Transcurridos
más de nueve años de gobierno revolucionario (parece que lo
van logrando), no quedan muchos pobres en el mismo gobierno.
No soy yo quien ha de apuntar si este o aquél o aquélla, ya
no son tan pobres como cuando comenzaron a mandar (empezando
por el mismo Chávez); eso salta tan groseramente a la vista
que cualquiera lo puede percibir.
Lo que sí les puedo asegurar es que ya no sólo podemos
acusar, con absoluta propiedad, al gobierno bolivariano de
nepotismo sino que también le encaja, como anillo al dedo,
un claro perfil de plutocracia (preponderancia de la clase
rica en el gobierno).
La equivocada tendencia de relacionar a “los ricos” con
abolengos o con obligados procesos generados por los siglos,
entorpece, como cortina de humo, la verdadera definición de
rico (ploutus del griego) y aliviana de soslayo,
inaceptablemente, la igual condición de “nuevo rico”.
En la medida en que los pobres de este gobierno (mal
habidamente) han ido haciéndose más ricos (nuevos ricos), se
han hecho también “menos pueblo” y menos asequibles (o más
esquivos o virtuales).
Por eso es tan importante el Aló Presidente, VTV y Telesur,
Televen y Tves, y todo un sin fin de medios controlados que
permitan el contacto de “la nueva oligarquía” con sus
supuestos súbditos; manteniendo, de esta manera, la
necesitada y discreta mistificación (y separación física)
que “merecen” los totalitarismos de cualquier tipo (piensen
en Kim Jong II o en el recién ahorcado Sadam).
Los acostumbrados pleonasmos (repetición de palabras de
igual sentido, en este caso más bien balbuceo redundante)
sobre la dignidad de la pobreza en la retórica que aplica
este gobierno plutócrata, ameritan de volumen, o más bien de
megáfonos, que distorsionen la propia realidad que vive; ya
que estos, los medios de comunicación utilizados con mala
intención, acortan “virtualmente” la distancia (la riqueza)
que los separa de la “bienaventurada” plebe.
“Ser pobre es bueno y ser rico es malo” son conceptos
difíciles de defender desde una opulencia evidente. Lo más
conveniente para los “elegidos” que nos gobiernan, sería
comunicarse por MORSE (que es más parco y no muestra tanto
las finas costuras); pero para ello, habría primero que
aprender a entenderlo y a escribirlo (y ni siquiera para eso
existe capacidad).
Marshall Mc Luhan aseveraba que “el medio es el mensaje”. Se
me ocurre que estaría también pensando en eso de que “las
palabras se las lleva el viento” y que las imágenes
fortuitas, con el tiempo y el tanto machacar, también se
transforman en otras realidades.
Por lo tanto, quiero atreverme a especular que aunque sea
totalmente cierto que “querer ser pobre es de tontos”,
también puede ser cierto que los ruidos de los megáfonos
(los medios del Estado), disparados desde las distorsionadas
y distantes alturas de la comodidad, consigan indicarnos
todo lo contrario.
Por si acaso, miremos un poco hacia arriba; quizás logremos
visualizar y reconfirmar el milagroso nacimiento de una
nueva plutocracia virtual.