vida mortal de Marulanda, del gobierno de Álvaro Uribe… y quién sabe si hasta el de Hugo Chávez.

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  Artículo publicado en el vespertino El Mundo.

 
 

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