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El piticastro
por Macky Arenas
lunes, 1 septiembre 2008


Cada vez que escucho  a Chávez  acusar a fantasmales interlocutores de "pitiyanquis", lo primero que uno se pregunta es si él sabrá lo que está diciendo. Estamos acostumbrados a que este presidente "ignorante delirante", como lo calificara Uslar Pietri, hable demás, pa´tras y pá lante. No repara en barbaridades y mucho menos indaga antes de lanzar al viento lo que le pase por la mente. Esto de pitiyanquis es una más. Pero la capacidad de asombro es inagotable y la ejercitamos día a día, como para que las alarmas se disparen cada vez que este insólito personaje nos produzca una sana pena ajena. Como para que no se nos pase por alto que representa todo aquello que contraría lo que identifica a un caballero venezolano. Después de lo que le hemos escuchado –diarreas incluidas- qué puede asombrar lo de pitiyanquis?

Pues bastante más de lo que se podría pensar si consideramos que, en su caso, no basta la catarata de palabras, inconexas o no, para encubrir la ignorancia de que hablaba Uslar. Podríamos escribir una especie de enciclopedia del mandante desprovisto, con tan sólo entresacar de discursos, cadenas y de aquellas "clases magistrales" de las cuales los pobres cadetes no querrán ni acordarse, las imprecisiones históricas, las temeridades de lenguaje, la contradicciones y los simples embustes con que cada día marea a todos aquellos que se esmeran en seguir sus peroratas, bien sea por necesidad o por morbosa curiosidad, que dudo alguien lo haga por placer.

Las piezas oratorias de los sabios griegos, los discursos de Churchill, Adenauer, De Gasperi, leer al tribuno que era Jóvito Villalba, todo eso educa y produce genuino placer. Pero esta cháchara es la mayor exposición de mediocridad que de este gobierno pueda consignarse para el futuro. La rabia  manifiesta y el encubierto complejo de inferioridad es el resumen de su contenido: un vomitivo compendio de resentimiento.  Este período oscuro  de la historia venezolana será recordado por la degeneración que ocasionó al país, cuya representación más acabada será para siempre el verbo presidencial. La vergüenza nacional está allí perfectamente retratada y más nos vale que nos produzca cada vez mayor pena ajena, pues eso será el mejor antídoto y la garantía de que jamás otro mandante repetirá estas conductas.

Cuando Chávez habla de pitiyanquis, será que no se ve en un espejo? Quién vive de los dólares? Quién  cobra, maneja y gasta la moneda yanqui? Quién se ha convertido en una mala imitación del imperio, paseándose por el continente forrado de billete gringo amedrentando aquí y allá? Quién es el que se muere porque algún político "made in USA" le pase la mano –por supuesto, no esa partida de disfraces que ha logrado traer a Venezuela para que le rían sus gracias-? Quién cubre de beneficios a "los pobres" yanquis cuando en este país la pobreza se reproduce sin asistencia ni esperanza?

Chávez es un mantenido del imperio yanqui, lo que lo convierte en la más acabada expresión del moderno pitiyanqui, un vetusto término despectivo de la izquierda sesentona, que aludía a los amigos del imperio. Un término lleno de telarañas que el desprovisto ha incorporado a su rocambolesco léxico. El encarna hoy ese protagonismo, el del pitiyanqui, resucitando la dependencia de la forma más abyecta que imaginarse pueda: un Estado que le ha quitado a los venezolanos para darle a los yanquis. Un gobierno que se apropió de una empresa como PDVSA, que operaba al servicio del país con eficiencia y productividad, para convertirla en chatarra a la que exprimen dólares para el disfrute de los "panas" del continente, muy ocupados en reproducir, con nuestros reales y para sus pueblos el esquema de pobreza y dominación imperialista que se ha impuesto en Venezuela.

Al discurso chavista hay que desvestirlo, quitarle la careta, despojarlo de esa cobertura incendiaria y revanchista, desmitificando los espejismos que vende como oasis en este desierto de penurias que pasa el pueblo venezolano. A causa de sus locuras imperialistas hoy somos más dependientes. A causa de su megalomanía pitiyanqui estamos anclados en este atraso. Los dólares los disfruta Chávez y su costra de amigotes dentro y fuera de Venezuela. Los dólares yanquis que lo convierten en el primer pitiyanqui de su séquito de voraces alimañas.

Y saben qué es lo más curioso? Que todo esto es un esquema estrenado y mantenido por Fidel Castro para conservar una "revolución" que le ha provisto dólares suficientes como para figurar en las revistas especializadas entre los más ricos del mundo, mientras los cubanos se las arreglan con una tarjeta de racionamiento. El acuñó lo de pitiyanqui y un buen día, se encontró uno bien bolsa y se lo cogió para él. Hoy día, buena parte de los "George Washington" petroleros se los sigue embolsillando la Cuba castrista, gracias al pitiyanqui que tenemos en la caja registradora, pagando y dándose los vueltos…perdón, al piticastro. Puede que no llegue ni a pitiyanqui, ya que la plana se la puso Castro: Chávez es el pitillo por donde Castro y su gente nos chupan los dólares del petróleo. Chávez es el pitillo por donde impúdicamente se fugan los recursos de los venezolanos hacia otros gobiernos hambreadores de sus pueblos. Chávez es el pitillo por donde se nos escapa la soberanía. Chávez es un  vulgar y silvestre PITICASTRO.

mackyar@gmail.com


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