Por más
que lo intentaron no pudieron. Le engrasan la mano a medio
mundo y un país del tamaño de uno de nuestros estados –ni
siquiera de los más grandes- los manda a lavarse el paltó.
Esa es una de las sorpresas de la política, prueba de que
nunca se sabe por dónde saltará la liebre.
Lo demás ya fue de lo mismo. Los poderes, que en Venezuela
han pasado a llamarse “haberes” por su escandalosa entrega
al Ejecutivo, apostaron por condenar juntos al pueblo
hondureño. Vanamente, porque al perder cada uno su
especificidad e independencia, perdieron también su fuerza.
Aparecer juntos no es garantía de peso. Esta vez probó todo
lo contrario. En Honduras, cada Poder aportaba solidez a la
decisión colectiva de salir del presidente que desconocía el
pacto social de los hondureños, contenido en la
Constitución.
Esta frase es lapidaria: “El mariscal Pétain está muerto,
pero jamás se enteró”, firmado: De Gaulle. Inzulsa hace
recordar insistentemente esa sentencia. Muchas cosas
ignorará, tan ocupado como está en mantener su puesto en la
OEA. Ha hecho el ridículo al visitar Honduras. Acentuó las
contradicciones con la comunidad internacional. Cual señor
feudal se presenta en un país soberano como si fuera su
patio trasero. Los diplomáticos son los reyes de las
agendas, pero él pretendía alterar la del gobierno hondureño
y hacerse recibir sin pedir audiencia. Fue coherente con su
sentencia de que el presidente de Honduras es Zelaya. Lo
precedía el desconocimiento a la voluntad popular de
Honduras. Por toda respuesta, los hondureños denunciaron la
Carta Democrática, en otras palabras, le recordaron que
cargaba sucio el paltó, que estaba impresentable.
Un diplomático no puede perder el glamour. Pero el de
Inzulsa se fue detrás de un hombre a caballo. Un caudillo
trasnochado le pasa la chuleta. Dejó de ser secretario
General de la OEA en esta volada. Su discurso corea al de
Castro, Chávez y Ortega. Inzulsa es un peón más en la
exportación de la revolución que a punta de petrodólares
recorre el continente desestabilizando gobiernos y
esclavizando pueblos. Los hondureños no se la calaron. Si el
episodio se hubiera desarrollado en Brasil, en México o en
Argentina, ¿el trato hubiera sido el mismo? Fuertes contra
chapitas de refresco a que la sacrosanta OEA se lo habría
pensado. Fácil es ser guapo con un país desvalido que sólo
se duele a sí mismo. Sin embargo, allí mismo reside su
fuerza que parece crecer a cada nuevo agravio.
Otra pregunta interesante: ¿qué reacción tendría el
presidente venezolano si ante sus reiteradas violaciones a
la Constitución, los poderes de cualquier otra nación se
sientan juntos y ofrecen una conferencia de prensa
condenando su proceder? En un juego de simulación, los
hondureños quedarían como unos príncipes. Demasiado metiche
han soportado.
Metiche la OEA y su flatulenta unanimidad. Metiche Inzulsa y
su falta de respeto a un país soberano. Metiche el gobierno
venezolano y sus poderes satélites. Sólo una advertencia:
eso se pega. Si un día no lejano nos toca lo mismo, a llorá
p’al valle!.
mackyar@gmail.com