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El día después...sin Globovisión
por Macky Arenas
lunes, 18 febrero 2008


A todas luces, el gobierno prefiere que el país retroceda hacia el oscurantismo y el caos. Pero en plena era del desarrollo mediático y del protagonismo creciente de la opinión pública, es absolutamente imposible obviar un ejercicio continuado de la representación mediática. De allí que los autócratas, al tiempo que disparan dardos envenenados contra los medios, no puedan sin embargo prescindir de ellos. Eso los lleva a cometer abusos que, como veremos, son en realidad actos de infinita torpeza.

Me refiero a que en nuestros tiempos no obstante los recursos que un gobierno pueda colocar al servicio de una visión de la realidad ajustada a sus objetivos de coyuntura, el sistema de comunicación actúa de manera tal que compara permanentemente a la elite gobernante con las imágenes sociales construidas por él. En otras palabras, somete a los gobernantes a una continua confrontación refrendaria con los ciudadanos y es justamente gracias a esas narraciones cotidianas de los acontecimientos, que los medios de comunicación estarían en condiciones de asegurar la permanente presencia de los intereses generales en las prácticas políticas. A los medios se debe el que la sociedad no “desaparezca” entre elección y elección. Igualmente, a los medios se debe el que un personaje público se refleje constantemente en el juego de espejos que es la opinión ciudadana. En esta dinámica, los medios se convierten inevitablemente en el referente central de escenario político y en una especie de instancia dispensadora de legitimaciones y desacreditaciones.

Sin embargo, como esto no es toda la política, ni necesariamente la dinámica social se agota es ese juego de reflectores, debe andar con mucho cuidado el que crea que apagando esos focos o encendiéndolos de otro color, evadirá al ojo público. Podría ocurrir que la política se convierta en noticia por su lado oscuro y la tela de araña mediática sea sustituida por el tiro por la culata de las consecuencias no previstas al cerrar las válvulas que sirven para liberar las presiones sociales. La opinión pública, no se rinde a los controles, sino que de manera inexorable ejecuta su escrutinio. El hecho de que por periodos no encuentre maneras de expresarse, no significa que no exista agazapada detrás de la arbitrariedad y la amenaza, esperando la oportunidad, sea una votación o un estallido, según se acumulen las tensiones.

La opinión pública hace uso de los medios de comunicación y por ello su influencia adquiere relevancia, por consiguiente el control político que desempeña el sistema de comunicación y la tutela que despliegan sobre la sociedad genera un nuevo tipo de ciudadano y un nuevo tipo de medios y periodistas, en virtud de su rol como grupo de presión. Si bien gobernar la sociedad es querer influir en ella, el papel de los medios y los periodistas como legítimo grupo de presión es proclamar y defender ciertos valores morales sin los cuales este azaroso oficio carecería de sentido. Gobierno que no sea capaz de entender esto tiene sus días contados, así su poder parezca ilimitado.

El mandante saliva ante la idea de silenciar un canal, pequeño pero con prestigio profesional, balance político, una línea editorial firme y trayectoria de respeto, único a la mano de todos, en medio de un panorama de alto riesgo, sesgado y violento. Se percatará de que, junto al estorbo que puede representar, quedaría desprovisto de un instrumento apreciado como catalizador alternativo? Entonces es cuando uno, en ejercicio ficticio, colocado sobre los zapatos del todopoderoso, siente el friíto recorrer el espinazo al imaginar lo que sería su día después, sin Globovisión.

mackyar@gmail.com


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