Desde hace 2008 años la
humanidad se reúne por esta época para celebrar el
acontecimiento más entrañable que se puede
experimentar entre seres queridos: el nacimiento del Niño
Jesús. Cuando éramos muy pequeños la ilusión eran los
regalos. De mayores, es la esperanza en un nuevo comienzo.
Sin duda que un ambiente muy especial caracteriza estos
días, hermosos y alegres, que hacen una atmósfera distinta
al resto del año. Algo que no es de este mundo nos impulsa
a revisar los motivos de nuestras tristezas, desazones y
hasta rencores y reconsiderar la posibilidad de trocarlos
en sentimientos positivos.
No es que los venezolanos
tengamos razones para estar especialmente alegres, pero lo
que sí es cierto es que este es uno de esos momentos en
que la fe regresa para inyectarnos la fuerza que
necesitamos, a los fines de recuperar el espíritu de lucha
y rescatar una gran Verdad. Esa gran Verdad no es otra
sino que el ser humano no está sólo, que toda esta
incertidumbre y todo este sufrimiento tienen sentido y
que recibimos la mejor de la noticias: que no estamos
desprovistos ni abandonados a nuestra suerte, sino que el
poder de Dios se manifestó una vez en Belén y a partir de
allí tenemos la certeza de que dirige la Historia. Y es
esa la indudable alegría de estos días, la que no puede
arrebatarnos el odio, ni la traición, mucho menos el poder
que sólo es de este mundo.
Este hecho que marcó al ser
humano para siempre, se manifiesta en toda su grandiosidad
cuando constatamos que tiene la inagotable energía de
representar un reinicio, un nuevo comienzo, un reciclaje
que en realidad significa una nueva oportunidad. Como
decimos en criollo, una recarga de baterías para
recapitular en lo que hacemos y cómo debemos replantear
nuestro esfuerzo para cumplir el Plan de Dios...con la
ayuda de Dios. Cada año recordamos y celebramos la feliz
circunstancia de que nos enviara a su Hijo para que
caminara entre nosotros y nos enseñara a ser mejores. Su
Plan era que definitivamente lo fuéramos y ello implica
ser libres y ser compasivos. Ser mejores para mejorar
nuestro entorno y hacer de la vida en la tierra la
comunidad de amor que nos anunció era para toda la
eternidad.
No cabe duda de que en el Plan
de Dios no está que unos atropellen a otros, ni que la ley
se coloque por encima de la dignidad y los derechos que
nos confiere la paternidad divina; no está Sus Planes el
que sus hijos sufran por la ambición de poder, el
resentimiento y la avaricia de unos cuantos. Y no está en
sus planes el que el afán de revancha mantenga a los
inocentes privados de su libertad. Uno de los discursos de
Jesús que maravilló las muchedumbres por la sabiduría de
su doctrina fue: "No
juzguéis y no seréis juzgados, porque con el juicio con
que juzguéis seréis juzgados y con la medida con que
midiereis sereis medidos. Cómo ves la paja en el ojo de tu
hermano y no ves la viga en el tuyo?".
Pero para quien sufre
la injusticia también hay un mensaje: "Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá". Los caminos no
siempre son despejados y la letra no siempre es derecha,
pero la misericordia de Dios es infinita y su justicia
inexorable...por amor.-
mackyar@gmail.com