Caminar
por las calles de cualquier ciudad en Venezuela es como
hacerlo por un parque temático del ventajismo oficialista,
tal es el derroche y la obcenidad de la propaganda
gobiernera. Han tenido que reforzar la publicidad a niveles
jamás vistos. Han recurrido al expediente del miedo. Han
manipulado encuestas como les ha dado la gana. Han
vaticinado los peores males. Pero no les ha funcionado. La
gente está en la ruta del NO.
La marcha por el NO rebasó todos los cálculos y sacó a la
calle hasta quienes no salían desde que se percataron de que
con caminatas no se pelea contra una dictadura. Esto tiene
una doble lectura de lo más interesante. En primer lugar,
las mayorías opositoras están allí, vivitas y coleando, lo
que prefigura al régimen la aplastante derrota que están por
propinarle. Alguno pensará que la calle no es un retrato de
lo que pasará en las urnas y eso es verdad cuando se saca a
la gente a un evento político a punta de billete y caña.
Pero no en el caso de un país al que se le han cerrado todas
las puertas de la institucionalidad y se le reta día a día
desde las mismas alturas del poder. Si ese pueblo sale a la
calle, sin que las "piedritas" se atrevan a interponerse en
su camino, hay un insoportable tufo a derrota.
Más bien salió un peñón al paso de las piedritas: el propio
jefe, quien luego de armarlos y ordenarles cada una de las
misiones, ahora los reprende en público y jura ir
personalmente por ellos. Qué pasará en privado? Recuerdan la
cantinflérica incursión en el Arzobispado de Caracas y la
reprimenda mediática que le siguió? Alguna pasó de
comandanta a caricatura silente. Del tiro, hasta aquél
Frente que atacaba y huía, quedó convertido en polvo
cósmico. Luego reaparecieron bajo otro nombre, ese de
"piedritas", ayer aventadas al monte del olvido. El
camuflaje es siempre el recurso de las empresas fracasadas.
Cómo se llamarán en adelante? El tufo a derrota los precedió
en su rodada.
Algo mucho más serio se puso en evidencia: a pesar de la
usurpación a la voluntad popular, de la violación a la
Constitución y de la trampa que se oculta tras la mañosa
pregunta del 15F, no habrá triunfo estrecho como vaticinan
las encuestas, coreadas demasiado sospechosamente por
algunos jefes políticos en vísperas de la votación. Lo que
sí puede que es la estrechez de miras de algunos que
proclaman la "conveniencia" de la resignación. Por eso hay
que ejercer y cuidar el voto. Cuidarlo del gobierno que lo
confisca y cuidarlo de quienes no tengan problema en
desconocer sus magnitudes, porque son los mismos que nos
deben el reclamo por los resultados aún por oficializarse.
Ese pueblo que salió a las calles a gritar NO quiere algo
que va más allá de una votación cada seis meses. Quiere un
giro definitivo que detenga la destrucción del país y la
violación contra los derechos humanos, que es lo mismo que
salir de Chávez. Se pretende replantear esa pregunta indigna
cada vez que al señor en cuestión se le ocurra. Ese planteo,
es preciso no pasarlo por alto, ya es derrotismo por parte
del interesado.
Pero después del 15F ya no tendremos nada más que probarnos
y sí podremos exigir, como el pueblo que somos, que no se
hable más en nuestro nombre, que ya basta de conciliar con
el abuso de poder y que se pongan de un lado quienes en
nombre de la "prudencia" piensan seguir con Chávez; y del
otro aquellos que nos proponemos transitar todos los caminos
legítimos y soberanos para no seguir corriendo esta arruga,
para no seguir pidiendo permisos para ejercer la ciudadanía,
para no volver a la humillación de tener que dirimir si se
amplían los derechos de la usurpación. Por no mantener a la
oposición inerme. Por eso hay que ir a votar.
mackyar@gmail.com