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¡Miquiti!
por Macky Arenas
miércoles, 16 julio 2008


Hay quienes celebran el cambio de postura de Chávez. Viniendo de políticos trajinados es difícil creer que se trata de una ingenua declaración. Se inventan escenarios para escapar a la realidad. Pero no todos nos sentimos inclinados a la ficción como antídoto. En esta ocasión, es imposible no percibir el incontrolable y presidencial temor a las informaciones contenidas en las computadoras guerrilleras, agregado a lo que asoma entre los pliegues de la díscola maleta aterrizada en Argentina. Eso es lo que ha operado la fracción de “milagro” que los venezolanos vemos ocurrir cada vez que la soga aprieta por algún lado. Normalmente dura lo que un suspiro en la puerta de un colegio. Esperemos esta vez.

Chávez está seriamente señalado, sin importar quien nos visite ni los giros oratorios que pueda ofrecer a la galería. Ahora la pelota está del lado de quienes han proclamado la lucha planetaria contra el terrorismo, sin excluir el colaboracionismo con el flagelo. Lo que harán con toda esa información nos indicará por donde van y vienen los tiros. Nos mostrará si toda esa evidencia servirá para asustar, mantener a raya las amenazas, cauterizar lenguas y moderar los precios del combustible, o se pondrá en función de conjurar los procesos desestabilizadores que el poder exporta desde Venezuela al Continente y que está hipotecando la seguridad de nuestros pueblos. Ese es el seguimiento que hay que hacer.

Recibir a un Presidente que hasta hace horas se acusaba de sirviente del Imperio y de encabezar una conspiración cuyo objetivo era liquidar al mandatario venezolano, es una señal inequívoca de que algo anda muy mal. Hasta ayer el ilustre huésped de Punto Fijo era “mafioso y asesino”. Si miramos hacia los aliados, tenemos a Correa que vocifera no estar dispuesto a restablecer relaciones con Colombia hasta que ese país “no tenga un gobierno decente”, en otras palabras, hasta que Uribe y su gente se esfumen. Ortega acusó a Colombia de practicar “terrorismo de Estado”. Todo eso lo comparte Chávez. Esas aceras no se cruzan de la noche a la mañana. El finge y hasta un escolar podría percibirlo.

Qué buscan? Entretener al mundo con este nuevo capítulo, a la espera de que se disipen los nubarrones de maletas y computadoras. Pero Uribe aprendió y está dando de su propia medicina al homólogo. Las visitas, los saludos, las sonrisas no son sino gajes del oficio. Son parte del paisaje. Después de todo, no lo abrazó Chávez aquella vez después de una tángana de micrófonos al tiempo que extendía su mano “hermana” a las FARC? Y a fin de cuentas, no se acabó hace tiempo en todas partes lo de la diplomacia política y la defensa de la democracia? Hasta organizaciones internacionales cuyo sólo objetivo es velar por la vigencia de los derechos de los seres humanos, otrora combativas y bulleras, hoy se inhiben temerosas de las repercusiones de asumir su plena responsabilidad. Ahora es la realpolitik, la de los intereses, los negocios y el “wait and see”. Uribe tiene que velar por las prioridades de su país que exporta media Colombia a Venezuela, así como liquidar el asunto aquél de la frontera con Ecuador. Perfectamente legítimo.

Los rescatados ya lo están. Lo que hagan en adelante será su responsabilidad. La guerrilla está viéndose progresivamente reducida. Ella sabrá si le conviene seguir siendo defenestrada o acogerse a la legalidad que mil veces se le ha ofrecido. El lío lo tenemos nosotros. Es nuestro territorio el que servirá de alivio a terroristas y narcos, con una impunidad aún mayor que la que ya disfrutan. Somos nosotros los que tenemos que conformarnos con la versión que de visitas y aconteceres se derrame de las crónicas de los corresponsales extranjeros, porque los medios independientes de este país no pueden acceder a la información directa. Somos nosotros los que sufriremos los secuestros, la extorsión, los atentados y la muerte. Seguimos con decenas de compatriotas secuestrados del lado colombiano, sin que ni el oficialismo ni la Oficialidad venezolana muevan un dedo para rescatarlos, es más, ni siquiera los mencionan. No los secuestraron en Colombia: se los llevaron de aquí, de nuestras calles y fincas.

Y de quién es la culpa? De Uribe? Para nada. El punto a que han llegado las cosas está marcado por nuestra permisividad. Por seguir jugando dados en tableros de ajedrez. Por pintarnos cuadros que incluyan a Chávez. Y llegará hasta donde le dejemos. El Presidente colombiano vino con la parada muy alta, lo que nos confirma en la tesis de que no está dispuesto a dormir con el enemigo y mucho menos a olvidar que, ahora a la inversa, la paz de Venezuela es la paz de Colombia. Recuperar el tiempo perdido? Mi-qui-ti!.


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