No
solo no se cosechó, sino que no llegó siquiera a sembrarse
la aventura del partido único que ahora, como otras tantas
aventuras chavistas, quedará circunscrita al tecnicismo
que los médicos forenses llaman “acta de defunción” y en
espera de que manos piadosas le den cristiana sepultura.
En cuanto a la autopsia, fue un aborto de solo dos meses
de gestación y provocado por quienes están conscientes de
que, al suceder el alumbramiento de tal monstruo, el
establecimiento de una dictadura militar, colectivista y
totalitaria en Venezuela era solo cuestión de meses.
Por eso el frustrado padre de la criatura, Hugo Chávez
Frías, puso en juego todo el arsenal cuartelario de
órdenes y contraórdenes que guarda en su impaciencia de
comandante en jefe de pacotilla, pero solo para ver
estupefacto cómo otros jefes menores, los “camaradas”
Ismael García, Didalco Bolívar y Ramón Martínez de Podemos
lo desafiaban, pero sin olvidarse de ponerle los
remoquetes de “intolerante”, “antidemocrático”,
“militarista” y de autor de una propuesta de socialismo
que no se hará realidad sin reprimir a quienes se rebelen
y disientan.
Como sin querer, por ejemplo, Ramón Martínez, recordó en
una improvisada rueda de prensa -después del acto
celebrado el viernes en el Hotel Hilton de Caracas para
fijar posición sobre la participación de Podemos en el
partido único- “Los juicios de Moscú” y cómo “los
camaradas Bujarin y Trosky fueron asesinados por Stalin
por el único delito de disentir”.
O sea, toda una ruptura que en lo inmediato, en la misma
tarde del viernes, había suscitado la suspensión del “Alo
presidente” radial que debía empezar a las 8 de la noche,
y de la agenda presidencial que hasta última hora estaba
congelada y con escasa posibilidad que se reactivara en lo
que quedaba de fin de semana.
No cuesta imaginarse, sin embargo, que la presión tendía a
concentrarse en el embajador de Venezuela en Cuba, Alí
Rodríguez, quien había sido llamado de urgencia a Caracas
desde comienzos de semana para que convenciera a la
dirección del PPT, y en particular al Secretario General,
José Albornoz, para que aceptara la propuesta chavista de
inmolar al PPT en el altar del partido único, pero con el
írrito resultado de que solo la ministra de Industria
Ligeras y Comercio, María Cristina Iglesias, y el
viceministro de Finanzas, Rafael Isea, estaban diciendo
que no había forma de oponerse al “sacrificio
revolucionario”.
Pero también las palabras “negociar”, “ganancia”, y
“ventaja” (de las que tanto abomina Chávez en sus arengas
a cuadros y militantes de la revolución), estaban saliendo
de las Salas Situacionales de Miraflores y del ministerio
del Interior y Justicia, ya que con tal de evitar que la
próxima semana el PPT convoque un acto como el de Podemos
y se niegue a “disolverse” en el partido único, se le
estaban ofreciendo otra vez el ministerio de Educación, la
presidencia de PDVSA, y otro ministerio a elegir.
O lo que es lo mismo: que en una operación de mercadeo muy
típica del capitalismo de todos los siglos, y copiando el
método que en política exterior le ha granjeado a Chávez
apoyos en todos los continentes, se trataba de torcer una
voluntad política tomada como respuesta al intento de
Chávez de extirpar las voces que, por cuanto no proceden
del chavismo “rojo, rojito”, no le permiten de una vez al
autócrata decir y sentir que es el dueño de Venezuela.
Podría haber una tranca infranqueable, sin embargo, en las
negociaciones y no es otra que la del exministro de
Educación, Cultura y Deporte, Aristóbulo Istúriz, quien
fue sacado de mala manera del despacho que ocupó durante 5
años en enero y en medio de rumores de corruptelas
propagadas al parecer por el nuevo ministro Adán Chávez, y
al cual Chávez entre bromas, risas y mala leche despidió
en un acto en el Teatro Teresa Carreño con el augurio de
“que a lo mejor te vas a bailar tambor a Curiepe”.
Pero sin calcular la influencia que seguía manteniendo “el
Negro” entre los dirigentes, cuadros y militantes del PPT,
y que haría valer en el caso de que, por una orden del
mandamás, se obligara a hacerse el harakiri a
organizaciones que en los casos del PPT, Podemos y el PCV,
le procuraron casi 2 millones de votos a Chávez en la
elección del 3 de diciembre pasado.
Y que lejos de convertirse en sus sentencias a muerte,
debieron fortalecer su presencia en el gobierno y en la
alianza revolucionaria, de modo de hacer viable el aporte
de una experiencia política y social que una
administración medianamente democrática habría incorporado
en la idea de hacerse más diversa, amplia y plural.
Y este es el punto o encrucijada en el cual Chávez está
colocando a sus aliados y a su propio partido, que no es
otro que anularse política, social y moralmente para que
el “caudillo por la gracia del estado, el pueblo y el
ejército” se transfigure en una suerte de Leviatán
tropical y caribeño frente al cual no quede otra opción
que respirar, pero pasito.
Ya, para empezar, expropió el derecho a legislar que la
constitución vigente reserva solo a la Asamblea Nacional,
seguía en el orden de prioridades la desaparición de los
partidos y la constitución del partido único y remataba
con el que sin duda es el más escandaloso y criminal de
sus engendros: la desaparición de los poderes civiles
electivos como son las gobernaciones, las alcaldías, los
consejos regionales legislativos y los concejos
municipales por una ficción de democracia directa, los
consejos comunales, financiados por el poder ejecutivo y
que terminarán controlados por el partido de gobierno para
que reciban órdenes del propio Chávez.
De modo que aniquilación, destrucción y arrase más
eficiente y a menor costo de los espacios y valores de una
democracia no puede haber; ejemplo del asesinato de
instituciones por el solo efecto de una verborrea
insufrible y sin disparar un tiro tampoco; y complicidad
de una comunidad internacional dizque democrática que
aparta la vista para atenuar su culpabilidad, mucho menos.
Pero sin que pueda decirse que la sociedad democrática,
plural e incluyente venezolana esté rendida y
subcapacitada para dar respuestas que, como la del
viernes, está viniendo -¿quién lo iba a creer?- del propio
chavismo.