La solución al problema de la
democracia, darle el poder al pueblo. La solución al
problema económico, el socialismo. Eran los títulos de las
dos primeras partes del célebre Libro Verde de Gadafi. Con
esos alucinantes preceptos teóricos, en la práctica, los
libios vivieron 40 años bajo el yugo de una tiránica
dictadura.
Ocho meses después del fin de la
guerra que provocó la caída y la muerte de Gadafi, los
libios fueron llamados a votar la semana pasada.
2.8 millones de inscritos, 62% de
participación, 150 partidos políticos, para elegir los 200
miembros del Congreso Nacional General, que sustituirá al
Consejo Nacional de Transición hasta la adopción de la nueva
Constitución.
Los
primeros resultados, al contrario de lo que anunciaban las
encuestas, comunicaron la victoria de los nacionalistas
(Alianza de Fuerzas Nacionales encabezada por el ex Primer
Ministro de transición Mahmoud Jibril) sobre los islamistas
(Partido de la Justicia y de la Construcción, filial de los
Hermanos Musulmanes). Son resultados que conciernen los 80
escaños reservados a los partidos y repartidos de forma
proporcional, cuando falta por conocerse, los resultados de
los 120 escaños atribuidos a los candidatos uninominales. Es
un sistema mixto y proporcional bastante complicado, el cual
aspira darle representatividad a líderes tribales, por lo
que es difícil adelantar la conformación precisa de la
futura Asamblea.
En un país que primero fue una colonia
italiana, luego pasó a ser una monarquía absoluta y en los
últimos 40 años una monarquía pintoresca, ante el actual
proceso de democracia parlamentaria, es muy difícil
determinar si habrá una verdadera y real democracia abierta
en Libia.
Al contrario de lo ocurrido en Túnez y
Egipto, la derrota de los islamistas (Hermanos Musulmanes)
en Libia, tiene en parte que ver con el hecho que los
Hermanos Musulmanes es ante todo un partido egipcio, y no es
un secreto para nadie en Libia, que en el pasado reciente
Egipto tenía planes políticos y militares para anexarse a
sus vecinos libios. Es por ello que la victoria de los
nacionalistas libios, se puede leer como un voto de
afirmación magrebí.
En el plano económico, gracias al
petróleo (segundo productor petrolero africano después de
Nigeria) Libia puede limitar las consecuencias de la guerra,
gracias a sus altas reservas internacionales y una
paradójica, para estos tiempos, solidez de su sistema
bancario. Siendo el petróleo el pulmón de la economía (90%
de ingresos y 95% de las exportaciones) mientras más rápido
se logre la estabilidad política, más rápido se podrá
comenzar a trabajar en la necesaria diversificación
económica del país, con las más grandes reservas petroleras
de África y una inmensa reserva de gas natural aún no
explotada.
La ecuación, tiranía petrolera,
insurrección de la sociedad civil, guerra con indispensable
apoyo de la OTAN, caída del sátrapa y elecciones libres, es
un álgebra en el que podrían verse reflejadas otras
autocracias petroleras.