Inicio | Editor | Contáctenos 
 

¡Suban la parada!
por Macky Arenas
domingo, 29 junio 2008


En 1938, Churchill trataba por todos los medios a su alcance de convencer a Chamberlain y a los franceses, quienes a su vez intentaban que los checos entregaran algunas provincias que dejarían satisfecho a Hitler, de que no lo hicieran. Creían que esa entrega mantendría la paz. Churchill habló en la Cámara de los Comunes: “Ahora los victoriosos han desaparecido, y aquellos que bajan los brazos en la batalla y buscan el armisticio son los que van directamente hacia el servilismo mundial. Esa es la posición…esa es la terrible transformación que ha ido produciéndose poco a poco”. Proféticas palabras de alerta.

Churchill estaba claro y los acontecimientos que siguieron lo demostraron. Los Estados Unidos habían permanecido ajenos a todo cuanto ocurría por años, dejando en libertad a Hitler para moverse. Austria, una nación soberana, había sido literalmente engullida de la noche a la mañana por los nazis, cuando se apoderaron del país en un solo día, virtualmente sin oposición. Factores claves se negaron a una Conferencia de la Cuatro Potencias sugerida por los rusos, a fin de discutir los pasos a dar en prevención de una conquista total por parte de Alemania. Eso, argumentaba Chamberlain, era agravar las cosas; a fin de cuentas, lo que Alemania había hecho era unirse con una región que hablaba el mismo idioma y que por derechos históricos le pertenecía. No se trataba de una invasión a Polonia o a Checoslovaquia. Bueno, sólo era cuestión de tiempo porque vendría eso y mucho más. Era sólo el comienzo. “Solamente –diría Churchill- es el primer trago, el primer sabor de la amarga copa que será ofrecida a nosotros cada año, a no ser que, por un esfuerzo supremo de recuperación moral, salud y vigor, nos levantemos nuevamente y tomemos nuestra posición hacia la libertad como en tiempos pasados”.

¿Qué estaba pidiendo Churchill? En criollo, subir la parada. La historia no se repite exactamente, pero sus lecciones son para escucharlas. Nada más peligroso que reír las gracias de un arbitrario porque no lo tomará como un gesto de consideración, sino como una debilidad de la cual aprovecharse. Nada más equivocado que intentar pasar agachado porque le patearán. Nada más desatinado que entrar en el juego pensando que de una u otra forma las reglas serán respetadas. Nada más patético que apostar a la coexistencia, cuando lo que en verdad está decretado es el sometimiento y aún la defenestración de una de las partes. Nada más imperdonable que contar las ganancias cuando en cualquier momento podrían dejar de ser suyas. Hay gente a quien, si le das la mano, te arrancará el brazo.

No habían aquellos impecables y gentiles empresarios terminado de dejar el humillante escenario al cual fueron convocados, cuando se les conminó a que asumieran los costos de esa fábrica de holgazanería y sinvergüenzura llamadas “misiones”. Sucede que hay muchas prioridades con esto de la exportación de la revolución la cual, de paso, ha sido reducida a mantener tres o cuatro Estados chulos que no logran despegar ni aún con el sacrificio del venezolano que, entre otras menudencias, anda a pie porque los neumáticos se los regalamos a Nicaragua.

Suban la parada, no sea que les bajen los pantalones.

mackyar@gmail.com


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.