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Marginal (II) 
por Alexis Márquez Rodríguez

domingo, 3 octubre 2004


El artículo anterior, primero sobre la palabra marginal, motivó algunos interesantes comentarios provenientes de varios amables lectores. Uno de ellos me llama la atención sobre la relación semántica entre los vocablos marginal, derivado de margen, y su sinónimo orilla, que dio origen en el pasado a la expresión ³blanco de orilla², lo mismo que, más acá en el tiempo ­agrego yo­, a ³patiquín de orilla². Pero no se trata exactamente de lo mismo, porque ni el ³blanco de orilla² ni el ³patiquín de orilla² eran propiamente marginales, tal como entendemos hoy este concepto. Todavía en los años 40 recuerdo que en los pueblos, y seguramente también en la Caracas todavía pueblerina, se discriminaba socialmente, más con ingenuidad que con intención  malsana, a la gente pobre, que vivía en las orillas del pueblo o de la ciudad, a quienes incluso se les llamaba también orilleros, y, en algunos países, arrabaleros. Pero era mas bien una forma, que hoy nos resulta hasta cómica, de establecer categorías sociales sin ningún fundamento, salvo la pobreza de unos, frente a la supuesta riqueza de otros, que casi siempre era mas bien menos pobreza.

Por otra parte, la sinonimia entre margen y orilla es muy imperfecta, pues la orilla tiende a verse más como una línea imaginaria, mientras que el margen sugiere la idea de franja, o zona más amplia que la línea. Esto sea dicho sin desconocer que el DRAE define margen en alguna de sus acepciones como equivalente a línea. Por eso digo que se trata de una tendencia, y no una definición, a ver la orilla más como una línea, y el margen como una franja o zona más o menos ancha.

Otro lector sugiere que el concepto de marginal no debe limitarse a las personas, y por extensión a las comunidades  sociales, sino que debe extenderse a otros entes, como países, regiones, etc. Esto es válido si usamos las palabras marginal y marginalidad más allá del ámbito en el cual me he ubicado en este artículo. Un país marginal no es propiamente un país  caracterizado por la miseria absoluta que, entre otras cosas, define a los marginales en sociedades como la nuestra. Una persona o cualquier otro ente puede mantenerse al margen de algo, sin que puedan ser llamados marginales en el sentido con que aquí manejamos ese concepto. La inteligencia y sagacidad de los hablantes, sin ser gramáticos ni filólogos, ha  establecido de hecho, y al margen ­valga la aplicación del término­ de los diccionarios, la diferencia entre  marginal y marginado. Lo que sí puede decirse, y se dice, es barrio o zona marginal, para referirse al ámbito físico en que viven los marginales, individuos o grupos.

En todo caso, agradezco mucho a estos lectores que, al escribirme, han enriquecido mis conocimientos sobre el tema, y me han sugerido aspectos de este que podrían ser tratados por mí en  oportunidades posteriores. En el próximo artículo concluiré estas notas sobre la palabra marginal.                   
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