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¡Voy jugando a Rosalinda...!
por Liko Pérez
sábado, 11 agosto 2007


Tirar el resto” forma parte del pensamiento mágico venezolano; y es cierto también, que alguna que otra vez se han evidenciado resultados “positivos” con esa actitud: sobre todo con la esperanza de forzar avatares que transformen en bien los reveses que propicia el mal vivir (así como cuando el dado, en la noche linda, te devuelve tus corotos).

Venezuela, en esta última gira presidencial por Latinoamérica, ha ido tirando el resto en una desesperada jugada pre-agónica. Esto lo digo por lo que entiendo de lo que escriben concienzudos economistas en cuanto a que el saco ya tiene el fondo roto; y que obviamente, para que no se note tanto, se ofrecen relucientes joyas que otrora eran intocables (nuestras últimas reservas). Sumo y sumo y resto y resto la inmensa cantidad de dólares que ésta gira ha gravado, regalado o mal invertido (llámelo como quiera), y no me cuadran las cifras que indiquen sanidad económica o, simplemente que no nos estemos acercando a una ruina total.

Un avatar es ansiosamente esperado para que haga su aparición redentora y nos proporcione la oportunidad de doblegar nuestras contrariedades; esperanzados, como siempre, en un milagro que nos permita revertir esta evidente y catastrófica realidad (realidad enrarecida por un disparatado y mágico facilismo de irresponsable envite que nos enceguece con su malsana fe).

La mejor manera de contar lo que está sucediendo en Venezuela, es diciendo que no pasa nada, que todo va bien: “Tout va très bien, Madame la Marquise”.

No se si conocen el caso de la marquesa que, estando de vacaciones, llama a su mayordomo para preguntarle como van las cosas. – Todo va bien, Sra. Marquesa…, respondía el mayordomo consecuentemente. Hasta que un día le agregó que desgraciadamente se había muerto el gato. -¿Cómo, se murió el gato…? ¿Y cómo se murió? – Bueno, Sra. Marquesa, se murió durante el incendio del palacio. Y de esta manera sigue el mayordomo y le explica que fue a causa de un accidente con una vela lo que ocasionó el incendio de los cortinajes cuando el Marqués se suicidó. –Pero si todo iba bien, increpaba desesperadamente la Marquesa. –El Sr. Marqués no pudo aguantar la noticia de que se había arruinado y tendría que venderlo todo. Bueno, Sra. Marquesa, espero que me disculpe, pero tengo que colgar porque ya me conseguí otro trabajo.

En realidad, aquí en Venezuela podríamos seguir diciendo que aquí no pasa nada (gracias al respiro artificial de los altos precios del petróleo), aunque la realidad sea totalmente contraria: PDVSA (lo único que queda de una Venezuela productiva) está prácticamente al borde de una depresión.

La fabricada ilusión de “aparente normalidad” que nos brinda la “regaladera” de dinero, no sólo nos indica una manera engañosa de plantearnos la realidad sino que también nos indica lo avanzados que estamos en el arte del autoengaño. Y, de paso, también nos indica que para explicar nuestra realidad, da igual si lo hacemos en francés, en chino o en vietnamés, porque como bien reza la dialéctica de nuestro lenguaje: a buen entendedor pocas palabras.
Entonces no es que sólo el palacio se quema, sino que la producción agrícola, la porcina, la avícola y la bovina han colapsado estrepitosamente, y que la infraestructura del país está en ruinas y el problema de la inseguridad ciudadana es patente y la sanidad mental de nuestra abrumada población muestra síntomas de profundo deterioro.

Por lo tanto, Sr. Presidente, no se preocupe: Bienvenido de vuelta, que aquí no ha pasado nada, sino que simplemente nos encontramos reunidos porque vamos a enterrar al gato.
 


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