Sin
discusión alguna, Suecia disfruta una de las democracias más
“correctas” del planeta.
La sociedad sueca siempre está, y siempre ha estado, alerta
a contrarrestar prejuicios y dar oportunidades, de muy buena
fe, a las distintas propuestas democráticas que pululan el
gran mundo.
De esta manera, y hasta ahora, Chávez había disfrutado de un
silencio (y hasta de una aprobación tácita) que poco a poco
se ha ido convirtiendo en un lastre de grandes proporciones.
La izquierda tradicional sueca, con su insana tendencia a
insuflar novelescos sueños que reivindiquen la panacea
social, siente poco a poco el terrible error en que ha
incurrido.
De unos meses para acá, y luego de las constatadas
jugarretas antidemocráticas del jefe bananero venezolano (La
Habilitante como colmo), se respiran verdaderos aires de
desconfianza contra la peregrina propuesta del socialismo
del siglo XXI.
Los periodistas de tendencia izquierdista, poco a poco, no
sólo han dejado de aupar la gran mentira sino que
“avergonzados” tratan de recuperar un poco de la confianza
que han perdido tras el devaneo del oro venezolano.
A pesar de los esfuerzos publicitarios de la chequera
venezolana, los dividendos cada vez van siendo más escasos.
El periodista Håkan Forsberg (experto en Latinoamérica) del
importante diario Svenska Dagbladet, publica el día lunes 26
de febrero del 2007 una entrevista digna de ser comentada.
http://www.svd.se/dynamiskt/utrikes/did_14703415.asp
Ya no encontramos en esta publicación las liviandades de
hace unos meses atrás; aunque la discreción del periodista
sigue siendo un poco lamentable.
Se trata de una entrevista a Carlos Escarrá donde la leyenda
bajo su foto, reza de la siguiente manera: Carlos Escarrá es
uno de los parlamentarios que apoyan al mandatario Hugo
Chávez, a pesar de la crítica internacional por el poder
absolutista del presidente.
Ante preguntas más tajantes que las utilizadas por el
periodista en otras oportunidades, al referirse a la
revolución venezolana, Escarrá (ante el lector sueco) deja
mucho que desear desde el punto de vista democrático.
El sarcasmo, cosa muy odiada en la idiosincrasia sueca,
juega un papel preponderante en las contestaciones del
prácticamente desapercibido visitante venezolano (a no ser
por la pequeña reseña de Forsberg en el diario sueco).
De la misma manera, en cada país de Europa percibimos el
ocaso de una luna de miel que ha agotado su fascinación.
El divorcio Euro-venezolano del siglo XXI, gracias a los
palpables y repetidos atropellos antidemocráticos de Hugo
Rafael Chávez Frías, es algo que ya no se puede evitar.
Y hasta hacer negocios con la Venezuela de hoy, conlleva el
peligro de exponerse a ser tildado de sobornado o manipulado
por la malgastadora chequera del dictador tropical.