Hay
quienes celebran el cambio de postura de Chávez. Viniendo de
políticos trajinados es difícil creer que se trata de una
ingenua declaración. Se inventan escenarios para escapar a
la realidad. Pero no todos nos sentimos inclinados a la
ficción como antídoto. En esta ocasión, es imposible no
percibir el incontrolable y presidencial temor a las
informaciones contenidas en las computadoras guerrilleras,
agregado a lo que asoma entre los pliegues de la díscola
maleta aterrizada en Argentina. Eso es lo que ha operado la
fracción de “milagro” que los venezolanos vemos ocurrir cada
vez que la soga aprieta por algún lado. Normalmente dura lo
que un suspiro en la puerta de un colegio. Esperemos esta
vez.
Chávez está seriamente señalado, sin importar quien nos
visite ni los giros oratorios que pueda ofrecer a la
galería. Ahora la pelota está del lado de quienes han
proclamado la lucha planetaria contra el terrorismo, sin
excluir el colaboracionismo con el flagelo. Lo que harán con
toda esa información nos indicará por donde van y vienen los
tiros. Nos mostrará si toda esa evidencia servirá para
asustar, mantener a raya las amenazas, cauterizar lenguas y
moderar los precios del combustible, o se pondrá en función
de conjurar los procesos desestabilizadores que el poder
exporta desde Venezuela al Continente y que está hipotecando
la seguridad de nuestros pueblos. Ese es el seguimiento que
hay que hacer.
Recibir a un Presidente que hasta hace horas se acusaba de
sirviente del Imperio y de encabezar una conspiración cuyo
objetivo era liquidar al mandatario venezolano, es una señal
inequívoca de que algo anda muy mal. Hasta ayer el ilustre
huésped de Punto Fijo era “mafioso y asesino”. Si miramos
hacia los aliados, tenemos a Correa que vocifera no estar
dispuesto a restablecer relaciones con Colombia hasta que
ese país “no tenga un gobierno decente”, en otras palabras,
hasta que Uribe y su gente se esfumen. Ortega acusó a
Colombia de practicar “terrorismo de Estado”. Todo eso lo
comparte Chávez. Esas aceras no se cruzan de la noche a la
mañana. El finge y hasta un escolar podría percibirlo.
Qué buscan? Entretener al mundo con este nuevo capítulo, a
la espera de que se disipen los nubarrones de maletas y
computadoras. Pero Uribe aprendió y está dando de su propia
medicina al homólogo. Las visitas, los saludos, las sonrisas
no son sino gajes del oficio. Son parte del paisaje. Después
de todo, no lo abrazó Chávez aquella vez después de una
tángana de micrófonos al tiempo que extendía su mano
“hermana” a las FARC? Y a fin de cuentas, no se acabó hace
tiempo en todas partes lo de la diplomacia política y la
defensa de la democracia? Hasta organizaciones
internacionales cuyo sólo objetivo es velar por la vigencia
de los derechos de los seres humanos, otrora combativas y
bulleras, hoy se inhiben temerosas de las repercusiones de
asumir su plena responsabilidad. Ahora es la realpolitik, la
de los intereses, los negocios y el “wait and see”. Uribe
tiene que velar por las prioridades de su país que exporta
media Colombia a Venezuela, así como liquidar el asunto
aquél de la frontera con Ecuador. Perfectamente legítimo.
Los rescatados ya lo están. Lo que hagan en adelante será su
responsabilidad. La guerrilla está viéndose progresivamente
reducida. Ella sabrá si le conviene seguir siendo
defenestrada o acogerse a la legalidad que mil veces se le
ha ofrecido. El lío lo tenemos nosotros. Es nuestro
territorio el que servirá de alivio a terroristas y narcos,
con una impunidad aún mayor que la que ya disfrutan. Somos
nosotros los que tenemos que conformarnos con la versión que
de visitas y aconteceres se derrame de las crónicas de los
corresponsales extranjeros, porque los medios independientes
de este país no pueden acceder a la información directa.
Somos nosotros los que sufriremos los secuestros, la
extorsión, los atentados y la muerte. Seguimos con decenas
de compatriotas secuestrados del lado colombiano, sin que ni
el oficialismo ni la Oficialidad venezolana muevan un dedo
para rescatarlos, es más, ni siquiera los mencionan. No los
secuestraron en Colombia: se los llevaron de aquí, de
nuestras calles y fincas.
Y de quién es la culpa? De Uribe? Para nada. El punto a que
han llegado las cosas está marcado por nuestra permisividad.
Por seguir jugando dados en tableros de ajedrez. Por
pintarnos cuadros que incluyan a Chávez. Y llegará hasta
donde le dejemos. El Presidente colombiano vino con la
parada muy alta, lo que nos confirma en la tesis de que no
está dispuesto a dormir con el enemigo y mucho menos a
olvidar que, ahora a la inversa, la paz de Venezuela es la
paz de Colombia. Recuperar el tiempo perdido? Mi-qui-ti!.
mackyar@gmail.com