Desde
que el gobierno de Hugo Chávez se instaló en Venezuela hace
ya una década, los venezolanos hemos visto empeorar de
manera sostenida y sin precedentes en su celeridad nuestras
condiciones de vida. Hay más pobres que nunca, hay más niños
abandonados en las calles, las instalaciones de escuelas y
hospitales públicos dan pena y hay un deterioro creciente y
sumamente peligroso de instituciones y redes
interinstitucionales. Muchos se preguntarán cómo es posible
que esto pase en un país con tanta riqueza petrolera y cómo
puede entenderse que a un gobierno le interese una situación
semejante? Pero es el gobierno de Hugo Chávez no sólo se
esmera en sea así, sino que lo hace porque le conviene.
Es importante que los países hermanos, todos al alcance de
los tentáculos de este nuevo imperialismo con ropaje
revolucionario y chequera petrolera, tengan bien claro el
oscuro túnel en que se adentrarían en caso de aceptar las
lisonjas de los aliados del régimen que actualmente opera en
Venezuela, al punto de someterse a los riesgos que
enfrentarían de conducirlos al poder. Si aún así, resuelven
sucumbir al atractivo adrenalínico de dormir con el enemigo,
pues ya es su opción.
A un gobierno que no le preocupa el bienestar de su pueblo
sino la exportación de la revolución, destina los recursos
no a satisfacer las demandas y aliviar las angustias de las
clases desposeídas, sino que emplea los cuantiosos ingresos
petroleros en enviar "ayudas" que en realidad son regalos a
los gobernantes - que no a los países- que son sus aliados
políticos.
Así, en El Salvador, el gas se envía a las alcaldías
controladas por el FMLN, con el fin de que sirvan al
objetivo de ayudar a la opción político-electoral que ellos
representan. Venezuela cobrará en la otra vida, ya que el
interés es al 2% y el plazo a 25 años. A Cuba se le bombea
pretróleo desde siempre y el "pago" ha sido enviarnos
entrenadores deportivos y médicos que, no sólo no son tales,
sino que apenas pueden ponen los pies en polvorosa y se
fugan a Miami o cualquier otro lugar donde estén a salvo de
la obligación de regresar a la isla. Ahora construiremos una
refinería en Cienfuegos, lo cual ha sido advertido como
inviable por todos los técnicos del propio gobierno de
Chávez. A Nicaragua ya hemos perdido la cuenta de las
ofertas que se le han hecho, pero, aparte de otros regalos
más sustanciosos y patrocinios electorales, sabemos que les
enviamos neumáticos mientras en Venezuela escasean. Ya en
Mexico habíamos ayudado y probablemente lo seguimos haciendo
al truculento López Obrador. En Argentina el embajador
venezolano se metió en serios problemas por descubrirse su
generosidad con los piqueteros y ya es harto difundida la
"mala junta" de Chávez y los suyos con las Farc, con la
correspondiente y expresa repulsa de los venezolanos.
A Bolívia literalmente le hemos cubierto varias veces el
presupuesto nacional y lo más doloroso ha sido la muerte
absurda de 4 militares venezolanos que pilotaban un
helicóptero cedido a la campaña de Evo Morales. En otra
ocasión supimos que el embajador de Cuba en Caracas se
paseaba por Bolivia, chequera en mano, distribuyendo nuestro
dinero entre los amigos de Evo Morales, quien ha cometido la
impudicia de agradecer públicamente a Chávez por esas
donaciones. Hemos construído casas, hospitales, pavimentado
calles y remodelado escuelas en muchos municipios
latinoamericanos, sin mencionar la gasolina que le enviamos
gratis a londinenses y "zonas pobres" de EEUU, que en
realidad nadan en opulencia cuando se las compara con
nuestros sectores marginales. Eso, por sólo mencionar
algunas de estas fugas de recursos.
Esto no sólo termina indignando a la población, sino que se
convierte en una humillante evidencia de arbitrariedad
cuando constatamos que todo está diseñado para apuntalar el
éxito político de los complices de Chávez en el Continente,
en lugar de servir a paliar las necesidades de los pueblos
con los que Venezuela, por cierto, tiene amplia trayectoria
de solidaridad. Tanto más indignante cuando se hace sin
pasar por ninguno de los controles que todo Estado debe
observar a la hora de erogar lo que pertenece al tesoro
público. Esa es la razón por la cual todos estos regímenes
apuntan a favorecer la inversión extranjera, luego de
quebrar a los empresarios locales y aniquilar las industrias
básicas, etapa ya cumplida con el desastre de Petróleos de
Venezuela y la Electricidad. Aquellos no pueden pedir las
cuentas que los segundos sí pueden exigir. Mermar la
capacidad de respuesta de los factores políticos nacionales
es de vital importancia para manejar el país a su antojo.
El caos que se produce en un país por causa de la asfixia al
aparato productivo, a la inversión privada y a la
democratización de los espacios de comunicación, no sólo
coloca a la población en una dinámica de supervivencia que
desestimula la participación política, sino que desmoraliza
a la ciudadanía cuando recibe de su propio gobierno un trato
discriminatorio y displicente. Y la ira no importa que sea
mucha cuando es débil. Por eso la pobreza es el mejor
negocio para Chávez. Recomendación de Fidel Castro que él
disciplinadamente la extenderá a los países en donde logre
colocar sus piezas. Guerra avisada no mata soldados.
mackyar@gmail.com