Al
final de cien años de actividad cinematográfica, es oportuno hacer un balance
y señalar las obras más meritorias de ese período, en el cual el cine se
convirtió en el entretenimiento preferido de las masas, además del arte más
dinámico y llamativo del siglo. Y aunque cada año la Academia de Hollywood y
otras instituciones del medio audiovisual –que ahora incluye también la
televisión- hacen una selección de lo mejor del período anterior, nadie mejor
que el American Film Institute (AFI), o sea la Cinemateca Nacional de ese país,
para acometer la tarea de escoger las 100 mejores películas del primer siglo
del cine artístico, que prácticamente se inició en 1903 cuando se estrenó El
gran robo del tren, la primera cinta actuada y con un argumento de ficción, ya
que anteriormente el cine se limitaba a cortos documentales.
La crème de la crème, según el AFI.
Quizás la selección
más realista, al menos para las cintas norteamericanas, la hace el AFI , que
está ubicada en Washington, algo alejado de la influencia de Hollywood.
Anualmente realiza una escogencia de lo que sus miembros -mayormente
historiadores, críticos y cineastas- consideran las mejores cintas, pero en
una ocasión -fin del siglo XX- el AFI hizo una clasificación muy particular,
escogiendo las cien mejores obras de habla inglesa del primer siglo del cine.
Segùn
esa publicitada lista, la AFI colocó en puestos privilegiados a cuatro
películas de hace unas seis décadas. En el primer lugar siempre está, como en
las listas de los críticos, el clásico realizado en 1941 por el entonces
novato Orson Welles, El ciudadano
Kane, una película revolucionaria -en términos de direcciòn, fotografía y
montaje- que narra la vida de un magnate de la prensa, con un guión basado en
la carrera del editor W.R. Hearst. En segundo lugar clasificó una de las cintas
más románticas hechas en Hollywood, Casablanca (1943), que narra los amores de
un americano y una europea separados por la guerra mundial, que se reencuentran
en el Marruecos francés dominado por los nazis. En tercer lugar está una obra
más reciente, El padrino (1973), la obra maestra de F.F. Coppola, sobre la vida
y fechorìas de un capo la mafia neoyorquina. Le sigue un clásico que muchos
cinéfilos de la tercera edad consideran como su película preferida: Lo que el
viento se llevò (1939), una saga de casi cuatro horas sobre las peripecias de
una familia sureña en plena guerra civil norteamericana. Y en el honroso
marcador de las 5 mejores, está una cinta ambientada en el mediano oriente,
Lawrence de Arabia (1961), sobre las aventuras de un visionario militar
británico durante la Primera Guerra Mundial. Completan la lista de las diez
mejores: El mago de Oz (1939), El graduado (1967), Nido de ratas (1955), La
lista de Schindler (1993) y Cantando bajo la lluvia (1952). Las limitaciones de
espacio nos impide mencionar las 90 obras restantes, donde hay muchas obras
valiosas que quizàs algunos cronistas y espectadores preferirìan ver en los
primeros lugares.
Academias
y festivales con sentido comercial.
Quizás
se puede argumentar que los premios anuales de las distintas academias
nacionales deberían ser también muy objetivas, pero a menudo el factor
comercial y los gustos personales privan en la adjudicación de esos galardones,
especialmente si los votos provienen esencialmente de gente involucrada en la
producción de las obras, y por ende con cierto conflicto de intereses. Por esto
el Oscar y otros galardones similares nunca son considerados como una
certificación definitiva de la calidad real de una obra cinematográfica. Así,
El espectáculo más grande del mundo (C.B. de Mille), La vuelta al mundo
en 80 días (M. Anderson-M. Todd), y Mi bella dama (G. Cukor) fueron
galardonadas a pesar de la escasa valoración crítica que recibieron. En
cambio, Un hombre para la eternidad (F. Zinnemann), Marty (D. Mann), Dias sin
huella (B. Wilder), Acuerdo de caballeros (E. Kazan), Conduciendo a Miss Daisy
(B. Beresford) y La lista de Schindler (S. Spielberg). recibieron el Oscar como
mejor película del año, gracias a las opiniones de la crítica, aunque no
fueran éxitos de taquilla en su época.
