Indiscutiblemente,
el gobierno de Venezuela, con sus intenciones de influenciar
a toda America Latina, se encuentra gravemente impedido de
seguir progresando en la expansión de su proyecto. Esta
debilidad no sólo se manifiesta a nivel internacional, sino
también en su misma casa.
Las derrotas internacionales son palpables, las
capitulaciones internas, imposibles de esconder, y las
posibilidades de crear una nueva mística que involucre a los
antiguos seguidores de la utopía representan una faena que
prácticamente escapa a las verdaderas posibilidades de lo
poco que queda del otrora “sano” sentimiento bolivariano.
En realidad, poco a poco nos vamos encontrando con una
Venezuela menos propensa a la demagogia, con una Venezuela
que se va viendo forzada a enfrentar, por fin, una realidad
(antes negada) que hoy se nos presenta menos atraída por los
efectos de retóricas fáciles, embrollonas y distorsionantes
de las circunstancias que vivimos.
Sin embargo, “el recule” del proyecto chavista tiene siete
cabezas, y seis de ellas se encuentran, ciertamente, en el
ámbito internacional y son difíciles de desenmascarar desde
nuestras limitadas posibilidades.
ETA, Hizbolah, FARC, G2 y hasta cualquier otra “benévola”
organización pseudo democrática internacional, apuestan,
tanto abierta como subrepticiamente y sin importarles el
costo social que le produzcan a Venezuela, al posible
triunfo de un totalitarismo protector que les siga
garantizando el resguardo que Chávez y sus secuaces les han
garantizado hasta el momento.
Chávez “recula”, es cierto, tanto interna como externamente.
Pero aunque ese recule le sea necesario y obviamente nazca
de su patente debilidad interna, también le sirve para
encubrir las apetencias de sus cómplices internacionales;
cómplices que acechan, ininterrumpidamente, las jugosas
prebendas bolivarianas. Cómplices que pronto defenderán, en
pago adelantado, los “límpidos” progresos democráticos del
socialismo del siglo XXI. Y esto no sólo desde los gobiernos
más oprobiosos del mundo sino también desde los soterrados e
infiltrados Bunkers de organizaciones internacionales como
el Mercosur o la OEA.
Ahora bien, más que nunca, y ante esta evidente debilidad
bolivariana, debemos terminar de machacar la cabeza del mal
que va llevando a Venezuela hacia el total aniquilamiento de
su bienestar.
Creer que “los recules estratégicos” del chavismo nos han
proporcionado una victoria sustancial, no sólo menoscaba
nuestras fuerzas y nos deja al garete de circunstancias
ajenas a nuestras auténticas necesidades sino más bien
refuerza la estrategia impuesta desde los retrógrados
laboratorios del contubernio fascista nacional.
Indiscutiblemente, al igual que ayer, tendremos que
enfrentarnos una y mil veces más a la falsedad, a la
hipocresía, a la trampa y a la superchería que manejan los
aventureros que pretenden hacerse de nuestro devenir.
La diferencia es que hoy, definitivamente, ya perdida gran
parte de nuestra benévola inocencia política, estamos mejor
preparados para luchar contra el ventajismo clientelista de
la satrapía nacional.