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El estricto mundo académico
por Liko Pérez
lunes, 18 junio 2007


La posibilidad de un desarrollo propenso a la praxis fascista (o a la presencia inadvertida de un “fascismo inconsciente”) puede, digo yo (y a causa de que aun no se sabe lo que es), formar parte del inconsciente político del socialismo del siglo XXI.

Entre la praxis efectiva del quehacer ordinario (el que yo hago) a favor de la libertad democrática y la del quehacer férreo de la disciplina académica, se cuelan realidades nuevas que escapan a las definiciones de lo que académicamente se pueda considerar ser el origen (y en consecuencia el resultado evolutivo a partir de las mismas) de la situación histórica que vivimos hoy.

Desgraciadamente, la disciplina inherente a los estudios académicos basados en realidades nacidas del análisis postrero (de un pasado ya relegado a la historia), no permite considerar (tomar en cuenta) la creatividad social (posible y necesaria) que solicitan las visiones de futuro; de esta manera, esa praxis académica queda naturalmente relegada al pasado (cosa valiosa en relación al establecimiento rígido de lo poco que se puede rescatar como “verdadera realidad acontecida”; pero sin que esto implique también, que pueda lograr explicar algo de lo que “ha de acontecer”).

Preguntarnos si Chávez es fascista o comunista, es algo irrelevante en el contexto opositor de la Venezuela de hoy. En realidad, Chávez es un peligroso populista (digo yo), y como tal, tanto agarra de lo uno como de lo otro a la hora de actuar (mientras le aguante la chequera).

Entre las características bolivarianas más concretas y cercanas al fascismo, encontramos los siguientes escenarios actuales:

1- El programa educativo “Simoncito”, al mejor estilo de la Jugend de Hitler (…el que se haga dueño de la juventud, se gana el futuro), es un ejemplo claro de la tendencia fascista de este gobierno (adoctrinar y pretender apadrinar la patria potestad de los hijos de los venezolanos).
2- La utilización de los derechos “inalienables” de las etnias originarias (derechos por encima del derecho) y la utilización de terminologías religiosas (léase Himmler – uno de los golpistas fascistas de 1923) nos muestran una clara y consciente manipulación antropológica de inequívoco carácter “facistoide”.
3- La Wafen SS de Hitler, es fácilmente comparable a la guardia pretoriana de Chávez (La Reserva); y los Círculos Bolivarianos, Tupamaros y otras manifestaciones de politización de la violencia (financiados por el gobierno), nos muestran el antecedente de “Una posible noche de los cristales rotos, tropical”.
4- La GESTAPO venezolana, léase la policía política chavista con ayuda del G2 cubano (con suficiente experiencia de la DDR), es una muestra característica de una organización fascista que propende la delación.
5- La ideología mítica y el culto a la personalidad (constantemente presente en la retórica chavista), nos indica una cercanía ineludible a las esencialidades del fascismo.
6- Las acciones “blixt” de Cháves (Bolivia, Ecuador, Nicaragua, etc.), aunque no tan brillantes como las guerras del “Führer”, conllevan la misma intención: “expandir universalmente” la gloria del movimiento bolivariano.

Quiero recordar que Hitler (como Chávez en Venezuela en 1992) se supo aprovechar del descontento popular que reinaba en Alemania; y luego de un intento de golpe de estado fallido en 1923 (junto a Himmler y Göring), logra escalar (como Chávez, Chacón y compañía en 1998) a la posición que lo convirtió en el regente absoluto de Alemania; convirtiéndose, al mismo tiempo, en la siniestra figura que los guiaría hacia el conocido y catastrófico destino de la nación germana).

A final de cuentas lo que es importante es la praxis. Las teorías académicas sobre lo que fue Stalin o Hitler en relación a Chávez, aunque nos ayuden a una aproximación de las verdades del aquí y ahora venezolano, no satisfacen totalmente nuestra necesidad de entender el escollo histórico de hoy. La diferencia más importante entre Stalin y Hitler (aunque obviamente existieron muchas más), es quizás que las víctimas no fueron siempre las mismas (precisamente como es en la Venezuela hoy).

Los aportes académicos sobre la definición de fascismo (sobre todo de los venezolanos que se han esforzado en traducirlos a nuestra cultura) como es el caso del Profesor Aníbal Romero, ciertamente han enriquecido nuestras posibilidades de interpretar, más correctamente, el curso de la historia pasada.

Sin embargo, insisto categóricamente que tales disecciones académicas muy poco nos revelan sobre el desarrollo actual del chavismo; ya que el régimen populista chavista no sólo conlleva una clara tendencia a convertirse (por conveniencia) en comunista (como muchos estamos de acuerdo en coincidir), sino que también tiende a ser fascista desde el momento en que recurre, como he apuntado anteriormente, tanto a las mismas estrategias que caracterizaron a los fascismos históricamente conocidos, como a cualquier cosa que avive el culto narcisista que lo caracteriza.

Entonces, ¿Por qué ha de ser mejor o peor, ser fascista que comunista?

¿No será más bien que ser embrollón populista permite cualquier permutación?


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