Mel Gibson motiva retorno a Jesucristo
por Ted Córdova-Claure
jueves, 8 abril 2004

En un mundo saturado de banalidades, de grotesca pornografía y de violencia gratuita y en todas sus formas comerciales, la película "La pasión de Cristo", del australiano Mel Gibson, ha motivado un revival de Jesucristo, confirmando el poder del medio cinematográfico, cuando está bien y oportunamente usado.
Gibson, quizás el australiano más brillante que existe, es un hombre que influye en el mundo global con su arma-medio, que es el cine, donde Gibson no solo es actor, sino director y productor independiente. Tiene su propio capital. No necesita someterse a los criterios dudosos de financistas de Hollywood.
Ya son varios los destacados actores de cine, que han tomado ese camino
independiente, que significa un revolucionario acontecimiento en la industria del llamado "séptimo arte": Robert Redford y Clint Eastwood son dos ejemplos destacables. También Woody Allen.
El reciente film de Gibson, sobre Jesucristo, ya ha producido, en los tres
meses desde que comenzó su exhibición, solo en EE.UU., mas de 500 millones de dólares por la taquilla. Para Gibson, es un verdadero milagro. Como director y productor ya ha demostrado que no necesita someterse a los criterios - o censuras - de los   financistas de Hollywood.
La principal crítica que se le hace a Gibson es que sobredimensionó la
violencia del tormento que se infringió a Jesucristo con la crucifixión.
El cine violento es una de las características de Gibson, no solo como
Director. También como actor.
En la década del 60 se estreno con una serie titulada "Mad Max", enfoque
fatalista de un mundo en el cual se agotó el petróleo y, por lo tanto,
sometido regresivamente a bandas que luchan por el más preciado tesoro, la gasolina. Era una visión caótica que no gusto en  el poder establecido en
los principales consumidores, las potencia occidentales y una cierta ironía
entre los principales productores, que son básicamente islámicos y que en
estos años están construyendo una potencia mundial, con la ecuación de su
férrea fe musulmana y su riqueza petrolera y buscando complementar con el poder militar  nuclear.
Gibson también produjo y dirigió "Bravehart", película con la que gano el
premio Oscar, pero irrito al establishment británico, porque denuncio la
perfidia de los ingleses contra los heroicos escoceses que rehusaban
someterse al reino de Inglaterra.
Por si fuera poco, también molesto su visión de la perfidia inglesa en "The
Patriot", que toca el lado brutal y la sevicia entre Inglaterra y la colonia
de independistas americanos.

También protagonizo la serie policial "Letal Weapon" (arma letal) de redundante titulo y redundante violencia, que le dio fama de taquilla y de dinero, pero no prestigio como creador.
Gibson, que se considera un católico tradicional, de firmes convicciones, estuvo durante anos trabajando en el proyecto de "La pasión".
El historiador Garry Wills, un experto en San Agustín, escribió un ensayo
titulado "Dios en las manos de pecadores enojados, publicado en la muy seria revista The New York Review of Books, altamente especializada en la critica literaria. Wills ironiza que, cuando vio la película y el crudo enfoque
en los castigos y la crucifixión,"no sabia si llorar o reír porque todo estaba yendo más allá del sadismo hacia una especie de surrealismo cómico. Junto
con criticar la película, Wills también comenta un libro titulado: "Voces
del silencio, el abuso del poder bajo el papado de Juan Pablo II" .En un
punto de vista claramente dirigido contra el actual poder conservador de el
Vaticano, Wills sostiene que Gibson fue apoyado por organizaciones católicas tradicionalistas, como los "Legionarios de Cristo" o el "Opus Dei".
En un mundo dominado por medios globales que principalmente distribuyen imagines y conceptos que solo incitan a los siete pecados capitales, no es imposible que promover la figura de Cristo y su inmolación por los pecados de la humanidad de ese entonces, es una política religiosa adecuada.
Pero también se invita a pensar en esta figura central de la civilización
occidental y cristiana en momentos en que, en el mundo actual se proyecta la amenaza de una dominación global del símbolo de la Media Luna.
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