Un
fuerte aguacero que no estaba en agenda azotó Caracas el
pasado domingo. En otras circunstancias eso habría sido
motivo suficiente para arruinar cualquier evento. No fue el
caso de la marcha de respaldo a la señal abierta de RCTV,
recordando que se cumplía un aniversario de su confiscación.
La gente se movió por una causa que sabe suya, como suyo es
el derecho que cercenó la arbitrariedad oficialista.
La gente no estaba muerta. Tampoco de parranda. La gente
estaba detrás de una razón que mereciera salir a mostrar su
respaldo de manera pública y masiva. El caso de RCTV es la
más impúdica y multiforme expresión del lumpen-autoritarismo
que se apoderó del mando en Venezuela…. más no del país y
justamente eso es lo que probó la movilización del fin de
semana. No importa si se mantienen en su catalepsia servil
quienes negocian la política y los reales con el régimen,
cuando se trata de dar la cara por lo fundamental, reaparece
el gentío.
Esa Venezuela que permanece subterránea sale a la superficie
cuando se siente convocada. Ello pasa por ciertos temas
dinamizadores. No es un problema del liderazgo tal o el
liderazgo cual. No se trata de fin de semana o fiestas de
guardar. Tampoco de ir de elección en elección, enterrando a
la vera del camino los resultados engavetados o los
registros no depurados. El punto aquí es la reivindicación y
defensa de la libertad y la democracia, esas banderas que
parecieran haberse desvanecido entre el multicolor jolgorio
de las candidaturas, pero que están en el puño del
venezolano de calle que no ha perdido el rumbo.
En este país no hay apatía ni hay entrega. Sabemos cuáles
son los asuntos que, aún relegados como prioridad a nivel de
cierto debate público, permanecen como los verdaderos
propulsores de la animación social en Venezuela. A saber, la
defenestración de la Justicia, la complicidad del régimen
con el terrorismo y el narcotráfico, el atentado contra la
educación, la apropiación del derecho a elegir, la manera
impune como la corrupción desenfrenada despoja las arcas
públicas, la transfusión de recursos a otros países,
mientras el nuestro se desangra por falta de hospitales y de
comida, los presos políticos, perseguidos y exiliados y la
traición a la patria expresada en la exportación de la
revolución fracasada, dejando a nuestras empresas de
servicios sin inversión y sin proyectos.
Esta comparecencia de la gente en las calles al año de
malograr a RCTV es un aldabonazo y una advertencia. Los
venezolanos no estamos en la inopia; tampoco indiferentes y
mucho menos conformes. Estamos conscientes de que emprender
algo de verdadera trascendencia para cambiar las cosas en
este país implica necesariamente salir de este gobierno
agavillador, comenzando por la cabeza, que da el aire de
estar desquiciada, pero en realidad es una calculada careta
para esconder la intencionalidad de tanta iniquidad, tanta
devastación, tanta vergüenza y tanta infelicidad para el
pueblo venezolano. Ello será cobrado, a pesar de la lluvia.
mackyar@gmail.com