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De anteojitos
por Macky Arenas
viernes, 23 mayo 2008


Tenemos los venezolanos una expresión muy característica para indicar lo que está a la vista, lo que es evidente. Hay certezas que cuesta reconocer, sobre todo porque duele ver.  Hace muchos años que mentes preclaras están señalando las “liasons dangereuses” del Presidente Chávez con la complicidad de  su gobierno (civiles y militares) con las FARC, sus pompas y sus obras. Muchos de ellos eran descalificados, señalados de fanáticos y radicales a destiempo. Pero ya llegó el tiempo, de la mano de la INTERPOL.  

Y es que las cosas no siempre ocurren cuando tienen que ocurrir, sino cuando deben ocurrir. De tener, hace mucho que no sólo el país, sino los vecinos de al lado, léase Colombia y de arriba, léase el imperio, han tenido que tomar cartas en un hediondo asunto que compromete la seguridad y estabilidad hemisférica. Pero en estos momentos, complejos, petróleo y chillidos aparte, no pudo haber resultado más oportuno el conflicto colombo-ecuatoriano y sus repercusiones sobre Venezuela.  

Chávez enfrenta una situación nada cómoda con tanto Jefe de Estado, otrora amigo o aliado, renuente a retratarse en grupo con él, cuando no haciendo malabarismos para permanecer “viendo a ver” qué termina de pasar, como es el caso, por ejemplo, del presidente brasileño. El Foro de Sao Paulo obliga. Desde el punto de vista interno, pocos se atreverían siquiera a desear estar en sus zapatos. La verdad es que paraliza la circulación el auscultar la agresividad con que el venezolano en la calle se refiere a este presidente y  a su séquito de políticos, militares y aprovechados empresarios ante cuya voracidad palidecen los “apóstoles” de cualquier Administración precedente. Interna y externamente, este mandante enfrenta un panorama aterrador: no sólo no tiene amigos, sino que se las ha ingeniado para tener más enemigos que Sadam.  

¿A quién le duele Chávez? El empleado público no lo dirá, pero está harto, pegado con la saliva de loro de la nómina. Igual aquellos mercenarios activistas que correrán a todo lo que den sus pies en el momento en que no reciban lo suyo. Por fuera, los aliados son en realidad mantenidos, una muy frágil manera de ser leal. Si miramos hacia Correa, se encuentra en la misma barca cruzando el río y aun no ha encontrado un salvavidas para abandonarla. Trató al principio, pero tuvo que girar en redondo, embarrado hasta la cacha. Y si es Raúl Castro, está muy ocupado tratando de forjar su propia legitimidad, ante la imposibilidad de sostener el régimen sobre un carisma que no tiene porque eso no se hereda. No creemos, sinceramente, que Chávez tenga mucho que aportarle, antes bien, quizá mucho que perturbarle. 

Esto está de anteojitos. Ojalá que nuestro liderazgo, aún con las gríngolas electoreras, mantenga buena vista.

mackyar@gmail.com


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