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El altar de los sacrificios 
por Lucy Gómez
sábado, 27 mayo 2006

 

Las primeras reacciones de los analistas políticos en el caso de la decapitación del magistrado del Tribunal Supremo, Luis Velásquez Alvaray, han sido:

a) de regodeo. Bien hecho lo que le pasó, el se lo buscó porque creó los mecanismos para acabar con los magistrados que no le convenían al gobierno, ejemplo Franklin Arriechi , ex vicepresidente del TSJ; cuando falló que no existió golpe contra Chávez sino vacío de poder... Es justicia poética, verdugo no pide clemencia, etc.

b) Otros sostienen que lo que caracteriza este caso es que se develó la corrupción imperante en el régimen, el tejido de chantaje, avidez, enriquecimiento ilícito y cohecho que reina en Venezuela auspiciado por los jueces del Supremo, la Vicepresidencia, la directiva de la Asamblea Nacional y la del Poder Moral. Es decir, un país en manos de los bandidos.

c) Los chavistas que siguen línea: el magistrado no se defendió sino que atacó a otros en vez de dar pruebas de su inocencia. Es culpable de lo que se le acusa, es una victoria del proceso contra los corruptos, etc., etc.

Y d) menos espectacular y trágico, pero más práctico, que de lo que se trata es de un acto mas de la puesta en escena electoral de diciembre, porque cualquier gobierno se desgasta en siete años, por lo que es necesario cortar muchas cabezas para dar la impresión de renovación, de que la corrupción y el clientelismo no son una parte estructural del régimen ,sino que los casos de robadera equivalen a una invasión de piojos, que con unos cuantas rociadas de champú avispa , se matan y ya.

De esto se deduce que estamos en la temporada de acabar con los piojos (si es que lo son) porque hay que alcanzar esos 10 millones de votos que el Presidente quiere. Y si el asunto no es "piojal" sino estructural, mas todavía, porque hay que tapar acendradamente las huellas del cáncer.

¿Es posible eliminar las caras habituales de la cúpula gubernamental para que el proceso viva para siempre? Claro que es posible. En Cuba lo han hecho cada cierto tiempo durante 47 años Y el que queda limpio siempre es Fidel Castro. Los fracasos mayores desde el punto de vista económico: la zafra de los diez millones, la escasez que vino después de la caída de la URSS y el periodo especial, la desertificación causada por las locuras que se le ocurren al máximo líder de la isla, nunca fueron culpa del comandante. El `partido Comunista de la vieja Unión Soviética programaba sus purgas, mucho menos públicas que estas latinoamericanas, pero mas sangrientas y el pueblo adivinaba lo que había pasado, leyendo la foto oficial del polit buró donde estaban los nuevos hombres, que ahora sí harían posible pasar del socialismo al comunismo.

Lo interesante del caso Velásquez Alvaray, como del caso Caldera Infante y el desastre del central azucarero Ezequiel Zamora, donde defenestraron a un ministro de Agricultura y a un jefe militar de Barinas de un solo chinazo, es que no solamente se logra con estas acciones ejemplificadoras cohesionar al pueblo chavista que todavía cree que la revolución es salvable, haciéndolo partícipe del maravilloso espectáculo del linchamiento: ¡todos contra el corrupto, ese es un desgraciado! ( versión para toda edad) o “ ¿te fijas?, era un “chivo” y sin embargo, como se corrompió lo sacaron”, etc..., sino que también se logra el grandioso efecto de la multiplicación de acusaciones, porque todo el mundo quiere pegar y denunciar, lo cual da derecho a Chávez, de acabar con quién le convenga mas a la hora de limpiar la cara de su gobierno. Hasta para los inocentes, se tienen acusadores a mano.

Me encanta que en este momento destaquen, a causa del episodio Velásquez Alvaray, las caras mas visibles del régimen, las mismas, que por su peso, serían muy útiles a la revolución en una lista de depurados, a saber, el fiscal Isaías Rodríguez, el presidente de la Asamblea Nacional, Nicolás Maduro, el ministro del Interior y Justicia, Jesse Chacón y el vicepresidente José Vicente Rangel ¿No parece que fluiría un viento primaveral si ellos no estuvieran mas en la primera fila del gobierno? Hay quiénes creen que así la corrupción podría empezar a estar a raya.

Pero lo mismo pasó cuando a Jorge Rodríguez se le ordenó no presentarse a la reelección como presidente del CNE. Los creyentes en la democracia posible, que nunca faltan, pidieron un voto de confianza para los nuevos rectores. El mismo que le dieron a Rodríguez y a su antecesor, el zulianísimo Francisco Carrasquero. Ya los estoy oyendo: “hay que darles un voto de confianza,...ese es un hombre de un chavismo light, además es muy honesto “, “No. si yo conozco a su prima y ella es chévere”. Y así.

En este momento, sin sacar del escenario de las motivaciones los puntos a y b, habría que considerar que el d tiene ese no se qué tan caro a los gobiernos autoritarios, que es el altar de los sacrificios, en plural, porque la lista es larga. Esperemos los próximos episodios.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 
 
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