El nombre de Musavi sigue siendo
evocado por los medios occidentales como el del jefe del
movimiento que ha tomado las calles de las principales
ciudades de Irán. Grupos políticos occidentales,
principalmente de izquierda, hasta lanzan llamados de apoyo
en favor de Musavi quien estaría luchando contra las
milicias Bassidj, cuando Musavi fue uno de los miembros
fundadores de dichas milicias. Focalización sobre Musavi por
parte de occidente, que ha dejado desamparados a los
verdaderos opositores de la teocracia iraní. No se puede
seguir dándole la espalda, ni a los testimonios, ni a las
imágenes que nos llegan desde Irán. No puede occidente
seguir siendo indiferente ante el hecho que en las
manifestaciones ya prácticamente no hay pancartas ni slogans
con el nombre de Musavi. Tanta indiferencia por parte de
Occidente, desespera a los iraníes.
Apenas al día siguiente de las elecciones, el régimen
organizó unas falsas protestas, buscando que Obama tomara
partida a favor de Musavi y así la teocracia iraní bien sea
se quejaba de la injerencia extranjera o cambiaba los
resultados electorales y daba a Musavi como ganador, y éste
gracias a la legitimidad que Obama le otorgaría, pondría
como condición a un dialogo con los EE.UU.; el previo
levantamiento de todas las sanciones que hoy pesan contra
Irán. Mientras circulaban anuncios ficticios sobre arrestos
de falsos líderes moderados, los periodistas extranjeros
filmaban con toda libertad la creciente ola verde de Musavi,
en fin, la propaganda, de una revolución con los colores del
régimen y a favor del régimen. Pero el teatro fue
brutalmente suspendido el lunes 15, cuando 2 millones de
personas tomaron las calles desbordando la cifra habitual de
50.000 figurantes del régimen. Inmediatamente el régimen
llamó al orden a la prensa extranjera y retomo el monopolio
de la información. Mientras Musavi llamaba a la
desmovilización, y éste, fiel a su bajo perfil asistía junto
a los otros candidatos a un encuentro con el Guía Supremo.
Como las protestas continuaban, Musavi y Katami, publicaron
a dos manos un comunicado en el diario oficial “Republica
Islámica” una de las mas antiguas publicaciones del régimen
y de la cual el propio Musavi fue redactor en jefe,
pidiéndole al Guía Supremo que no los incluyera entre esos
terroristas que atacan las instituciones del régimen. Con
ello se daba inicio, de manera velada, al proceso de
criminalización de toda disidencia anti-régimen islámico.
No obstante, éste reciente simulacro de manifestaciones, de
manera de hacerle creer a Occidente que en Irán estaba
teniendo lugar una revolución de terciopelo, se convirtió en
un boomerang para el Ayatolá Komenei. De allí la orden de
comenzar el sangriento asalto y con Musavi, cada vez mas
ausente, se ha vuelto a escuchar el slogan « Allah Akbar »
el cual era el grito de guerra de los molas contra el Sha.
Un grito que hoy refleja la ruptura, por cuanto, el mismo
conlleva el mensaje a los molas que tomaron el poder
gritando « Allah Akbar » y ahora el pueblo iraní los trata
de expulsar utilizando sus propias armas.
Mientras la solidaridad entre ciudadanos se ha vuelto
consigna, fotos y videos salen de Irán, un valioso material
captado por los propios manifestantes, arriesgando sus
vidas, con equipos de baja calidad, algunos lo hacen desde
sus balcones o ventanas. Al tiempo que, las milicias golpean
y matan, una vez terminada la puesta en escena de la campaña
electoral, ya no hay interés en simular que en Irán existe
un espacio de libertad democrática.
De igual forma, el régimen despliega su poderoso aparato de
propaganda internacional, todo un arsenal conformado por
premios Nóbel, cineastas, think tanks, todos al unísono
llaman a apoyar a Musavi. Pero la tarea se les ha vuelto
cuesta arriba, ya que es muy difícil salvar las apariencias
en estos momentos de violencia y sangre. Las terribles
imágenes de la muerte de la joven iraní Neda, cuyo nombre
significa Llamado, es la imagen del martirio por liberarse
de los ayatolás y molas. Occidente no puede decir que no hay
suficientes pruebas, ni crearse falsas esperanzas con un
reconteo de votos, el cual evidentemente proclamara que la
elección se hizo dentro de la legalidad.