Este
fin de semana, en Europa, la historia se apoderó del presente. Y
no se trata de cualquier historia, sino de uno de los capítulos
más trágicos del siglo pasado, la segunda guerra mundial y el
desembarco de Normandía ocurrido el 6 de junio de 1944, una fecha
que sin duda constituye la página más heroica de dicha historia.
Fueron tres días de programas especiales, celebraciones, homenajes
y otras actividades; que sirvieron para recordarle a muchos, el
precio que pagaron por la libertad de Europa, decenas de miles de
jóvenes soldados anglosajones, que no tenían intereses directos en
el destino de las naciones en conflicto.
En
la actualidad, a 60 años de aquél sacrificio por parte de los
soldados norteamericanos, muchos parecen haberlo olvidado, cegados
por su oposición a Bush; oposición por demás justificada en el
plano político, pero no en el plano histórico.
¿Cómo se puede comparar a Bush, y sus neoconservadores, con Hitler
y la Alemania nazi? La visión en blanco y negro del mundo que
tiene Bush, no tiene justificación alguna y merece una fuerte
condena. Pero el mal, tiene solución, por cuanto Bush es el jefe
de un Estado democrático, sin embargo la Alemania de Hitler era un
Estado salvaje.
Y
lo de Bush, no lo digo solo porque él corra el riesgo de perder
las próximas elecciones, sino porque desde ya se ha visto obligado
a retroceder en cuanto a sus convicciones; Hitler jamás
retrocedió. Bush, no puede contra las evidencias, ni contra la
presión de la opinión pública norteamericana y mundial, ni contra
la presión diplomática.
Prueba de ello, lo que escuchamos el sábado pasado en la noche en
la rueda prensa conjunta ofrecida en París entre Bush y Chirac, en
torno a la comunión de ideas de ambos dignatarios, ante la
resolución que adoptará la ONU ésta misma semana, sobre las
condiciones de la transferencia de soberanía en Irak.
Esto sin duda ayudará a
reparar la distensión actual entre los Estados Unidos y Europa,
distanciamiento que resume muy bien el analista francés Olivier
Jay al señalar que: “los padres de los veinteañeros europeos, no
conocieron la guerra y los padres de los veinteañeros
norteamericanos no solo no nacieron en Europa, sino que tampoco la
conocen.”
Las ceremonias del 60
aniversario del 6 de junio de 1944, tienen al menos el mérito de
recordarle al mundo, qué es lo que une a las naciones
occidentales. Unión que se ha visto fragilizada, con el paso del
tiempo y sus azares. Pero tanto los accidentes y las guerras, con
el tiempo han de pasar, y la presencia ayer en Normandía del
canciller alemán Schröder así lo confirma.
Desde siempre, ante las amenazas externas y hasta internas,
Occidente ha aceptado y asumido una historia en común; y en la
actualidad se vive una situación similar de peligro e intimidación
latente y concreto. En el discurso pronunciado éste domingo por
Bush en Normandía, dejó entrever que reconoce su error, en el
manejo en solitario que hizo de la crisis provocada por los
ataques del 11 de septiembre; en particular cuando evocó los
principios fundadores de la alianza occidental. Ya veremos si lo
dicho se traduce en acciones.