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De lo peor
por Macky Arenas
miércoles, 14 mayo 2008


Durante el proceso de Nüremberg, el Dr. León Goldensohn, cualificado médico y siquiatra estadounidense, tenía la responsabilidad de mantener la buena salud mental de los veintiún dirigentes nazis encausados ante el Tribunal Militar Internacional. El realizó entrevistas a los grandes perpetradores de los crímenes del Tercer Reich, de manera sistemática por siete meses consecutivos. Los testimonios recogidos aportaron información indispensable acerca de la historia y el proceso del régimen nazi y permitieron explicar la idiosincrasia y motivos de estos asesinos en serie, violadores de los derechos humanos a escala indescriptible.

Nüremberg marcó un hito en la historia del derecho internacional pues, a pesar de que las potencias aliadas y sus principales líderes se inclinaban por ejecuciones sumarias para estos responsables de “crueldades gratuitas e innecesarias durante el desarrollo del conflicto”, se impuso el criterio de la celebración de un juicio según las directrices marcadas por un tribunal internacional. El gran argumento a favor de esos juicios es que la civilización tiene que protegerse a sí misma ante crímenes que no tenían precedentes.

Hay una lección aquí: hacer justicia por el pasado y para el futuro. Sin el atenuante del cumplimiento de órdenes superiores o algún estado pasajero o permanente de enajenamiento metal. La protección de la civilidad es prioridad, teniendo en cuenta que cada régimen genera su propia sofisticada perversidad. Hoy estamos en presencia de una de las más características de nuestro tiempo: la arbitrariedad de Estado, con apariencia de apego a la legalidad porque se ampara en dictámenes de una justicia dependiente de un Ejecutivo, que casualmente no puede recordar el momento en que se apartó del mandato popular.

El dramático caso de la jueza Arocha es un ejemplo claro, de entre muchos abusos que ya integran una larga lista de víctimas en los tribunales venezolanos. Ella toma una decisión, a su criterio de profesional con 34 años de impecable ejercicio, ajustada a derecho. Pero la propia presidenta del TSJ, prevalida de su alto rango, la destituye de manera sumaria. La fusila moralmente sin aviso y sin protesto. Como los fusilamientos propuestos en Nüremberg, no aprobados. Y aquellos eran criminales de guerra, ella sólo una jueza. No se le escuchó, no se le permitió defenderse, no hubo causa legal y era Juez Titular. Qué puede esperar el ciudadano? La Dra. Arocha impartió justicia y la administración de la justicia chavista se vuelve contra ella. A esa perversidad y a esa sofisticación nos referimos como los crímenes ante los cuales la parte de civilización que nos toca debe protegerse. Fue una crueldad gratuita en innecesaria. Desconocemos esa manera ponzoñosa de ser venezolanos.

Cuando abogados experimentados exigen investigar acerca de una relación de causalidad entre esa destitución y la muerte de la jueza, es porque eso se debe estar pareciendo peligrosamente a una cosa que llaman “homicidio culposo”.

Pero de algo sí estamos seguros: no podrá jamás alegarse insania mental ni desconocimiento de la ley, esto último no excusando para nada de su incumplimiento. Llegará la hora de las cuentas. Un amigo me decía el fin de semana: “Son de lo peor”, una muy caraqueña expresión para manifestar la vergüenza nacional.

mackyar@gmail.com


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