Sin
temor a equivocarnos, quizá sea éste último el documento más
contundente que la CEV venezolana haya producido en estos
ocho años. ¿Será porque la realidad se hace cada vez más
dramática para la vigencia de los derechos más fundamentales
del ser humano, lo cual “interpela” a la Iglesia de manera
directa? ¿Será porque la barbarie, si por ella entendemos la
falta de apego a las normas, a las leyes, al Estado de
Derecho y a la sociedad civil, se presenta de manera nítida
como la forma que ha tomado el gobierno en este país, asunto
ante el cual la Iglesia no puede eludir salir al paso? Será
porque cuando desde el poder se pretende manipular las
conciencias para conducir al país al abismo del atraso y la
ruina, imponiendo una ideología extraña y fracasada que
negaría el pluralismo y la libre expresión de las ideas,
entonces la Iglesia, que no se mete EN política, entiende
como su deber meterse CON la política?
Ya lo
había dicho el Papa Juan Pablo II en uno de sus discursos al
Cuerpo Diplomático, en 1986: “La violación de los derechos
fundamentales no puede jamás convertirse en medio para fines
políticos. El hombre no sólo vive de pan. Es grave atentar
contra la dignidad del hombre, sus derechos fundamentales,
su libertad de opinión política, su inalienable libertad de
conciencia”… es decir que fiel a su Magisterio la Iglesia,
aún cuando se cuida de no interferir en la vida política, sí
tiene como obligación el alertar sobre falsas idolatrías, ya
sea a proyectos ideológicos o políticos, globales o
nacionales, personales o colectivos. Si bien la política no
es un oficio de la Iglesia, en la medida en que el hombre no
está seguro del hombre, ni la nación segura de la nación
porque el Estado pretenda colocar su poder por encima de los
derechos, entonces la política es un asunto de la Iglesia.
Esto se lo escuché predicar, palabras más palabras menos, a
ese Pontífice valiente que fue Juan Pablo II durante su
primera visita a Mexico.
Una de las cuestiones que preocupan más a la CEV y lo
señalan claramente en el documento, son los planes que el
gobierno tiene con la Educación, angustia en la que
acompañan a la familia venezolana. El adoctrinamiento
socialista en las escuelas y las pretensiones de controlar,
a través de la improvisación y el caos todo el proceso
pedagógico, tiene que producir una profunda preocupación
entre los Obispos, al punto de hacerlos pensar en poner la
otra mejilla. Acorde con su Ministerio, un Pastor no puede
caminar detrás de su pueblo, particularmente cuando sobre
ese pueblo se ciernen amenazas. El debe caminar delante de
los suyos, conducir al rebaño y marcar la justa dirección,
más allá de los riesgos del camino, y Dios sabe cuán
numerosos son los riesgos en el momento presente. Eso se lo
escuché decir, en la toma de posesión de Mons Diego Padrón
como nuevo Arzobispo de Cumaná, en mayo del 2002, a ese
Nuncio preclaro que nos acompaño unos años que jamás
debieron terminar, Mons André Dupuy.
De la misma manera que las pautas publicitarias se utilizan
para presionar deformaciones en la línea editorial de los
medios de comunicación, los subsidios para la educación se
convierten en una daga al cuello de las instituciones que
sirven a los sectores populares. En ambos casos, la asfixia
es el “método”. El chantaje es inaceptable para una
institución como la Iglesia, que predica a favor de la
justicia y la tolerancia, contra la discriminación y la
muerte y apuesta por una cultura de respeto, de permanente
reconciliación y de paz.
Así como el tema de las matrículas es una cortina de humo
para intentar “pasar agachado” el verdadero zarpazo a la
libertad educativa, los escándalos como la agresión contra
la imagen de la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto
en el Zulia, tienen como objeto minar la moral de quienes
pueden plantar cara a esa farsa que llaman “socialismo del
siglo XXI”. Pero dos mil años de historia no permiten pisar
peines; los Obispos enviaron su mensaje en clave Evangélica.
De pisar, ya se encargará La que lo hace más fuerte porque
mantiene firme bajo su pie la cabeza de la bestia. “El que
tenga oídos que oiga”.--
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Consulte el documento: Exhortación Pastoral de la
Conferencia Episcopal Venezolana
mackyar@gmail.com