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Obama, se asoma al mundo
por Luis  DE LION
domingo, 27 julio 2008


Idealista e inexperto en política exterior, Obama, tenía urgencia en quitarse de encima esa etiqueta, que tanto daño podría causarle en las presidenciales de noviembre. El world tour de Obama que finalizó en Londres, tras haber recorrido siete países en ocho días, ha arrojado, al menos en la forma, un balance positivo para el candidato demócrata.  

No obstante, la incierta estrategia de política exterior de Obama, la fase europea de su gira, ha puesto en perspectiva la idea que para algunos el candidato demócrata es una suerte de John Kennedy negro y para otros un Jimmy Carter negro. De momento, en su paso por Berlín, Obama, fue más Kennedy que Carter, a pesar que su visita ha tenido lugar en un Berlín muy distinto al de 1963. Entonces, ¿por qué haber escogido a Berlín como el epicentro de su gira mundial?  Y desde allí, pronunciar su discurso sobre las relaciones trasatlánticas, delante de 500.000 personas, al pie de la simbólica columna de la Victoria de Tiergarten.

 

Los EE. UU. han participado en momentos de gran fuerza histórica para Alemania, tras la segunda guerra, los norteamericanos implementaron un puente aéreo contra el bloqueo soviético, mientras desde Washington se lanzaba el plan Marshall. Berlín partida en dos pedazos, y tras Kennedy y su célebre "Ich bin ein Berliner !", Reagan también desde Berlín, le pidió a Gorbatchev que tumbara el muro. En fin, toda la simbología de una superpotencia, cuya grandeza es orgullo de sus ciudadanos y Obama, le ha prometido a sus electores afianzar la imagen de su país en el mundo entero.

 

Sin embargo, más allá de la simbología y el efecto rockstar que Obama provoca en las multitudes, algo estrechamente ligado al hecho que Obama no es presidente de los EE.UU., de lograrlo, Obama, en su próximo mensaje a los alemanes, le pedirá a estos, el envío de soldados a Afganistán y allí veremos si la ilusión de las masas se mantiene intacta.

 

Así mismo, otra de las razones por las que Obama, escogió Berlín, en lugar de París o Londres, radica en el hecho que Sarkozy tiene apenas un año en el poder y Brown atraviesa una crisis de popularidad, en cambio, Merkel, se ha afianzado como una verdadera jefe de Estado europeo, la de mayor peso en estos momentos. Obama igualmente sabe que no le conviene exponerse en Francia, evitando revivir el fracaso de John Kerry, cuya francofilia, le hizo daño en las pasadas elecciones norteamericanas.

 

Así las cosas, de ser electo Obama, no habrá mayores cambios. Forzosamente se inscribirá en la línea de sus predecesores demócratas, es decir, poner mucha atención en los problemas socio-económicos domésticos, en lugar de ejercer el rol de gendarme del mundo. El tempo de seducción de Obama con sus electores tiene más que ver con el lado idealista del candidato demócrata, que con acciones comunes y corrientes, y de realpolitik como el necesario refuerzo de la presencia militar internacional en Afganistán. Obama tras su regreso a los Estados Unidos, seguirá surfeando sobre la ola de la América multicolor, buscando acrecentar el sueño de una nación audaz y fraterna, tal y como previamente hicieron Roosevelt y Kennedy.

 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País

 


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