Un
verdadero misterio rodea la decisión de ciertos confesos
detractores de la propuesta chavista de cambiarnos la
Constitución, hasta hace apenas días y en algunos casos
horas orientada a impedir esa barbaridad, ahora trocada en
abierta invitación a participar en el proceso votando por el
NO.
Digo que existe un misterio porque seguramente no se debe a
que las encuestadoras repiquen juntas, como campanas de
iglesia llamando a la Misa, para que la gente acuda rauda a
la consulta; tampoco puede ser el resultado del logro de
condiciones que despejen las resistencias del electorado a
someterse de nuevo a la humillación de un proceso viciado
para la oposición democrática y ventajista para el lado
oficialista; mucho menos podemos imaginar que las razones de
principios que originaron la resistencia inicial hayan
dejado de existir; y tampoco se ha presentado ninguna
evidencia que indique que modificaciones de fondo permiten
aceptar someter a consulta temas cuya vigencia puede
discutirse.
Tal vez hay algo que unos pocos saben y que el resto de los
mortales ignoramos. Lo cierto es que, acompañando esa
repentina y compulsiva llamada a votar, se descalifica,
aparta y hasta sataniza a quienes han tomado la resolución
de no hacerlo. Eso es contraproducente pues abstenerse en
semejante contexto no sólo es válido sino legítimo, tanto
como la opción de acudir a esas urnas, una vez más, sin
importar las condiciones bajo las cuales tengan que
depositar ese voto. Son maneras de participar haciendo valer
una opinión, tan contundente y democrática una como la otra.
Muy poco tolerante y bastante arriesgado desmerecer los
motivos de quienes no desean votar. Es mucho más inteligente
y conveniente pensar en la conexión que existe entre quienes
voten NO y quienes se nieguen a convalidar con su presencia
y su firma un acto tan inconstitucional de principio a fin,
como ese al que nos convidan el 2-D. Es inteligente y
conveniente sumar esos dos esfuerzos, ambos expresión del
rechazo abrumadoramente mayoritario a esta intentona
golpista que sólo representa un eslabón más en la cadena
sediciosa que se inició con la irrupción de Hugo Chávez en
el escenario político venezolano el sangriento 4F.
La unidad de la oposición no radica en introducir a todo el
mundo por un tubo. Eso es lo que ha tratado de hacer el
régimen y el resultado es que ya no tienen partido, ni
capacidad de convocatoria en la calle, ni siquiera confianza
unos en otros. Están como el árbol de yuca, con un tronco de
apariencia sólida pero podridos por dentro. La verdadera
fuerza se encuentra en conseguir la unidad a partir de la
diversidad. "Distinguir para unir", como decía el filósofo
Jacques Maritain que inspiró a los más humanistas y
refrescantes movimientos políticos que reconstruyeron la
Europa de la post-guerra.
A fin de cuentas, aquí lo importante no son los resultados
de esta elección. Como han dicho muchos de los voceros
"autorizados" de la oposición, aquí no se dirime el cambio
que las grandes mayorías reclaman cual es el término de éste
régimen que ha llenado de vergüenza y de dolor a Venezuela.
Al aceptar la ruta electoral, no pareciera que habrá
sorpresas. Aquí se trata de rechazar un proyecto de
Constitución, rechazo que, de acuerdo a las encuestas, es
absolutamente incuestionable pero quizá nunca sepamos cómo
lo contabilizó el CNE. En consecuencia, lo aconsejable es
pasar este rubicón y prepararnos para el nuevo juego que se
abre luego del 2D. Un juego para el que no hemos entrenado.
Pero como no hay nada oculto bajo el sol, si hay algo que
descubrir se nos mostrará en su momento, Por ahora, nos
mantenemos en ansiosa expectativa, en observación crítica de
esta lujuriosa seducción para deshojar hasta el último
pétalo de la margarita del SI o el NO.
mackyar@gmail.com