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Todos estamos fuera de la ley...por ahora
por Macky Arenas
martes, 12 agosto 2008


Este gobierno y su Presidente desprecian la ley y las instituciones legales. Da pena ajena lo que han hecho con el poder judicial. Como toda pandilla de autócratas justifican ideológicamente la legalidad. Estos no han sido especialmente brillantes en eso, pero sí han apelado al instrumento que todo imperio utiliza cuando se aferra al poder: construir su propia legalidad desde la ilegalidad de una secuencia de decretos que dan piso a la dominación. Baste recordar cómo se definía al imperialismo colonial, “le régime des décrets”, el régimen de decretos, que era el gobierno de todas las colonias francesas. Era suficiente con que una costra burocrática aceptara estos procedimientos como el Gobierno legítimo, para que esa dominación por decreto creara la atmósfera de arbitrariedad y sigilo que enmascaraba con gran efectividad su simple oportunismo. Sencillamente, el Gobierno se convierte en la fuente de la ley y se limita a exigir su cumplimiento.

Pero sucede que la Constitución venezolana, esa que no se pudo deponer por las armas ni por referéndum, que permanece vigente y emanó de la voluntad popular, no acepta que un decreto se coloque por encima de ninguno de sus artículos. También deja bien claro que la soberanía reside en el pueblo y que el gobernante es un servidor de ese pueblo. Además establece que ningún órgano del Estado puede danzar a otro compás que no sea el que le marque la soberanía popular. Y, como si fuera poco, ordena a cada venezolano desconocer “cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas” y nos conmina a restituir, por todos los medios a nuestro alcance, la plena vigencia de nuestra Constitución.

Si el régimen, con Chávez a la cabeza, se ha colocado al margen de la ley merendándose la Constitución, cada uno de nosotros también lo estamos si, bien sea de manera encubierta o manifiesta, nos mantenemos pasivos y aceptamos esta patada al Estado de Derecho. Desde que llegó a Palacio este Presidente vive en concubinato con la ilegalidad; pero una cosa es delinquir, cometer arbitrariedades y saquear el tesoro público y otra muy definitiva es cargarse la Constitución. La diferencia es que antes las fechorías eran ilegales. Ahora todo ello sería perfectamente legítimo y pisarían una raída alfombra llamada Carta Magna.

El venezolano que ha tenido una actuación más destacada en el campo de lo legal a nivel internacional, el Cardenal Rosalio Castillo Lara, se adelantó llamando a observar el mandato constitucional de desconocer a este gobierno. Sabía que es de necios andar por veredas cuando hay caminos reales. Hoy luce más claro que nunca, no importa los atajos que tomemos, las veces que votemos o las marchas que caminemos, uno sólo es el destino: aplicar el artículo 350 de la Constitución Nacional. Dimos muchas vueltas y estamos en el mismo sitio: ante la urgencia de un cambio radical, de tomar decisiones que aceleren el proceso para salir de un gobierno que no va a facilitar nada por las buenas y dentro de la ley. El gobierno es el escollo.

Cada quien verá cual es “el medio a su alcance” para restituir la vigencia de los derechos ciudadanos y de la Constitución pisoteada, pero desde luego que hacerlo es la única manera de merecernos su disfrute. No se justifican las defensas parciales de objetivos a corto plazo: lo que hay que defender es la República. Los bolivianos lo entendieron. El dilema sigue siendo el mismo desde el inicio: dictadura o democracia. Nadie nos provoca, la Constitución nos convoca. El retardo y la vacilación son nuestros únicos enemigos. Estamos en deuda con la democracia. Estamos fuera de la ley, pero a tiempo para remediarlo.

mackyar@gmail.com


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