Las
asociaciones de críticos de Nueva York y de otras importantes ciudades, tienen
sus propias listas y premios, además de influir mucho a la hora de las
premiaciones màs publicitadas como los Oscares, Globos de Oro, etc. Igualmente,
el currículum de una cinta con premios obtenidos en importantes festivales
mundiales como los de Nueva York, Cannes, Toronto, Venecia, Berlín, Moscú,
Londres, Madrid, Viña del Mar, etc. tienen cierta influencia al conceder los
premios de las Academias. Ahora cada país tiene su propia academia y otorgan
sus equivalentes del Oscar (Goya, César, etc.) pero premian mayormente
películas producidas en el ámbito nacional, aunque conceden estatuillas
también a películas de origen extranjero, copiando casi ìntegramente el
procedimiento establecido por la pionera Academia de Hollywood.
Conflicto
entre crítica y taquilla.
Quizás la
crítica especializada tenga más peso a la hora de juzgar una película, pero
también aquí influyen los gustos e intereses nacionales, además del momento
en que se hace la clasificación. Por ejemplo, a mediados de los años 50 una
asociación internacional de críticos escogió las diez mejores obras de todos
los tiempos, nombrando a El Ciudadano Kane (de O. Welles), El acorazado Potemkin
(S. Eisenstein), Intolerancia (D.W. Griffith) Ladrones de bicicletas (V. de
Sica), La madre (V. Pudovkin), La gran
ilusión (J. Renoir), Codicia (E. von Stroheim), La pasiòn de Juana de Arco (C.
Dreyer), La quimera del oro (C. Chaplin) y El tercer hombre (C. Reed), todas
poco conocidas hoy dìa por ser mayormente de la etapa silente o la inmediata
posguerra y que quizàs aburirrìan tremendamente al espectador contemporàneo,
de verlas en alguna cinemateca. Esto, para enfatizar còmo cambian los gustos
del pùblico y los criterios de selección. Sin embargo, cabe notar que una sola
películas pasó la prueba del tiempo y El Ciudadano Kane se mantuvo en primer
lugar de ambas selecciones, sea la de AFI como la de los crìticos, lo cual es
bastante significativo.
Las
listas de las películas más taquilleras tampoco es confiable, pues la
publicidad hace proezas a la hora de llevar el público a las salas de cine, y
una cinta mediocre puede ser un éxito comercial si el distribuidor la
promociona por todos los medios de difusión. Ejemplos clásicos son las sagas
de Star Wars, Indiana Jones, Tiburón, El exorcista y Parque Jurásico, todos
megaéxitos de taquilla, pero poco apreciados por la crítica por sus valores
cinematográficos. Pero
ocasionalmente, los gustos de los espectadores y de los críticos coinciden, y
entonces tenemos películas legendarias como Lo que el viento se llevó (V.
Fleming), Lawrence de Arabia (D. Lean), Forrest Gump (R. Zemeckis) y Encuentros
cercanos del tercer tipo (S. Spielberg), en la rara categoría de 'clásicos
taquilleros'.
Aunque
seguramente cada quien tiene su propia lista, hay que reconocer que la
selección de la AFI es la más equilibrada, hecha en base a la votación de
miles de expertos del medio. Obviamente, por reflejar los gustos del ámbito
norteamericano, están excluidas las grandes obras europeas, latinas y
asiáticas, que tambièn merecerían figurar en lo mejor del cine durante su
primer siglo, tanto por sus valores estèticos y actorales como por el interès
de su mensaje. En futuros artìculos trataremos sobre los clàsicos de otras
cinematografìas.
rpalmi@yahoo.com
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