Vamos
a organizarnos. Se embarazó la bicha. Será hija de un papá
biológico quien a su vez es producto de inseminación
artificial con donaciones de varias mamás y papás. Estos
antepasados - congelados desde los años 60 - han ayudado
(aún cuando estaban en tubos de ensayo), psicológica y
materialmente a sostener el status quo de la futura
mamá y de lo que quiere y estima Bioman, sería la
nieta general de la República Feudal de V. No se enreden.
Esto significa que la que está en el vientre podría ser una
hija legítima o no.
Hay un
desacuerdo. Como nacería entre dos poblados que forman una
comuna ( Demo y Mili) , hay un fifty-fifty de
vecinos abrogándose la pertenencia o no , la
aceptación o no, de la aún no-nata. Unos dicen
que no se tragan ese patuque parental porque es de origen
dudoso. Otros que claro porque les da la gana. Los
encargados de la contabilidad no han hecho el balance porque
hay diferencias en cuanto a las compañías de lo que antes
se conocía como “ tenedores de libros ”. Unos opinan que no
todas son de fiar mientras que otros aseguran que las suyas
sí. Sin embargo, a ojo de buen cubero, la cosa parece estar
fifty-fifty tal como denominaba Rómulo (el
de las multisápidas) a las cosas parejas. Partiendo de ese
estimado empírico, aunque un poblado grita más duro que el
otro, podemos asegurar que comenzó la batalla campal por la
aceptación o no de la neo-bichita.
Bioman,
el padre biológico quien parece admirar a
Superman
porque dijo en su show dominical que su cerebro es
“ chiquitico,
del tamaño de su verruga”, tiene por los momentos tan buena
suerte, es tan rico y tan fidel, que se metió en el
bolsillo a un fifty ofreciéndole un caramelito:
trabajar dos horas menos al día, membresía gratuita en el
club Pusfans (eso sí, con inscripción machacante),
prometiendo unos juguetitos de hierro sin pintura de plomo -
ya que es dañina para la salud - amén de un paraíso comunal
, nada parecido a Disneyworld, donde habría caudillitos
como arroz. Ya hay unos preparados al bate. Además, de
retruque, se harían con propiedades gentilmente donadas por
empresarios neo-parientes que vienen y van con sus maletines
preparados y prepagados.
El otro fifty
dice que se montaría en el cuadrilátero para no dejarse
meter un/a chuzo/a. Aunque todavía las investigaciones
biológico-nucleares-metafísicas no hayan podido demostrar
al mundo la ilegitimidad del cromosoma infiltrado que
contaminó las cuenta-cuentos, disculpen, los cuenta óvulos y
esperamotozoides, reclaman que la cadena ADN que corre
desde la Plaza Caracas hasta donde el viento se devuelve, no
los deja pasar a esos científicos. Por ahí hay
matemáticos que aseguran tener ecuaciones contundentes que
saldrán a la luz en su oportunidad binaria. Este fifty
pataruco (como lo ha tildado, Bioman) ha
propuesto que mientras se disulida el enigma,
se le explique a la comunidad qué virus mortal podría
contaminar ambos poblados. Por ejemplo, matar a Demo y
dejar a Mili o al revés. Mientras se ponen de acuerdo sobre
tan peliagudo compromiso en donde podrían irse las vidas de
ambas (de apellido Cracia) pienso en el clavo oxidado que
podría traer en su seno la bichita. Oh Dios, no han
inventado los antibióticos.
En cambio, el
padre en ciernes ya escogió el nombre con el cual la anotara
en su iglesia: díganme si no es horrendo; Perpetua.
NO, pobrecita.