El Golpe a
la salud
pública por
Marino
González
jueves, 10
abril 2008
Ya
el descaro no tiene límites. Hasta raya en la insolencia.
Tanto es el desdén que tiene el gobierno por los problemas
de los ciudadanos y por las buenas prácticas, que utiliza
cualquier oportunidad para ratificar su desprecio por
cualquier normativa, incluso por la Constitución de 1999.
La semana pasada se reunió en Caracas la VII Reunión
Conjunta de Redes de Vigilancia de Enfermedades e
Infecciones Emergentes de América Latina. El objetivo de la
reunión era mejorar los mecanismos de información sobre las
enfermedades en todo el continente. Se parte de la premisa
de que los gobiernos son para ayudar a los ciudadanos. Ergo,
los gobiernos deben informar más y mejor sobre las
enfermedades y aumentar las posibilidades de que los
ciudadanos las eviten o disminuyan.
El gobierno de la “revolución bonita” se aparece en ese
escenario con la lamentable situación de que ha suspendido
la información epidemiológica. El año pasado suspendió el
Boletín Epidemiológico durante casi cinco meses. Quizás por
la presión de organismos internacionales se vio en la
obligación de emitir un último boletín a finales de
diciembre. Pero en lo que va del 2008 la información
simplemente es nula. No informa el gobierno porque
simplemente no le otorga ninguna importancia al tema.
De un viaje el gobierno de la “revolución bonita” se coloca
al margen de la Constitución en lo que a salud pública se
refiere. El primer artículo vulnerado es el 83. Allí se
establece claramente que todas las personas “tienen derecho
a la protección de la salud”. Está claro que la primera
medida para protegerse es estar informado. Si el gobierno no
informa, ¿cómo es posible que los ciudadanos contribuyan a
su protección?
El segundo artículo que se deja sin vigencia es el 141. Allí
se indica que la administración pública está al servicio de
los ciudadanos. Y que además debe fundamentarse en varios
principios, entre ellos la transparencia y la rendición de
cuentas. Poco vale para el actual gobierno la circunstancia
de que la ausencia de información puede producir
enfermedades o muertes. Quizás los responsables
gubernamentales no tienen muy claro el concepto de
negligencia. Cuando se oculta información hay negligencia.
Entre la negligencia y la complicidad sólo queda un paso.
Ante esta irresponsable práctica, altos funcionarios del
Ministerio del Poder Popular para la Salud optan por la
difamación. Simplemente dicen que los medios de comunicación
son culpables porque usan la información de los boletines
para hacerla llegar a los ciudadanos. Señalan que los medios
“desestabilizan”. Señalan que los medios son “golpistas”.
El gobierno que ha producido la mayor desestabilización en
la salud pública de Venezuela desde 1936, acusa a los medios
como los culpables. Tamaña irresponsabilidad en el manejo de
un asunto de Estado no tiene antecedentes. El gobierno que
se coloca al margen de la Constitución, en lo que respecta a
la protección de la salud de los venezolanos, utiliza el
insulto y la provocación para desviar la atención.
En un sistema de equilibrio de poderes estas declaraciones
del alto funcionario del gobierno hubieran ameritado una
averiguación inmediata por parte de la Asamblea Nacional y
de la Defensoría del Pueblo. Se trata de preservar los
derechos constitucionales de millones de venezolanos. Se
trata de que la burocracia está para servir, para informar,
para someterse a las exigencias de los ciudadanos. Antes que
eso, el funcionario todavía despacha, el ministro no ha sido
interpelado, las cosas siguen como si nada. En la
“revolución bonita” los golpes contra la salud pública los
dan los funcionarios. Para ellos sólo existe la impunidad.