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Resentir es peligrar
por Macky Arenas
miércoles, 22 agosto 2007


Detrás de cada proyecto de dominación está una carencia que, por crónica, es imposible de compensar como no sea por la vía de proyectar en otros las culpas y realizar en otros las revanchas. Y como es una realidad que más que lideres lo que hay es seguidores, pues la mesa está servida. Si alguno con vocablo equívoco aderezado con un poco de magnetismo y un toque de audacia resuelve drenar sus frustraciones en una muchedumbre desprovista y deslumbrada, allí tenemos una mezcla explosiva del coctel social.

El miedo está a la base del éxito de los caudillejos autoritarios. Busque usted un sólo déspota desde que la humanidad se conoce, que no esté hecho de resentimientos y forrado de complejos. Escarbe en su bagaje personal, en su entorno originario, en la manera cómo transcurrió su infancia y verá comunes denominadores que explican una misma conducta: luchan por sobrevivir desde la fuerza. Comparten un idéntico sentimiento sombrío y pesimista del ser humano y es a partir de esa total desconfianza que se precipitan en un ejercicio del poder tiránico y absorbente. Quien no comprenda este hecho elemental nunca acertará a deshacerse de ellos y vivirá esperando cambios que, sencillamente, no pueden ocurrir.

Sobre los miedos y fobias del pueblo diseñan su discurso seductor con el que embadurnan la epidermis del problema social. Sobre la inmediatez de esa trampa ensartan al ser humano, siempre dispuesto a responder pronto a estímulos fatales y superficiales. Realmente lo que buscan es descansar, en esa apariencia de solidez que aporta la posibilidad de someter, las profundas inseguridades que acechan desde lo más oscuro de su siquis. ¡Qué saco sin fondo es el entramado de complejos que atormenta al autócrata!

Muchas veces se le atribuye a este seductor liderazgo amoral cualidades casi sobrenaturales, al punto de ver en quien lo encarna una especie de predestinado, cosa que se cree él primero que nadie. Pero estos maestros de la hipnosis tienen un par de mortales enemigos: el Tiempo, factor clave en la obra humana, que pone cada cosa en su sitio; y la Verdad, que como escribió un experto en liderazgo, “siempre llega la última, tarde, cojeando con el Tiempo”. La Verdad llega, renqueante y lenta, pero con terca paciencia muestra finalmente la falsedad de proyecto y líder.

Traducido a lo nuestro, el prometido “mar de la felicidad” se convierte en un gigantesco cuartel totalitario. La Constitución ya no será rectora de la nación, sino código gelatinoso que se retorcerá según la sinrazón, el pánico y la debilidad del jefe. Esa es la Verdad social y política que ha llegado al compás de la más estridente ola de corrupción que haya conocido el país. Definitivamente, el resentimiento puede encarnar en un proyecto político, según la última cadena presidencial . No cabe duda de que la frustración conduce su estilo de dirección. Justo por eso es incapaz de aprender del fracaso y el motivo es que la escuela del error requiere una autoestima y confianza en sí mismo que obviamente a él le falta. Resentir es peligrar.-

mackyar@gmail.com


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