El
autobombo es una de las prácticas mas reveladoras que
existen acerca de las motivaciones íntimas del ser humano.
Pensar que se es eterno, divino, que nadie puede vivir sin
uno, da lugar automáticamente a reacciones negativas,
desde los faraones egipcios para acá, sobre todo cuando
ese pensamiento proviene de alguien que tiene poder sobre
mucha gente. Siempre hay otro que encuentra que el
Presidente está desnudo, que le huelen los pies, que tiene
mal aliento o que es antipático, cuando no que falta todos
los días a las virtudes republicanas. Ante la
imposibilidad en las sociedades modernas de que todos
coincidan en las apreciaciones positivas acerca de sus
líderes y que en el caso de que haya desacuerdos, se pueda
hacer callar a la disidencia para siempre, la persona que
hoy está convencida de su unicidad, trascendencia y
magnetismo, tiende a asegurarse de tener a su alrededor un
grupo lo suficientemente denso que le repita todos los
días lo maravilloso que es, como también de construir
mecanismos alternos a fin no sufrir problemas en la
estructura de la personalidad.
Algunos próceres inventaron toda una parafernalia, como lo
hizo al final de su vida Simón Bolívar, para hacer
recordar eternamente su cualidad de libertador,
convencimiento muy corroído por la acción de sus ingratos
compatriotas y redimidos de la época. Se trataba de tener
de por vida un carnet de revolucionario y salvador de
pueblos. El lo hizo con la propuesta de la presidencia
vitalicia.
En Venezuela, la presidencia continua de Chávez nos
proporciona todos los días episodios perturbadores que no
tienen mas remedio que la risa, muy probablemente
sarcástica, pero no menos profunda, al convencernos con
sus salidas de lo bien que vamos al creer que necesita
diariamente una ratificación de sus condiciones
supermanicas.
Uno de ellos, es su autoconcesión de la Orden Militar de
la Defensa Nacional producida el pasado miércoles.
Me imagino que la cosa es hacer como Napoleón Bonaparte,
que no dejó que el Papa lo coronara emperador de los
franceses, sino que en plena ceremonia agarró la corona y
se la puso el mismo, con el viejo argumento de " yo mismo
soy". Una referencia criolla y mas cercana es la de Pedro
Carmona Estanga, que se juramentó a sí mismo como
Presidente de Venezuela en abril de 2002. La escena actual
será reproducida en el futuro en una biografía de Chávez,
que seguramente filmarán en el 2041, cuando un actor leerá
en off, imitando la engolada voz del locutor de los actos
oficiales de la Venezuela del 2007, la Gaceta Oficial N
38.737: "Por disposición del ciudadano Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, de conformidad con lo
dispuesto en los artículos 15 y 47 de la Ley Orgánica de
la Fuerza Armada Nacional, previo el voto favorable del
Consejo de la Orden y llenos como han sido los requisitos
establecidos, se confiere la condecoración Orden Militar
de la Defensa Nacional, en el grado de Comendador al
teniente coronel (Ej) Hugo Rafael Chávez Frías.(…) Firma,
el Ministro del Poder Popular para la Defensa, General en
Jefe (Ej) Gustavo Rangel Briceño”.
Entonces, el actor que representará al comandante Chávez,
vestido de verde olivo, agarrará la medalla de una caja de
terciopelo rojo que le presentará un húsar vestido de
peluche y se la colocará el mismo en el abultado pecho
heroico, lleno de otras condecoraciones necesarias para
recordar a todo el mundo quién es.
El Consejo de la Orden, que son los demás condecorados de
la época: el contralor de la República, Clodosbaldo
Russián, los gobernadores Diosdado Cabello y Luis Reyes
Reyes, el ex ministro general en jefe (R) Raúl Baduel y
los integrantes salientes y entrantes del alto mando
aplaudirán y reirán gozosos, mientras el locutor susurrará
con voz de bajo dulzón, las virtudes militares excelsas
del condecorado y anunciará una cadena nacional de radio y
televisión, donde el automedalleado le recordará al país
por enésima vez para que no se olvide, motivos, horas,
sitios, cruces, animales, tipos de nubes y canciones
antiguas, que lo convencieron y lo reforzaron en la
abrumadora tarea de otorgarse a sí mismo esta medalla como
Comendador de la Orden Militar de la Defensa Nacional en
un país que no necesitó defenderse de nadie en los últimos
cien años. El director del film recurrirá a efectos
especiales para mostrar como en seis horas de alocución,
26 millones de espectadores escuchaban regodeados todas y
cada una de las explicaciones del Presidente, comentando
gozosos lo bueno que era ser bolivarianos y socialistas
del siglo XXI.
Ya para entonces, el automedalleo tendrá su propio Consejo
de la Orden, que inventará cada semana, chapitas,
uniformes y títulos para ser otorgados al jefe supremo de
la revolución, algunos originales y otros de profundo
sentido histórico, como el de Padre de la Patria Nueva, en
eterno reconocimiento y alabanza de sus méritos.
lucgomnt@yahoo.es