La
transparencia no es, definitivamente, una característica
de los políticos y menos en Venezuela. Uno vive de
sorpresa en sorpresa, tanto si se es de la oposición, como
si se es del gobierno. El ejemplo más claro es la
convocatoria a votar en las elecciones de alcaldes y
gobernadores que se realizará en tres meses.
Para empezar, los dos bandos
aprobaron las morochas en el CNE. Al diablo la
representación proporcional de las minorías.
Por eso son minorías, ¿quién las
necesita?
Después, los partidos que apoyan al
gobierno conformaron un frente llamado Alianza Patriótica
que vive basureando a sus votantes. En pro, por supuesto,
de la revolución.
El PSUV decía que quería incluir a
sus aliados en las candidaturas a los cargos por los que
opta, obedeciendo al espíritu de la Alianza. Mentira.
Citaron a los famosos aliados: Lina Ron, Eustoquio
Contreras, José Albornoz, etc, etc, varias veces porque
se suponía que se iban a encontrar para discutir la cuota
que le tocaba a cada cual. Nunca se produjo esa reunión.
No recuerdo cuantas veces la reportera de este periódico
que cubre esa fuente me llamaba o se comunicaba desde el
sitio para decirme que los habían dejado esperando otra
vez.
Que discutir ni que nada y menos
después que repartieron los cambures dentro del PSUV,
proceso que también tuvo sus bemoles, como que todas las
candidaturas se decidieron desde Caracas a trancazos
limpios entre el Chavismo sin Chávez, el Chavismo con
Chávez y Chávez. Por supuesto, en esa barahúnda, los
pobres indígenas guajiros chavistas no tuvieron velas en
el entierro y así cantidades de candidatos de las regiones
sucumbieron, sin padrinos ni oportunidad de que el
comandante les contestara el teléfono.
Después ¿cómo los afortunados que
salieron vivos en ese tremendo proceso, le iban a ceder
sus puestos a ninguno de esos aliados que ganaron –según
la ortodoxia mullerista- colgados de la chaqueta de Chávez
en las últimas elecciones? Nada que ver. Y así se pegaron
y se despegaron Podemos, UPV, PPT, PCV y por último el
MEP, partido al cual se le ocurrió la peregrina idea de
apoyar junto con el partido del doble apestado Luis
Tascón al candidato Abdala Mackled. A Tascón la
oposición lo señala por fascista, pues fue el creador de
la Lista Tascón y el gobierno, por oportunista, por apoyar
al general Acosta Carlez.
Entre paréntesis, Acosta Carlez era
buenísimo cuando eructaba a petición presidencial y le
caía a golpes con su policía a las mujeres de la
oposición, pero malísimo cuando no se retiró para apoyar
al nuevo favorito, Mario Silva.
A consecuencia de este batiburrillo,
los votantes chavistas se ven enfrentados hoy a 984
opciones, que corresponden a candidatos a gobernaciones
(para no meternos con los 11.620 a alcaldes), que
divididos entre el número de estados, dan por lo menos a
44 candidatos por estado, de los cuales al menos la
mitad son de ellos. Unos amados y otros execrados por el
comandante.
Que compromiso, caballero. Sobre todo
cuando al jefe del equipo le ha dado por repartirle
carreteras, gasolina, cheques, etc, etc, a la gente del
exterior y a mí, que me coma el tigre. Dan ganas de
mandar al comandante para donde corresponde.
En Valencia,por ejemplo, la
transparencia ha llegado a tanto, que la semana pasada,
el Chavismo sin Chávez discutía abiertamente con el
general Müller los escasos ocho puntos de los cuales no
levanta Silva y la posibilidad de agarrase de la
guerrera de Acosta Carlez. Pero nunca le llegó a los
votantes esa información.
¿La oposición está mejor? Tampoco.
Los acuerdos unitarios hacen agua, porque al fin y al
cabo, no es que esos 44 candidatos por gobernación sean
todos del oficialismo. En
Caracas, por lo menos, que es el caso emblemático,
tenemos a un electorado que está atentísimo a las
maromas que han hecho Leopoldo López, William Ojeda,
Ismael García y Antonio Ledezma para competir
“unitariamente” por la Alcaldía Mayor.
A López lo sacan del juego y no
respalda a Ledezma, como de alguna manera se acordó el 23
de enero, sino que pide unas primarias, porque según otras
encuestas que maneja, Ledezma “no levanta”, es decir, es
un clon escuálido de Mario Silva. Decide entonces
endosar sus votos (como si la popularidad se traspasa) a
William Ojeda, mientras Ismael García, execrado por los
adecos porque es ex chavista y no puede competir en
extremismo con Ledezma, coloca un hombre de paja, para que
le ceda la candidatura cuando lo necesite. Mientras,
Ledezma, agarrado de los acuerdos del 23 de enero como de
la brocha, dice que si no le dan lo suyo, va solo.
El votante caraqueño, oye las
llamadas a hacer primarias de López como quién oye llover
y se declara incrédulo. ¿De donde sacaron que a mí me
pueden hacer comulgar con un acuerdo que todo el mundo
viola, con unas encuestas que nunca he visto y con unos
candidatos, que se guardan los puestos en la cola como que
si estuviéramos esperando una camionetica Plaza
Venezuela-Las Palmas a las ocho de la mañana? El otro
día, un entrevistado de Notitarde se quejaba porque
había ido al cine en el Tolón y había gente guardando
puestos, inutilizando una fila completa de butacas. Pero
por lo visto colearse es una práctica nacional.
Así las cosas, el votante, que no
se entera ni de la mitad de lo que pasa, está esperando
encuestas en el oficialismo que nunca le enseñarán para
saber por lo menos por quién ordena votar el comandante,
para hacerle caso o para reventarlo y en el caso de la
oposición, para darse cuenta de que la transparencia no
es posible y que esperar que el gobierno o la oposición
hablen claro, es pedirle peras al olmo. Tanto como
esperar que definan quién va por las alcaldías y quien
competirá por la Asamblea Nacional el año que viene.
Nada compadre. Cero
transparencia.
lucgomnt@yahoo.es